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INFORME ECONÓMICO Buenos Aires, 03 de septiembre de 2020
El largo siglo del primer semestre 2020
El “largo siglo XIX” es un concepto bastante conocido en las
ciencias sociales, acuñado por el historiador Eric Hobsbawn, para
describir el periodo entre 1789 y 1914. A partir de entonces,
siempre está la tentación de afirmar que lo que estamos viviendo
es un momento trascendental en la historia, y plagiar la inteligencia
mordaz de Hobsbawn. No sé qué tan significativos serán estos 6
meses en la película, pero cuando recuerdo a qué le prestaba
atención el primero de enero, y cuáles son los temas en la agenda
de hoy, creo que vale la pena hacer un repaso y ordenar las ideas.
Cuando empezó el año, gran parte de los ojos en la economía
internacional miraba a la denominada “Guerra Comercial” entre
Estados Unidos y China, y discutían sobre las consecuencias del
acuerdo Fase 1. A las dos semanas de esto, entró en vigor el
acuerdo de retirada del Reino Unido de la Unión Europea. En
paralelo, una enfermedad desconocida, altamente contagiosa,
afectaba una de las zonas más relevantes del comercio
internacional. Si al principio hubo dudas sobre si era un fenómeno
restringido o una cuestión global, rápidamente quedó claro. Para
marzo casi todos los gobiernos ya estaban trabajando en reducir el
contagio en su territorio y buscando cuidar la economía para que
quedara algo cuando volviera la normalidad. Con este telón de
fondo, un viernes de abril a la noche, se publicaba un comunicado
sobre la participación de Argentina en las negociaciones del
Mercosur, y se largaba la maratón de conjeturas, especulaciones y
versiones cruzadas. Mientras todo esto pasaba, tenía lugar la
negociación de reestructuración de deuda, los debates sobre las
cadenas globales de valor, y la negociación de acuerdos de
comercio que en tiempos normales tendrían varias columnas en el suplemento económico, pero hoy no
están en el top 3 de preocupaciones.
Es mucho, ¿verdad? Sería muy difícil abordar cada una de estas cuestiones con la profundidad que
merecen sin extenderse demasiado como para no desalentar la lectura. Porque algo que dejó claro la
pandemia es que, aún en cuarentena, el tiempo es un bien preciado. Sin embargo, aprovechando los ríos
de tintas de hombres y mujeres más inteligentes que quien escribe, puede ser útil repasar los principales
aspectos de cada acontecimiento, sus implicancias actuales, y qué podemos esperar a futuro.
1. Resumen ejecutivo
Acuerdo Fase 1. El 15 de enero Estados Unidos
(EE.UU) y China firmaron un Acuerdo en el que,
entre otras cosas, China se comprometía a
incrementar considerablemente sus
importaciones desde EE.UU. Para el resto de los
países esto significaba tanto la posible relajación
de tensiones como la potencial pérdida de
mercado.
Las estadísticas y la pandemia hacen difícil
evaluar el efecto concreto del Acuerdo tanto para
las partes firmantes como para el resto.
Brexit. El 31 de enero de este año el parlamento
británico ratificó el Acuerdo de Retirada por el
cual abandonaba formalmente la Unión Europea
(UE) y daba comienzo al “periodo de transición”
en el cual ambas partes buscarían acordar sobre
su relación futura. Pese a las rondas de
negociación, en lo comercial aún existen
discrepancias en torno a la reglamentación de
servicios, la divergencia normativa, y la pesca.
El Brexit es relevante para la Argentina desde lo
comercial en tanto puede significar una mayor
apertura del mercado británico que
tradicionalmente se abastecía de alimentos
desde la UE.
Covid-19. El 11 de marzo se declaró la pandemia
global. Los pronósticos varían, pero se estima
una caída de entre el 15% y el 32% del comercio
internacional (en principio, más cercana al 15%).
Empieza a verse un repunte en la actividad
económica global, cuya continuidad dependerá
en parte de posibles nuevas olas del virus y las
condiciones de los países para afrontarlas.
La recuperación de la actividad económica
dependerá de cómo la sociedad y el tejido
productivo hayan sobrellevado la pandemia. Es
probable que haya mayor aversión al riesgo, y
que las actividades que requieren contacto físico
tarden más en recuperarse. Esto podría fomentar
nuevos emprendimientos, pero también requerirá
la rápida adaptación de muchos otros.
En el comercio exterior, la Argentina se podría
beneficiar de la recuperación de la demanda de
China y el G7, cuyo efecto como canal de
transmisión es especialmente relevante para
nuestro país. A su vez, la oferta exportable
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argentina está compuesta en gran medida por
alimentos, que son necesarios, y cuya producción
es relativamente intensiva en capital.
Reshoring. La pandemia y la tensión comercial
pusieron en debate las Cadenas Globales de
Valor. De un lado el argumento es que una
producción localizada es menos vulnerable a los
shocks (naturales o no), mientras que del otro
esgrimen que esto solo concentraría la
vulnerabilidad. Por lo pronto, ya sea por costos
hundidos o ventajas comparativas, no se
observan grandes relocalizaciones productivas.
Mercosur. El 24 de abril un comunicado de la
Presidencia Pro Tempore informaba la existencia
de diferentes posiciones respecto a las
negociaciones en curso del bloque. Argentina,
por su parte, manifestaba que no debían
apresurarse en la negociación atento a la
situación de pandemia imperante, lo que algunos
interpretaron como un posible cambio en la
dinámica de MERCOSUR. Al momento, el
proceso de integración continua por los canales
usuales, sin evidenciarse un cambio en el
compromiso de ninguno de los Miembros.
Elección DG de OMC. El 14 de mayo el actual
Director General de la OMC anunció que se
retiraría a fines de agosto para evitar que la
elección de su reemplazo coincidiera con la 12
Conferencia Ministerial. Esto adelantó el proceso
de elecciones para su reemplazo, en el que se
presentaron candidatos de 8 países para cubrirlo:
Arabia Saudita, Corea, Egipto, Kenia, México,
Moldova, Nigeria, y Reino Unido. Durante
septiembre tendrá lugar una fase de consultas
para identificar la candidatura con mayor
consenso. Quien sea elegido/a tendrá la compleja
tarea de facilitar el acuerdo entre los Miembros
en torno a la reforma de la OMC y las nuevas
realidades del comercio.
T-MEC/UMSCA. El 1 de julio entró en vigor en el
Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá
(T-MEC o UMSCA), una actualización del Tratado
de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN
o NAFTA). Entre los aspectos más destacados, el
nuevo acuerdo incorpora nuevas temáticas
respecto a su predecesor (“Deep agreement”),
establece mayor contenido nacional y/o pisos
salariales para algunos productos e incorpora
una cláusula de extinción.
Comercio exterior de Argentina. El primer
semestre arrojó un superávit comercial de 8097
mill. de dólares, fue producto de una gran
contracción de las importaciones (-23.3%) que
superó ampliamente la caída en las
exportaciones (-11%). A su vez, en dicho
periodo, los 5 principales socios comerciales
(tomando en cuenta la suma de exportaciones e
importaciones) fueron Brasil, China, Estados
Unidos, Vietnam y Chile, en ese orden, de los
cuales solo los últimos dos han arrojado un
superávit comercial.
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2. Acuerdo Fase 1
El 15 de enero del 2020 los Estados Unidos
(EE.UU) y China firmaba un acuerdo económico y
comercial denominado "Fase 1" que se esperaba
redujera las tensiones entre ambos países en la
denominada "guerra comercial". Si bien no
implicaba la eliminación de los aranceles que
EE.UU había impuesto a ciertos bienes de China,
al menos se evitaban los que hubieran regido a
partir de diciembre de 2019. Se esperaba
ingresar así a un período de distensión, cuya
duración dependería del cumplimiento de lo
pactado.
De los 8 capítulos que comprenden el Acuerdo1,
el que más atención recibió por parte de la
comunidad internacional probablemente haya
sido el de “expansión del comercio”. Este capítulo
establecía como objetivo la apertura del mercado
chino para lograr un incremento de las
exportaciones de los Estados Unidos y otros
países, pero en lugar de recurrir a la reducción de
aranceles o barreras no arancelarias como suele
ocurrir en otros acuerdos comerciales, se
establecían compromisos cuantitativos
específicos para las exportaciones
estadounidenses al país asiático.
Más allá de la novedad del método, la
preocupación de algunos interlocutores
comerciales estaba en que, debido a la
dimensión de los compromisos, resultaba
improbable que terceros países pudieran
incrementar su participación en el mercado
chino. Por el contrario, el temor era que esto
generara una reducción de las exportaciones de
terceros países a ese destino.
Exportaciones EE.UU. a China (2017) vs. Compromisos (2020/2021)
Fuente: Elaboración propia en base a datos de Comtrade
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Desde Argentina, este Acuerdo tenía básicamente 3 aristas a considerar:
I. Estabilidad
Las crecientes tensiones comerciales generaban
inestabilidad en los mercados internacionales.
Esta percepción de mayor riesgo implicaba que
algunas operaciones no se producían por miedo
a recibir el impacto de las esquirlas, a la vez que
los precios de ciertos commodities exhibían
mayor volatilidad como resultado de las
represalias o acuerdos entre ambos países. A
modo de ejemplo, el precio internacional de la
soja (un producto importante en el comercio
entre China y EE.UU, donde ambos son grandes
jugadores) exhibió movimientos extrañamente
coincidentes con lo que pasaba en la relación
entre dichos países.
Soja - Precio Internacional 2017-2018
Fuente: Chuck Jones (Forbes)
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En este sentido, una tregua podía significar
mejores condiciones para la economía y el
comercio internacional. Recordemos que en ese
entonces no se sabía que la economía global
estaba a punto de ser golpeada por una de las
mayores crisis de su historia. La cuestión en ese
contexto era entonces si los compromisos
acordados podrían cumplirse, y si no aparecerían
nuevas tensiones, en particular pensando en el
Acuerdo Fase 2 mucho más ambicioso y
estructural que su antecesor. El dilema por el
efecto en la estabilidad del mercado que
generaría el Fase 1 se volvió un debate más bien
teórico a partir del COVID-19.
En cuanto al cumplimiento de los compromisos
del Acuerdo, las estadísticas con las que
contamos actualmente son parciales y es pronto
para sacar conclusiones, pero el Peterson
Institute for International Economics (PIIE) lo
grafica de la siguiente forma:
Fuente: Chad P. Bown (PIIE)
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II. Sistémica
Si bien la potencial estabilidad resultaba positiva,
un elemento a considerar era el potencial efecto
sistémico del Acuerdo. Durante los últimos años,
algunos países habían recurrido a arreglos
bilaterales para solucionar cuestiones
comerciales. Al igual que la proliferación de
Acuerdos Preferenciales de Comercio, el recurso
a la bilateralización evidenciaba una insuficiencia
del sistema multilateral para poder contener
determinadas disputas.
Existe un consenso generalizado respecto a la
necesidad de reformar el sistema multilateral
para adaptarlo a las realidades del comercio
actual, pero es en el qué y en el cómo donde ese
consenso es más heterogéneo. Argentina ha
defendido históricamente el sistema multilateral
de comercio basado en reglas, por lo que este ra
un punto a seguir con atención.
No es necesario hacer grandes análisis para
comprender porque un país podría preferir
negociar con un interlocutor de mayores
recursos, en conjunto con otros países con
intereses compartidos, que hacerlo de forma
aislada.
III. Impacto en el comercio bilateral
China es el principal mercado de exportación de
varios países productores agrícolas. En el 2018
representó el 45% de las exportaciones
argentinas de soja, el 39% de lactosuero, y casi
el 100% de aceite de maní. A su vez, los
compromisos del Fase 1 incluían bienes agrícolas
como soja; productos cárnicos (ovino, porcino,
caprino); trigo; maíz; sorgo; lácteos (leche, crema,
quesos); aceites y productos de la pesca, entre
otros, que habían representado el 6% de las
exportaciones argentinas en 2018.
Importaciones chinas de bienes agrícolas en Fase 1
Fuente: Elaboración propia en base a datos de Comtrade
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Resultaba evidente entonces, la preocupación
por la posible pérdida de participación de
mercado. A su vez, la importancia de China como
destino para muchos exportadores agrícolas
hacía suponer que quienes perdieran
participación en ese mercado buscarían
aumentarla en otros, con lo cual la competencia
en terceros para la Argentina aumentaría.
Importaciones agrícolas chinas según origen (2017)
Fuente: Chad P. Bown (PIIE)
3. Brexit
La cronología del Brexit (la retirada de Reino
Unido de la Unión Europea) es bastante anterior
al 2020. Sin embargo, el 31 de enero de este año
el parlamento británico ratificó el Acuerdo de
Retirada (Withdrawal Agreement) por el cual
abandonaba formalmente la Unión Europea (UE)
y daba comienzo al “periodo de transición”.
Dicho periodo se desprende del Artículo 126 del
referido Acuerdo que, a grandes rasgos,
establece que hasta el 31 de diciembre del 2020
las reglas de la UE siguen aplicando para su
relación Reino Unido (RU). En lo que hace al
comercio, el objetivo es que ambas partes
puedan acordar como se relacionarán, si
mediante algún acuerdo de comercio preferencial
o, de no poder acordar, conforme a los términos
de “nación más favorecida” de la Organización
Mundial del Comercio2.
Actualmente, se han realizado varias rondas de
negociación entre el RU y la UE a fin de lograr un
acuerdo comercial entre ambas partes, sin
lograrlo debido en parte a sus diferencias en
cuestiones como la reglamentación del comercio
de servicios, la divergencia regulatoria y la pesca.
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Negociación entre el Reino Unido y la Unión Europea:
I. Servicios
El mercado único de la UE es relativamente
abierto en lo que refiere al comercio de servicios,
en comparación con otros acuerdos de comercio
preferencial. Los servicios, a diferencia de los
bienes, no afrontan aranceles cuando cruzan las
fronteras sino que los principales obstáculos
suelen ser las normas que deben cumplir en el
mercado de destino, incluyendo la “validación” o
aceptación de habilitaciones emitidas en el
mercado de origen3.
En principio, las empresas del bloque tienen
cierta facilidad para suministrar servicios en otro
país de la UE sin tener que certificar el
cumplimiento de todos los procedimientos y
normas administrativas específicos de cada país
en tanto la normativa comunitaria los cubre. Por
ejemplo, un banco de un país del bloque
europeo, con licencia para operar en el mercado
interno de la UE, podría vender sus servicios
inmediatamente a clientes en todos los países de
la UE.
En consecuencia, resultaría lógico que el Reino
Unido buscara conservar el mayor grado posible
de estas facilidades, no sólo porque es un gran
exportador global de servicios, sino porque
muchas de sus exportaciones de los mismos
tienen por destino países de la UE. El caso de los
servicios financieros sería especialmente
importante, ya que el Reino Unido es un centro
histórico en la provisión de los mismos, lo cual
genera gran expectativa respecto a cómo
funcionará con posterioridad al Brexit.
Proporción de exportaciones a países EU y no EU por tipos de servicio
Fuente: Chad P. Bown (PIIE)
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A su vez, al igual que en el comercio de bienes,
es importante para el comercio de servicios entre
ambas partes las discusiones en torno al
concepto de “equivalencia”. En la terminología de
los acuerdos comerciales, este término refiere a
la posibilidad de aceptar como equivalente la
regulación de otro país, aun cuando no sea
exactamente igual que la propia, si se prueba
que alcanza los mismos objetivos. Este
reconocimiento les ahorra a las empresas
exportadoras tener que certificar en el país de
destino y en el país de origen que sus
operaciones se ajustan a las reglamentaciones
de ambos, y por ello reduce tanto los costos
como los tiempos administrativos.
La equivalencia es especialmente importante
cuanto mayor sea el peso de las regulaciones en
lo que se comercie, y como se mencionó
anteriormente, los servicios suelen encontrar
dificultades de acceso en las reglamentaciones
nacionales. Sin embargo, pese a que suele haber
diversas formas o “grados” de equivalencia en
los acuerdos comerciales, este punto se
contrapone justamente con la posibilidad de
apartarse de las normas de la contraparte.
Mientras mayor sea la flexibilidad para la
divergencia regulatoria entre las partes, en
general, más supeditada está la equivalencia a la
decisión unilateral de las partes que pueden
concederla o retirarla con mayor facilidad.
II. Divergencia regulatoria
Uno de los argumentos de quienes votaron a
favor de la salida del Reino Unido de la UE fue la
posibilidad de tener normas diferentes a las que
regulan el bloque, y en efecto, el Brexit otorga
mayor libertad a Downing Street para apartarse
de los estándares europeos.
Sin embargo, la UE suele exigir que los países
que comercien con el bloque respeten ciertas
reglas – comúnmente denominadas “level
playing field” – argumentado que así, por un lado,
se evita que dichos países tengan una ventaja
competitiva debido a los menores requisitos
regulatorios, a la vez que se protegen ciertos
objetivos deseables como el cuidado del
ambiente y la salud, o los derechos laborales.
Entre los temas que se suelen abordar dentro del
“level playing field” se incluyen las políticas de
competencia, los regímenes fiscales, y la
protección social y del ambiente. Estas últimas
son dos áreas a las que la UE suele prestar
especial atención en sus estándares.
Por otro lado, en el Protocolo de Irlanda del Norte
e Irlanda que regula el comercio entre RU y la UE
que atraviesa esa frontera, acordado en octubre
de 2019, se incluyó el compromiso de cumplir
ciertas reglas del mercado único para el comercio
de bienes.
En este contexto, resulta claro que existen ciertas
cuestiones complejas a resolver mientras mayor
sea la libertad que se busque para apartarse de
las normas de la contraparte. Por su parte, el
Reino Unido ha sido claro en las negociaciones
hasta el momento, en que no posee interés en
aceptar compromisos regulatorios en las áreas
antedichas que vayan más allá de un acuerdo
comercial típico, mientras que la UE ha
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manifestado que las “level playing field” son un
elemento importante a considerar en un posible
acuerdo con el Reino Unido.
III. Pesca
La Política Pesquera Común de la UE permite a
las naciones del bloque pescar en lo que de otro
modo serían las aguas nacionales de los demás
Miembros. Para evitar que esto lleve a la
sobrepesca, la UE determina anualmente una
Captura Admisible Total (CAT) para cada
población de peces.
Si bien la cantidad de las capturas admisibles
fijadas por la UE pueden variar de un año a otro,
la proporción de ellas que recibe cada estado
Miembro no lo hace. Esto se debe al principio de
"estabilidad relativa", según el cual cada Estado
Miembro recibe una parte fija en función de la
cantidad de la población en cuestión que estaba
pescando durante el período de referencia entre
1973 y 1978. Este es uno de los puntos
relevantes en las negociaciones entre la UE y el
RU en cuanto a la pesca, ya que los pescadores
del Reino Unido sostienen que este período es
en realidad poco representativo.
A su vez, cada Estado Miembro tiene discreción
sobre cómo asigna entre los pescadores la
porción de CAT que recibe. Los estados
miembros pueden asignar las cuotas en base a
distintos criterios, y el Reino Unido ha optado
tradicionalmente por tratar las asignaciones de
cuotas como derechos de propiedad (o licencias)
que se pueden comprar, vender o arrendar.
Por otro lado, aunque la industria pesquera del
Reino Unido tiene una participación
comparativamente menor en el PBI británico,
posee gran relevancia para determinadas zonas
costeras tanto en términos de generación de
empleo como en cuanto a cuestiones identitarias.
En consecuencia, el declive relativo que esta
actividad ha tenido en los últimos años
repercutió fuertemente en ciertos sectores de la
población.
Según las estadísticas del gobierno británico, las
capturas realizadas por flotas de dicho origen
han caído aproximadamente un 50% entre 1970
(año de ingreso a la UE) y 2015 (el año anterior
al referéndum del Brexit). Durante el mismo
período, el número de pescadores británicos se
redujo a 12,000 de 21,400, lo cual explicaría el
fuerte apoyo de estos sectores al Brexit, quienes
esperan que las restricciones en los barcos de la
UE aumenten sus ganancias.
En este contexto, al abandonar la Unión Europea,
el Reino Unido abandonaría también la Política
Pesquera Común de la UE, lo que significaría que
los barcos del bloque deberían obtener licencias
de pesca y cumplir con las normas británicas
para operar en sus aguas. Esto representaría un
perjuicio económico significativo, en especial
para ciertos países cuyos pescadores obtienen
alrededor del 40 % de sus capturas en aguas
británicas. Posiblemente, estos países no solo
perderían el libre acceso a las aguas británicas,
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sino que también podrían enfrentar una mayor
competencia en las propias.
Por otro lado, desde el 2010 la UE representó al
menos el 64% de las exportaciones del Reino
Unido, y actualmente el bloque es – por lejos –
uno de los principales destinos para las
exportaciones británicas de productos de la
pesca, lo que hace que el RU tenga un gran
interés en conservar su acceso a dicho mercado.
Expo Reino Unido 2019 (Mill USD) - Productos de la pesca
Fuente: Elaboración propia en base a datos Comtrade
Observamos así que tanto el Reino Unido como
la Unión Europea tienen razones para buscar
mantener su acceso a los recursos de la
contraparte, ya sean sus aguas o su mercado.
Esto llevaría a que busquen plasmar en un
acuerdo como podrán acceder cada uno a estos
recursos.
En este sentido, los temas que más atención han
suscitado entre quienes siguen de cerca las
negociaciones de pesca para un posible acuerdo
entre la UE y RU son: i) Cada cuánto se
renegociaría un potencial acuerdo de pesca, y
que sucedería si no hubiera acuerdo en un año
determinado; y ii) Qué proporción de la CAT
debería asignarse a los pescadores del Reino
Unido y la UE para cada población si hubiera
acuerdo.
En base la importancia del mercado europeo
para Reino Unido, y de las aguas británicas para
la Unión Europea, la UE podría tener interés en
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que el acceso a las aguas y al mercado se
negocien simultáneamente y se fijen en forma
permanentemente (o lo más cercano a ello
posible), mientras que el Reino Unido podría
preferir fijar el acceso a mercado en un acuerdo
comercial y que el acceso a las aguas se rija por
negociaciones periódicas (posiblemente anuales)
en las que si no se llegara a un acuerdo en un
año determinado, el derecho de los buques de la
UE a pescar en aguas del Reino Unido (y
viceversa) se detendría automáticamente.
Asimismo, para la UE la CAT y su repartición,
serían idealmente las mismas que disfrutan
ahora mientras que el interés británico podría
estar en que sus pescadores obtengan una
participación significativamente mayor de la que
actualmente poseen.
En resumen, en esta negociación RU podría
utilizar a su favor el interés de los países
europeos es pescar en sus aguas, mientras que
la UE podría ofrecer el potencial acceso a su
mercado, principal destino de RU. Si esto se
tradujera en los intereses negociadores, sería
lógico que la UE, sabiendo que es difícil modificar
periódicamente el acceso a mercado, prefiriese
establecer estas condiciones al mismo tiempo
que el acceso a las aguas de las partes y la CAT,
ya que de lo contrario no podría utilizar a su favor
el acceso a mercado en las renegociaciones
periódicas de estos puntos.
Cuestiones de interés para Argentina
La salida de RU del bloque crea dos mercados
donde antes había uno solo – la UE28 – lo cual
genera posibilidades de acceso, nuevas
competencias, y algunas probables
modificaciones en las regulaciones del comercio.
Como sea que se establezca la nueva relación
comercial entre el RU y la UE, es claro que el
intercambio entre ambas partes será diferente
que como parte del mercado único. Esto abre la
oportunidad para los productos argentinos de
abastecer la demanda de cualquiera de ambas
partes, más aún en caso de que estas no lleguen
a un acuerdo y se rijan por normas OMC.
A grandes rasgos, y atendiendo a lo que
respecta a los intereses del MERCOSUR, dentro
de la UE28 convivían grandes importadores de
alimentos con otros países con una producción
considerable, focalizada principalmente en
determinados productos como quesos, vinos y
alimentos procesados. Esto hacía que en las
negociaciones por el acuerdo MERCOSUR–UE,
dentro del bloque europeo el primer grupo de
países fuera favorable a una mayor liberalización
en lo agrícola ya que abarataría sus
importaciones, mientras que otros veían en ello
una amenaza a su propia producción.
Por el perfil de mercado, el Reino Unido ofrece
un mercado sumamente interesante. Por un lado,
porque con la UE ya se ha negociado un acuerdo
de comercio preferencial, pero fundamentalmen-
te porque RU tiene una economía relativamente
complementaria a la argentina. Tradicionalmente,
las ventajas arancelarias y regulatorias hicieron
que los países de bloque europeo fueran los
principales abastecedores de productos
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alimentarios al RU, pero el Brexit podría ofrecer
oportunidades a nuevos exportadores.
A su vez, dado que la Argentina es un
exportador relevante a la UE28, y que utiliza
actualmente diversos contingentes arancelarios
(erga omnes y específicos por país), este proceso
abre también un espacio interesante para
posibles modificaciones en el acceso al mercado
de ambas partes.
Orígenes de los alimentos consumidos en el Reino Unido 2018
Proveedor %
Reino Unido 53%
Unión Europea 28%
África 4%
América del Norte 4%
América del Sur 4%
Asia 4%
Resto de Europa 2%
Australasia 1%
Total 100%
Fuente: Elaboración propia en base a datos de DEFRA
4. COVID-19
El 31 de diciembre de 2019 la Comisión
Municipal de Salud de Wuhan notificó un
conglomerado de casos de neumonía en la
ciudad, los cuales posteriormente se determinó
que eran causados por una nueva variedad del
virus SARS. El 11 de marzo de 2020 la OMS
caracterizó al COVID-19 como una pandemia.
La cronología y sus efectos generales a esta
altura ya son conocidos. Las restricciones de
movilidad, de bienes, y sus impactos en la
economía global también. Por este motivo, si
bien no desarrollaremos este punto en demasía
para poder concentrarnos en los posibles
escenarios futuros, sí vale la pena repasar
algunos datos para contextualizar el escenario.
Frecuentemente se ha comparado la pandemia
actual con las crisis de 1930 y 2008. Esto
probablemente radique en que son las dos crisis
globales más presentes en el imaginario popular
–una gracias a los libros y otra a la memoria
reciente–, sin embargo, el efecto en la economía
global del COVID-19 es mucho mayor.
Respecto a la crisis de 1930, la OMC pronostica
la misma caída que en los 3 años posteriores a la
misma, pero esta vez concentrados en uno solo.
Esto responde en parte a la mayor integración
global, en la que las cadenas de valor y los flujos
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de capital transmiten rápidamente los efectos de
un mercado local hacia el resto. De la misma
forma que el crecimiento anual de dos dígitos en
el PBI de un país tracciona fuertemente las
exportaciones del resto, el mismo mecanismo
opera cuando cae la actividad.
Respecto al 2008, para entender la diferencia
con el escenario actual basta recordar que entre
2008 y 2009 el comercio de bienes cayó 15%,
mientras que en su pronóstico para el 2020, la
OMC estima una caída de entre el 13% y 32%. A
su vez, la caída del PBI global en 2008 fue del
0.1%, mientras que para 2020 se prevé 30 veces
eso.
Cambios en PBI 2020 vs 2009
Fuente: FMI World Economic Outlook 2020
Asimismo, si bien las proyecciones respecto al
comercio de bienes y servicio, y la actividad
económica global son diversas, podemos
observar como patrón general el fuerte impacto
en ambas variables para 2020, así como el
rebote en 2021, que en algunos casos podría
compensar las pérdidas de este año.
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Pronósticos de variación del comercio y PIB mundiales según fuente
Fuente: Secretaría de la OMC, Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización de Cooperación y
Desarrollo Económicos, Banco de la Reserva de Filadelfia, Banco Central Europeo.
Dicho esto, debemos ser cautelosos a la hora de
mirar los pronósticos. Debido a que aún se
desconoce mucho sobre el virus del COVID-19
(que es en última instancia lo que condiciona los
posibles desenlaces) y que la información
estadística tarda en reflejar determinados
cambios en la realidad, los pronósticos suelen
modificarse regularmente.
De todos modos, a partir de ciertos datos
recientes y teniendo en cuenta lo que sabemos
hasta ahora sobre cómo se contagia el virus,
podemos sacar algunas conclusiones. En primer
lugar, la buena noticia es que en algunos países
los niveles de contagio han empezado a bajar, y
eso permite una relativa normalización de la
economía. Aún es muy pronto para hablar de
rebote, pero comienzan a aparecer datos
alentadores como el cambio de tendencia en el
tráfico mundial de contenedores y una leve
recuperación del comercio de bienes.
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Tráfico mundial de contenedores
Volumen del comercio mundial de mercancías
primer trimestre de 2005 a cuarto trimestre de 2021
(Índice, primer trimestre de 2005 = 100)
Fuentes: Organización Mundial del Comercio, 2020
www.redappe.com.ar 17
Otra señal positiva es que las medidas
restrictivas del comercio que varios países
habían implementado al comienzo de la
pandemia, comienzan a derogarse e incluso se
registra un aumento en las medidas de
facilitación que permiten el comercio a pesar de
las complicaciones logísticas de la pandemia
(Organización Mundial del Comercio, 2020). Esto
no es un dato menor, ya que garantizar el flujo
continuo de suministros y equipos médicos
vitales, productos agrícolas críticos y otros bienes
y servicios esenciales a través de las fronteras ha
sido un tema en el centro del debate
internacional, tal como reflejan los trabajos en el
Grupo de Ministros de Comercio Exterior del
G20.
¿Qué podemos esperar para para Argentina?
El panorama económico actual puede analizarse
en dos niveles. La experiencia en aquellos países
que han padecido más temprano la pandemia
indica que con la reapertura el consumo vuelve a
crecer, aunque condicionado por cómo haya
afectado el virus al tejido productivo y la
población, generando a la vez una gran aversión
al riesgo.
Al mismo tiempo, desde la microeconomía, tal
como señala Stiglitz, el virus actúa como un
impuesto a aquellas actividades que implican
contacto humano cercano y por ende provoca
grandes cambios en las pautas de consumo y
producción. Esto generará probablemente una
readecuación de la forma en que se desarrolla la
actividad económica, a la vez que supondrá
ventanas de oportunidades para ciertos
emprendimientos y una necesidad de adaptación
rápida para otros.
Por otro lado, si nos concentramos solo en las
perspectivas comerciales, dentro de la gran crisis
que es la pandemia, existen algunas razones
para ser optimistas. En un estudio reciente, el
Banco Mundial identificó como los principales
canales de transmisión para la Argentina el
crecimiento del PBI en el G7 y en China, así como
el transporte aéreo. Con excepción del último
punto, los otros dos canales de transmisión están
comenzando a dar señales de recuperación. Más
allá del evidente efecto positivo que tendría la
recuperación de la demanda global, hay que
destacar que la Argentina es un país muy
competitivo en la producción y exportación de
alimentos, rubro con especial potencial para la
pospandemia.
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Canales de transmisión clave para shocks externos por país
Fuente: Banco Mundial, 2020
A su vez, debido al peligro de contagio, el
COVID-19 ha sido más distorsivo en la
producción de aquellos bienes intensivos en
trabajo, o bien que requieren de proximidad entre
quienes trabajan en su producción. En este
sentido, unos de los principales productos de
exportación de Argentina son cereales como la
soja, el maíz, o el trigo que, debido a su
desarrollo tecnológico, poseen una producción
relativamente intensiva en capital, lo cual
representa una ventaja en términos de su
capacidad de operar en condiciones de
distanciamiento social. No obstante, debemos
estar atentos a la evolución de los precios de
estos commodities también, ya que de momento
registran una tendencia a la baja.
5. Reshoring, Nearshoring y CGVs
El COVID19 renovó asimismo un debate que no
es nuevo, pero que cobró mayor notoriedad a la
luz de la gravedad de la pandemia: el rol de las
cadenas globales de valor (CGVs). A grandes
rasgos, lo que se cuestiona es si es mejor que los
insumos para la producción sean locales (o
provenientes de pocos países) o si resulta más
conveniente que cada insumo provenga de
donde sea más barato/eficiente.
Dentro de la primera postura, hay quienes
consideran que el carácter “global” de las CGVs
es un riesgo en tanto mientras mayor sea la
cantidad de países de los cuales provienen tus
insumos, mayores son las probabilidades de que
alguno de ellos enfrente una situación que afecte
tu suministro. Estas situaciones pueden ser o
bien “naturales” como los efectos de un
terremoto, un tsunami, o una enfermedad
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altamente contagiosa, o bien “humanas” como
los cambios derivados de la tensión entre
gobiernos, o las regulaciones nacionales. Por otro
lado, hay quienes también asignan a las CGVs
parte de la responsabilidad por los déficits
comerciales.
En este sentido, como solución a esta percepción
de fragilidad, se ha propuesto el “reshoring” o
“nearshoring” que sería una oposición al “off
shoring”. En pocas palabras, se trata de que lo
que antes se producía “lejos de la costa” vuelva a
radicarse en las propias costas, o al menos se
acerque. Varios países han intentado capitalizar
estas intenciones, ofreciendo incentivos fiscales
o regulatorios para que empresas radicadas en
países percibidos por algunos como susceptibles
de ser afectados por situaciones humanas,
muden su producción a su territorio.
En contraposición, quienes sostienen que las
CGVs son en realidad convenientes, argumentan
por un lado que, si bien es cierto el riesgo de
disrupciones naturales o humanas, tener una
mayor diversificación en la cadena de insumos
permite que la eventual producción afectada en
el país A sea reemplazada rápidamente por la
proveniente del país B, mientras que, si la
mayoría de la producción fuera en un solo lugar,
se estaría expuesto a un mayor daño si el riesgo
se produjese allí. El argumento, en definitiva, es
que la diversidad otorga resiliencia.
Efectos concretos
Si bien el mismo debate implica una mayor
incertidumbre y por ende genera presión para
que las empresas se trasladen, lo cierto es que
hasta el momento no pareciera haber suficientes
relocalizaciones como para hablar de un cambio.
Esto puede explicarse en parte porque la presión
para relocalizarse es en algún punto
compensada por los costos hundidos, y las
ventajas comparativas que llevaron a la
radicación en primer lugar.
A modo de ejemplo, a pesar de la tensión
comercial entre Estados Unidos y China, según el
sondeo anual elaborado por el Consejo
Comercial EE.UU.-China (USCBC, por sus siglas
en inglés) el 87% de las empresas
norteamericanas allí radicadas no tiene planeado
trasladar su producción en China, lo cual es un
porcentaje que se ha mantenido relativamente
estable en los últimos 5 años.
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Proyectos de traslado de actividades económicas fuera de China
Fuente: USCBC 2020 Member Survey
6. MERCOSUR – Agenda negociadora
En las horas finales del 24 de abril, el gobierno
de Paraguay en su calidad de entonces
Presidencia Pro Tempore del Mercosur publicaba
un comunicado titulado “MERCOSUR: Argentina
informó que dejará de participar de las
negociaciones externas en curso”, el cual sería
rápidamente objeto de interpretaciones múltiples
por diversos medios y actores vinculados al
relacionamiento exterior.
Hoy, a varios meses de dicho comunicado,
resulta evidente que la Argentina no ha
abandonado el Mercosur ni se ha retirado de
ningún acuerdo. Sin embargo, solo a modo de
recapitulación quizás valga la pena repasar lo
sucedido.
El Mercosur es un bloque regional en el que, al
igual que otros, no siempre existe una mirada
idéntica de la coyuntura o de los pasos a seguir,
y es por eso que son necesarias reuniones
periódicas a distintos niveles para que los países
Miembros puedan intercambiar ideas y llegar a
un acuerdo. En este sentido, en los últimos años
el MERCOSUR ha buscado aumentar sus
acuerdos comerciales con otros bloques y países,
lo cual dio lugar a una ambiciosa agenda de
negociación.
En este contexto, durante la reunión de
Coordinadores Nacionales del Grupo Mercado
Común sobre relacionamiento externo de abril, la
Delegación argentina manifestó que, si bien la
integración regional era una forma eficaz de
combatir los estragos causados por la pandemia,
esta misma situación volvía necesario no
apresurarse en las tratativas hacia acuerdos de
libre comercio con Corea del Sur, Singapur,
Líbano, Canadá y la India, entre otros. No
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obstante ello, señaló también que seguiría
acompañando la marcha de los acuerdos del
Mercosur con la Unión Europea y la EFTA
(European Free Trade Agreement).
Lo cierto es que la Argentina sigue participando
activamente en los diferentes ámbitos del
MERCOSUR el cual, tanto por su arraigo
normativo en la institucionalidad nacional como
por la vocación de integración imperante,
constituye la plataforma desde la cual nuestro
país propicia un mayor relacionamiento con el
exterior.
7. Elección del Director/a General de la OMC
El 14 de mayo el Director General (DG) de la
Organización Mundial del Comercio (OMC),
Roberto Azevêdo, comunicó a los Miembros su
decisión de terminar su mandato el 31 de agosto
de 2020, un año antes de lo establecido. En su
anuncio, Azevêdo explicó esta decisión
argumentando que adelantar su partida
permitiría a los Miembros elegir a su sucesor sin
desviar la energía y la atención política de los
preparativos de la 12° Conferencia Ministerial, la
cual se hubiera realizado este año, pero debió
aplazarse debido al COVID19.
Esto adelantó el proceso de elecciones para su
reemplazo, en el que se presentaron candidatos
de 8 países para cubrirlo: Arabia Saudita, Corea,
Egipto, Kenia, México, Moldova, Nigeria, y Reino
Unido.
Según la práctica de la OMC, la elección del
nuevo DG se realiza por consenso en el marco
del Consejo General. Para ello, luego de la
presentación formal de los candidatos (que
finalizará el próximo 7 de septiembre) se realiza
una fase de consultas con el objetivo de ir
eliminando a aquéllos con menor apoyo entre la
membresía a través de la expresión de
preferencias por parte de los Miembros para
determinar qué candidato está en la mejor
posición para atraer el apoyo del consenso. Esta
fase no durará más de dos meses por lo que para
fines de noviembre, el Presidente del Consejo
General informaría el nombre del candidato o
candidata con mayor probabilidad de generar un
consenso y recomienda su nombramiento por
parte del Consejo General.
¿Por qué es importante?
La OMC es una organización que responde a las
decisiones de sus Miembros (“member-driven”)
con lo cual la capacidad del Director General para
influir en el curso de la Organización podría
parecer muy limitada en un principio.
Efectivamente, formalmente el rol del DG es el de
facilitar los debates entre los Miembros y llevar a
cabo las acciones necesarias para avanzar en la
agenda que acuerden los mismos. Sin embargo,
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en el contexto actual, facilitar el debate es mucho
más que una cuestión operativa.
Hace años que existe cierto consenso sobre la
necesidad de reformar la OMC y actualizar sus
reglas – que en gran parte fueron acordadas en
1995 – a un mundo tan dinámico, pero al
momento de debatir el qué, el cómo e incluso el
orden de los cambios, ese consenso muestra sus
fisuras.
El DG por su propia función mantiene contacto
permanente con todas las delegaciones, y logra
tener un conocimiento detallado de sus intereses,
sus “líneas rojas”, y sus márgenes de
negociación. Este conocimiento privilegiado,
junto con el hecho de que el éxito de su gestión
se mide en parte por su capacidad para lograr
acuerdos, coloca al DG en una posición especial
para acercar a las partes.
Esto por supuesto no es una tarea fácil, no
obstante. Depende en parte del expertise
profesional que le permite entender las
discusiones, de la capacidad interpersonal que le
permite acercarse a las partes, y de la valoración
de su persona que realicen los Miembros, lo que
le permitirá que este acercamiento vaya más allá
de las formalidades protocolares y sea
verdaderamente productivo. Por todo esto, la
elección del próximo Director o Directora General
es de gran importancia, tanto para los países que
quieren imprimir su visión en el comercio
internacional, como para los que se enfrentarían
a asimetrías desventajosas si sólo contaran con
negociaciones bilaterales.
8. T-MEC / UMSCA
El 1 de julio entró en vigor en el Acuerdo Estados
Unidos-México-Canadá (T-MEC según la
denominación de México o UMSCA según su
perspectiva desde Estados Unidos), una
actualización del Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (TLCAN o NAFTA, según sus
siglas en inglés).
El mismo es relevante, en parte porque en su
versión original fue uno de los ejemplos más
usuales del espíritu de globalización de los ’90, y
en su versión actualizada fue también un signo
de un cambio de época. Por otro lado, es
interesante también porque contiene algunas
disposiciones poco comunes en los acuerdos
comerciales, las cuales podrían ser replicadas – o
no – por otros países.
A modo de resumen, podemos destacar algunos
de los cambios respecto al TLCAN:
● Temas abordados o Profundidad: Se suele
denominar “profundidad” de un acuerdo a
cuánto más allá de la liberalización tarifaria
abarca. En este sentido, los acuerdos más
“superficiales” establecen solo rebajas en los
aranceles, pero no tocan las disciplinas o
cuestiones no reguladas en la OMC. Los
acuerdos más profundos, en cambio, suelen
incluir artículos sobre otras cuestiones que
exceden lo arancelario, como puede ser el
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cuidado del ambiente, la protección de la
propiedad intelectual, o la facilitación del
comercio, entre otras. El T-MEC contiene 34
capítulos, mientras que TLCAN poseía 22.
● Reglas del Origen – Mayor componente
nacional: En lo relativo a autopartes, uno de
los productos más relevantes en el comercio
entre las partes del T-MEC, para poder
acceder a los beneficios de este Acuerdo,
dichos bienes deberan tener entre el 70 y
75% (dependiendo la posición arancelaria)
de contenido regional (frente al 62.5% del
TLCAN).
● Salarios Mínimos: Para 2023, cierto
porcentaje de las autopartes producidas en
los países del Acuerdo deben ser fabricadas
por trabajadores que ganen al menos $ 16 la
hora. Se trata de una disposición novedosa,
ya que los acuerdos de comercio que
incluyen cuestiones relativas a los
trabajadores generalmente estipulan
condiciones laborales, pero no pisos
salariales.
● Cláusula de Extinción: el Acuerdo posee una
cláusula de extinción de 16 años, sin
embargo, los Estados pueden decidir su
extensión.
9. Comercio exterior de la Argentina en el primer semestre
El primer semestre de la balanza exterior
argentina estuvo, como los de todo el mundo,
fuertemente afectado por los efectos de la
pandemia. En este sentido, si bien se registró un
saldo positivo de 8 mil millones de dólares, el
mismo fue producto de una gran contracción de
las importaciones que superó ampliamente la
caída en las exportaciones.
Ambas caídas, así como sus magnitudes, tienen
sentido en el contexto internacional imperante.
Por un lado, como observamos en la sección del
COVID19, las restricciones de movilidad logística
de la pandemia produjeron una enrome caída de
la actividad económica global. En el caso
argentino, la menor actividad económica implicó
menor demanda de insumos para una
producción, los cuales tienen un fuerte
porcentaje de importación.
Esta misma situación, pero en la producción de
otros países, redujo las exportaciones nacionales.
Sin embargo, debido a que gran parte de la
oferta exportadora argentina está compuesta por
alimentos y productos de la agroindustria, la
demanda de los mismos observó una menor
caída gracias a que, aún en aislamiento, la gente
necesita comer.
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Resultados del primer semestre de 2020: Exportaciones por grandes rubros e importaciones por usos económicos. En millones de dólares, participación y variación porcentual
Fuente: lNDEC, Dirección Nacional de Estadísticas del Sector Externo
Por otro lado, en línea con lo que comentamos
igualmente en la sección del COVID19, los
precios de los bienes exportados por nuestro
país sufrieron una mayor pérdida relativa en
comparación con los precios de los bienes
importados. En este sentido, si se hubiesen
registrado los mismos precios que en 2019, el
saldo comercial de este primer semestre sería de
apropiadamente 600 millones de dólares
adicionales.
En los primeros seis meses de 2020, los 5
principales socios comerciales (tomando en
cuenta la suma de exportaciones e
importaciones) fueron Brasil, China, Estados
Unidos, Viet Nam y Chile, en ese orden, de los
cuales solo los últimos dos han arrojado un
superávit comercial.
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Principales socios comerciales. Primer semestre de 20204
Fuente: lNDEC, Dirección Nacional de Estadísticas del Sector Externo
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Referencias
1. (i) propiedad intelectual; (ii) transferencia de tecnología; (iii) comercio de alimentos y productos
agrícolas; (iv) servicios financieros; (v) políticas macroeconómicas, asuntos de tipo de cambio y
transparencia; (vi) expansión del comercio, (vii) evaluación y solución de disputas; y (viii)
disposiciones finales.
2. Resumidamente, el principio de nación más favorecida (NMF) es uno de los pilares de la OMC, por
el cual sus Miembros se comprometen a extender al resto de los Miembros las condiciones de
acceso que otorguen a un Miembro, de forma que cada Miembro tiene acceso al mercado del otro
en las mismas condiciones que la “nación más favorecida”. Existen algunas excepciones a este
principio, siendo una de las más comunes la existencia de acuerdos de comercio preferencial.
3. Un ejemplo sencillo de esto es la provisión de servicios transfronterizos en rubros que requieran
títulos habilitantes para ejercer la profesión.
4. En la selección de los socios comerciales se incluyeron zonas francas y territorios asociados.
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Informe. Lucas Candia
Diseño y edición. Guadalupe Dadamio
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