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8/6/2019 El brasileo y las selvas
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El brasileo y las selvas
Escrito por Silvio Marchini
Jueves 24 de Marzo de 2011 00:41
Credito: Survival International
Brasil es el pas de las selvas. Con cinco millones de quilmetros cuadrados de cobertura forestal, concentrados
en la Mata (bosque) Atlntica y principalmente en la Amazonia, Brasil posee la mayor extensin de bosques
tropicales del planeta. Adems de ser vastas, nuestros bosques acogen una biodiversidad excepcional. En slouna hectrea de Mata Atlntica es posible encontrar ms de 450 especies de rboles, un rcord mundial. Nada
ms natural que Brasil sea el nico pas del mundo cuyo nombre viene de un rbol: el pau-brasil (madera con el
color a brasas). Pero esto no quiere decir que el brasileo sea un amante incondicional de sus rboles y selvas.
Brasil tambin es el pas de los desmontes. La Mata Atlntica fue reducida a 8% de su cobertura original y es
hoy uno de los bosques ms amenazados del mundo. En la Amazonia, un rea de selva equivalente a tres
veces el tamao del estado de Sao Paulo fue convertida en pasto o plantaciones en los ltimos 40 aos.
Cambio climtico, grandes obras de infraestructura y un proyecto de ley que altera el cdigo forestal amenazan
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dar un nuevo impulso a la destruccin de la selva. Herederos de las mayores y ms diversas selvas tropicales
del planeta, muchos brasileos an miran indiferentes a la desaparicin de su ms valioso patrimonio natural.
Mientras los esfuerzos para contener el desmonte se concentran en medidas legales y econmicas, el elemento
humano el individuo- y las razones por detrs de su comportamiento de tumbar la selva, protegerla, o asistirindiferente a su destruccin, han sido ignorados en las polticas de conservacin y de desarrollo.
La manera como el brasileo se relaciona con los bosques pas a ser una preocupacin dentro y fuera del pas
a partir de 1988, luego que imgenes satelitales revelaran por primera vez la magnitud de la deforestacin en la
Amazonia. En el mismo ao, la noticia de la muerte del siringuero Chico Mendes contribuy para colocar de vez
a la selva amaznica y su verdugo, el brasileo- en el centro de atencin de la comunidad ambientalista. Las
autoridades brasileas reaccionaron creando reas protegidas. Desde 1992, fueron creadas ms de 80
unidades de conservacin en la Amazonia. Gobierno, empresas y sociedad civil buscaron tambin desarrollar
mecanismos econmicos para proteger la selva. Del incentivo al extractivismo, manejo forestal y ecoturismo al
pago por servicios ecolgicos y la gran apuesta actual a REDD, la lgica por detrs de estos mecanismos
financieros y de mercado es agregar valor monetario a la selva, haciendo que valga ms de pie que derribada.
Sin embargo, la visin de que la raz de los problemas ambientales est, en ltimo anlisis, en el
comportamiento humano, y la creciente evidencia de que el comportamiento humano no es determinado apenas
por factores contextuales tales como las leyes y el dinero, pero tambin por factores individuales, sugieren que
la proteccin de los bosques tiene que tomar en cuenta tambin las dimensiones humanas de la relacin
hombre-bosque. Necesitamos entender lo que el brasileo piensa y siente en relacin a los bosques si
queremos mudar en forma permanente su comportamiento sobre estos. El comportamiento humano, sin
embargo, es un fenmeno complejo y debe ser examinado en diferentes niveles.
Cmo entender la relacin
En su nivel ms fundamental y universal, nuestra respuesta comportamental al ambiente fue moldeada por la
evolucin. Cada especie de animal tiene su ambiente preferido, donde sus adaptaciones le permiten prosperar.
Segn la Hiptesis de la Sabana, nuestros ancestros que vivieron en las planicies de frica habran desarrollado
una preferencia innata por paisajes abiertos y con rboles diseminados, donde era ms fcil colectar vegetales y
ver y seguir los grupos de animales que cazaban. Esta preferencia an estara presente en el hombre moderno y
evidencias de esto van desde la prevalencia de este tipo de paisajes en las pinturas clsicas y parques urbanos
hasta el resultado de pruebas en que personas de diversas partes del mundo escogieron el paisaje msatrayente entre fotos de sabanas con rboles, campos limpios y selvas cerradas. Segn esta visin, somos
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animales de la sabana.
No somos una especie forestal. Claro que algunos pueblos se establecieron en ambientes forestales, pero
usando el bosque slo como fuente de alimento y de otros recursos, prefiriendo construir sus casas y prepararsus alimentos y rituales en territorios a cielo abierto, como hace la mayora de los indios brasileos. Son pocos
los pueblos que viven permanentemente bajo el dosel cerrado de la selva y, como muestra Jared Diamond en
Armas, Grmenes y Acero , el estilo de vida recolector-cazador de los legtimos pueblos de la selva los condena
a una dieta pobre en energa y, a vivir en grupos pequeos e incapaces de desarrollarse tecnolgicamente (la
selva es incompatible con los dos inventos que llevaron al surgimiento de las civilizaciones: agricultura y el criar
animales domsticos). Habra, por eso, un fundamento biolgico para el comportamiento humano de evitar la
selva, y ese impulso ancestral tal vez fuera la base para nuestra relacin predatoria con ella.
Por otro lado, la Hiptesis de la Biofilia propone que la evolucin habra seleccionado en el ser humano un
sentimiento innato de afinidad con el mundo vivo. Este sentimiento habra estimulado a nuestros ancestros a
entender los riesgos y oportunidades en su ambiente y, as, contribuido para su supervivencia. El quinto
elemento de la diversidad y sofisticacin en el mundo vivo es encontrado en la selva tropical y, por eso, este tipo
de ambiente ejercera sobre nosotros una atraccin instintiva especial.
La mayora de los investigadores est de acuerdo, sin embargo, en que la mayor parte de la variacin en el
comportamiento humano es resultado de lo que aprendemos. Son nuestros conocimientos y creencias que
determinan ms directamente nuestras acciones. Pueblos indgenas y poblaciones tradicionales acumularon a
travs de los tiempos un profundo conocimiento sobre los recursos naturales de los bosques donde viven, que
les permite obtener su sustento de los mismos sin tumbarlos. Ellos han sido el principal objetivo de estudios
antropolgicos sobre la relacin hombre-bosque. Sin embargo, los actores ms directamente relacionados con la
deforestacin en Brasil han sido los migrantes en la frontera agrcola de la Amazonia. Son en la mayora
productores rurales oriundos de regiones donde a mucho tiempo no existen bosques. Ellos necesitan de una
renta, pero tienen poco conocimiento sobre cmo utilizar los recursos que el bosque ofrece. Creen que la nica
manera para ganarse la vida es practicando ganadera.
Diferente de lo que sucede con las poblaciones tradicionales, la produccin en la frontera agrcola de la
Amazonia est vinculada a los mercados. La demanda por soya, carne y madera acelera la destruccin de la
selva. Son, de esta manera, los consumidores que empujan hacia adelante la frontera de la deforestacin. El
consumidor brasileo sabe poco sobre la selva amaznica y sus problemas socioambientales. La mayora de losbrasileos vive en ciudades fuera de la Amazonia, desconoce el origen de los productos que consume, y cree
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que la Amazonia no es ms que un lugar distante sobre el que no tiene ningn impacto o responsabilidad.
Nuestras acciones no son guiadas solamente por la racionalidad de los conocimientos y creencias. Somos
movidos tambin por la emocin. Miedo, rabia y amor son ejemplos de sentimientos que influyen en nuestrarelacin con el mundo natural. El miedo de vboras, araas y otros animales de la selva explica, en parte, la falta
de rboles cerca a moradas humanas. Por otro lado, es porque nos gustan los animales, plantas y paisajes
naturales que conservamos los bosques. Parque Nacionales, que forman las mayores extensiones de bosques
protegidos en la Amazonia, son creados tomando en cuenta, entre otros criterios, la belleza escnica, y la
apreciacin esttica es un fenmeno afectivo. La falta de emocin, a su vez, resulta en indiferencia.
Andrew Balmford dice que el ms deprimente problema de conservacin no es la destruccin del hbitat o la
extraccin predatoria, sino la indiferencia humana frente a estos problemas. Sin vnculos afectivos con el
bosque, el brasileo promedio no se importa con que hidroelctricas y pavimentacin de carreteras puedan
impulsar nuevamente la deforestacin de la Amazonia, que la madera que compra no sea certificada, o que sus
emisiones de carbono, an hechas a distancia, puedan contribuir con la secuencia de eventos que culmina en la
sabanizacin de parte de la selva amaznica.
Por fin, nuestro comportamiento depende tambin del contexto social y cultural en el que estamos insertos.
Tendemos a hacer lo que creemos que los dems estn haciendo, principalmente si entre los dems estn
miembros influyentes y respetados de la comunidad. El productor rural concluye que si todo el mundo
desmonta, entonces desmontar es correcto, y yo tambin desmontar. Adems, hacemos lo que creemos ser
socialmente deseable y nos abstenemos de hacer aquello que nos parece socialmente reprobable. Propietarios
rurales de Costa Rica que reservaron parte de sus tierras como reas protegidas informaron que su principal
motivacin para proteger el bosque no era de orden legal o econmico, pero social: Crean que la iniciativa
polticamente correcta les traera prestigio! Segn la sociedad brasilea se torna ms ambientalmente
consciente, el reconocimiento de aquellos que participan del esfuerzo organizado de preservar recursos
biolgicos amenazados crece de forma considerable, especialmente cuando se trata de un lugar mundialmente
conocido como la Amazonia.
La modernizacin de nuestra sociedad es acompaada tambin por el cambio de valores en relacin a la
naturaleza de valores predominantemente utilitarios a valores mutualistas- de modo que los bosques ganan
importancia como recurso turstico o simplemente por su valor intrnseco. El bosque visto peyorativamente como
monte gana la imagen de un lugar importante, atrayente, que merece ser visitado y cuidado. En la sociedadposindustrial, el horizonte tico es expandido y consideraciones morales se aplican cada vez ms a la manera
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como nos comportamos frente a las selvas tambin: explotarlas de forma insostenible se hace algo inmoral.
Como mejorar la relacin
En suma, el comportamiento humano en relacin a los bosques es influenciado por factores genticos,
personales, sociales y culturales. Aunque esta influencia sea eventualmente dbil y no siempre decisiva, no
debera ser ignorada ni ofuscada por el poder de las imposiciones legales y econmicas. En vista de la dificultad
de hacerse cumplir la ley en las regiones ms remotas del pas, y de la limitacin de los abordajes econmicos
para hacer de la selva ms rentable en pie que derribada, las estrategias para la conservacin de los bosques
en Brasil deberan incluir tambin las dimensiones humanas de la relacin entre el brasileo y los bosques.
Debemos examinar en qu casos es posible y pertinente influir en los factores personales, sociales y culturales,
y mobilizarlos para complementar y amplificar los efectos de los factores legales y materiales. Los factores
personales conocimientos, creencias, sentimientos y habilidades- que moldean la manera en que tratamos los
bosques pueden ser influenciados por intervenciones de educacin y comunicacin. El contexto social que
incentiva al brasileo agricultor, empresario o poltico- a destruir el bosque o protegerlo, puede ser
debidamente cambiado por herramientas de marketing social; por medio de modelos (miembros influyentes de
la comunidad que dan buen ejemplo a ser imitado); por la comunicacin hecha a travs de instituciones locales
respetadas y redes sociales informales, de manera que los mensajes conservacionistas sean diseminados
horizontalmente y no de arriba hacia abajo; por la recompensa social, incluyendo premiaciones (incentivo
positivo en vez de negativo); y por la participacin comunitaria, con planificacin y manejo participativos.
El futuro sostenible de los bosques exigir, sin embargo, la adopcin de un nuevo paradigma cultural en el que
las motivaciones para la conservacin no sean apenas legales, econmicas y ecolgicas, pero tambin
afectivas, estticas, culturales, espirituales y ticas. Este nuevo paradigma an deber ser debidamente
desarrollado y aplicado e, de esta manera, depender de la disposicin de las prximas generaciones en
cambiar la manera como se relacionan con el bosque. Necesitamos incluir a los nios y jvenes brasileos en
este esfuerzo, y desarrollar abordajes efectivos para transformarlos en ciudadanos que se relacionan de forma
responsable con los bosques. Iniciativas con este objetivo ya existen.
Un ejemplo es la Escuela de la Amazonia, que a 8 aos est trayendo a las escuelas de Alta Floresta, en la
frontera de la deforestacin, la temtica de conservacin de las selvas, usando dos especies excepcionalmente
carismticas de la regin el mono araa de cara blanca y el jaguar para capturar la atencin y la curiosidadde alumnos y educadores, creando y fortaleciendo el vnculo afectivo de los nios con el bosque, despertando
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en los jvenes el inters por alternativas econmicas ms sostenibles que la ganadera, y llevando jvenes de
los grandes centros urbanos para conocer de cerca la realidad de la regin. Leyes y dinero solitos pueden traer
beneficios inmediatos para los bosques, pero a largo plazo las perspectivas son mejores si abordajes enfocados
en el individuo, incluyendo el joven y el nio, son tambin incorporadas. Es as que tendremos msoportunidades de que Brasil contine siendo, por mucho tiempo, el pas de las selvas.
Silvio Marchini es doctor en Conservacin de la Vida Silvestre, fundador de la
Escuela de la Amazonia. E-mail: silvio@escoladaamazonia.org