Eduardo terminó en la Carcel

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Historia

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  • Eduardo termin en la crcel

    file:///C|/Antiguo/Www/Geocities%206/amiguitos/EduardoTerminoEnLaCarcel.htm[25/06/2013 21:56:26]

    EDUARDO TERMINO EN LA CRCELPor Cora Pendieton

    MUY ufano Eduardo Trubey llev al automvil su ltima maleta.

    Ese era el da. Su corazn saltaba de alegra. Pero si hubiese sabido que en lugarde gozar de abundante libertad del campamento, esa noche terminara en la crcel... Mas l lo ignoraba, y tambin tendrs que esperar para descubrir qu fue lo queocurri.

    Desde haca aos Eduardo soaba con ir a un campamento. Cuando cumplinueve aos su madre le dijo que era muy joven para ir solo tan lejos. A los diez,atac la fiebre reumtica y tampoco pudo hacerlo.

    Ahora tena once aos y se sent muy bien. Qu importaba lo pasado? Hoy erahoy! Y ahora ira al campamento!

    En su cabeza danzaban visiones de natacin, paseos en canoa, caminatas, elizamiento de la bandera, trabajos manuales y comidas apetitosas. Se preguntabaquines seran sus compaeros de carpa quin sera su consejero y cules seranlas historias que oira y lo cantos que aprendera en torno a la fogata.

    Mientras el automvil avanzaba dando tumbos por el camino rural hacia la estacin de mnibus sumadre le deca:

    -Recuerda que los conductores de mnibus son tus amigos. Si necesitas ayuda no vaciles en pedrselaa ellos. A los maleteros debes darles una propina. Aqu estn los nombres de los lugares donde debescambiar de mnibus y los nmeros de los autobuses que debes tomar. Cuando llegues a Chillicothe, teencontrar el pastor Whippet y te llevar hasta el campamento que queda como a unos siete kilmetrosde all.

    A pesar de toda la emocin que senta, Eduardo estaba un poco nervioso. Era la primera vez que viajarasolo, y tena que recorrer unos 300 kilmetros y cambiar dos veces de mnibus. Pero, al fin y al cabo, yaera casi un hombre. Enderez los hombros y se sent derecho. Once aos es realmente una buenaedad. Y el sentirse un poco asustado aada una cierta emocin al viaje.

    Antes de mucho la madre lo estaba poniendo con su equipaje en el mnibus que iba a Rock Creek,Estado de Ohio. Lo present al conductor y lo bes para despedirlo.

    -S bueno, s cuidadoso y no te olvides de escribir -dijo ella, exactamente como dicen todas las madrescuando sus hijos salen del hogar.

    Cuando el mnibus parti de la estacin, l se sinti un poco solitario, y salud por ltima vez a su madredesde la ventanilla. Pero el conductor del mnibus fue tan amigable con l que pronto lo hizo sentircmodo.

    Estando habituado como estaba a los olores del campo, la mezcla de olores que percibi en el mnibusno le atraa mayormente. Pero la cambiante escena que vea desde la ventanilla lo fascinaba.

    Transcurrieron dos horas y lleg el momento de cambiar de mnibus. El amigable conductor le ayud aencontrar el que ahora deba tomar. Eduardo se sent en un asiento delantero junto a laventanilla. Ese autobs era un viejo vehculo destartalado y ola mucho peor que el primero.La madre le haba dicho que los conductores de mnibus eran sus amigos, pero por la

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    forma como este conductor actu no podra haberse dicho eso de l. Aparentemente era unviejo de mal genio. Tom el billete de Eduardo y se lo marc sin sonrer ni saludarlo.

    El destartalado autobs se sacudi recorriendo el camino durante otras dos horas, despidiendo unasfixiante olor a gasolina a medio quemar. Lleg a la parada con media hora de retraso.

    Eduardo mir por la ventanilla del mnibus. Oh, no! El mnibus que deba tomar estaba saliendo enese instante! Qu podra hacer? Desesperado llam a un maletero que estaba a pocos pasos delmnibus.

    -Seor! Mi mnibus se est yendo... No quiero perderlo...

    El inteligente maletero inmediatamente se dio cuenta de la situacin, y le silb al conductor del mnibusque parta, hacindole seas para que esperara.

    Tomando parte del equipaje de Eduardo, el hombre corri hacia el vehculo que estaba esperando.

    El pnico de Eduardo comenz a decrecer. Subi al mnibus, pero de pronto record lo que su madre lehaba dicho acerca de dar propina a los maleteros.

    Dej su maleta en el piso del mnibus y comenz a buscar frenticamente en su bolsillo algunasmonedas.

    El maletero le dio una amplia sonrisa y lo despidi dicindole:

    "No importa, maestro. Que te vaya bien y olvdalo".

    Eduardo le devolvi una sonrisa de agradecimiento y entreg el boleto al conductor del mnibus.

    El resto del viaje en ese mnibus pas sin novedades.

    Pero a medida que Eduardo se acercaba al lugar de su destino comenz de nuevo a preocuparse. Yqu pasara si el pastor Whippet no estuviera esperndolo cuando llegara all? Adems, l nunca lohaba visto. Cmo lo reconocera? Y si ...? Varios y SI comenzaron a pasar por su mente. Le corranescalofros por la columna vertebral.

    "Chllcothe! La prxima parada!" anunci el conductor.

    Entonces el mnibus se detuvo y Eduardo baj. Y all qued con sus maletas esperanzado de encontrara alguien, y mirando a su alrededor, pero nadie pareci mostrar el ms mnimo inters en l.

    Media hora ms tarde todava estaba esperando y nadie llegaba por l. Se iba poniendo cada vez msnervioso.

    Se acerc tmidamente al encargado de la estacin de mnibus.

    -Seor, yo debo ir a Tar Hollow Camp. Yo esperaba que alguien me encontrara aqu, pero no est. Qudebo hacer?

    El encargado de la estacin se frot la barbilla.

    -Espera un momento hasta que arregle algo que debo atender y luego veremos lo que hacemos.

    Eduardo qued parado primero en un pie, y luego en el otro.

    El hombre se dirigi al telfono y llam al campamento, pero nadie respondi.

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    Eduardo tena hambre, y all hacia fro. Se arrincon en un banco.

    Despus de otra media hora el encargado de la estacin trat de nuevo de llamar por telfono. Noobtuvo ninguna respuesta!

    Eran casi las nueve, hora de cerrar la estacin para la noche.

    -Bueno, hijo, qu haremos contigo? -pregunt el hombre tratando nuevamente decomunicarse por telfono con el campamento.

    Eduardo no tena ninguna solucin que ofrecerle.

    De pronto la cara del hombre se ilumin.

    -Yo s lo que haremos! Llamaremos a la polica.

    Eduardo abri tremendos ojos. Antes de mucho entr en la estacin de mnibus un corpulento policia.

    -De modo que ste es el muchacho que necesita un lugar para pasar la noche? Tienes miedo depasar toda la noche conmigo;

    La voz del polica era grave y placentera.

    -No ... seor -tartamude Eduardo.

    Entonces el polica tom alegremente las dos maletas de Eduardo y dijo:-Muy bien, entonces vamos.

    El polica vesta su uniforme de botones dorados y llevaba un revlver a la cintura. Eduardo nunca anteshaba caminado junto a un polica. Eso era algo digno de escribirlo a la casa!

    Cuando llegaron al departamento de polica el agente le pregunt:

    -Cenaste?

    -No, seor -respondi Eduardo, que tena tanta hambre que hubiera podido comerse hasta el cinturn decuero del polica.

    Dirigindose a la nevera, entre los dos encontraron un poco de leche, queso, pan, fruta y hasta algunasgalletitas.

    Eduardo no tard en sentirse mucho mejor.

    Despus que Eduardo le hizo honor a la comida, el polica lo llev a su cuarto. No era una verdaderacelda; tampoco se asemejaba al cuarto de un hotel elegante. Haba en l una tarima, un lavamanos y uncuarto de bao. Eso era todo.

    El cuarto quedaba frente a unas celdas que tenan puertas de barras de hierro, dentro de las cualeshaba presos. Era una crcel de condado que tena dos o tres hileras de celdas.

    -Quiero explicarte algo -dijo el polica-. A veces, durante la noche traemos aqu a personas que estnebrias, y no queremos que te molesten. De modo que tendr que encerrarte en tu cuarto.

    Eduardo se sent en su litera y decidi escribir una carta a la casa contando sus aventuras. Con coraznagradecido se arrodill y or antes de acostarse.

    Quizs trajeron algunas personas ebrias durante la noche, pero si lo hicieron, aqullas no perturbaron el

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    sueo de Eduardo. Cuando se despert era de maana, y comenz a mirar a su alrededor tratando deimaginarse dnde estaba y por qu haba llegado all.

    Entonces se acord de lo que haba ocurrido Sali de la cama y se visti. Ley su devocinmatutina, y or. Hasta ese momento nadie haba aparecido para abrir la puerta. Trepndosecomo pudo a la armazn de la cama, espi por la claraboya.

    Despus de un rato apareci el polica, y Eduardo recibi el desayuno.

    -Seor, puedo ver a los presos? -pregunt cortsmente Eduardo.

    -No veo por qu no puedas hacerlo -replic su nuevo amigo, de modo que juntos recorrieron la crcel.

    El polica le habl a Eduardo acerca de algunos de los presos y le cont por qu estaban all. Uno deellos haba robado un automvil. Eduardo hasta pudo hablar con algunos de los presos.

    Uno de los hombres le dijo muy serio:

    -Joven, anda derecho! No hagas ninguna fechora y nunca te encontrars en las condiciones en que yoestoy.

    S seor, lo har -prometi Eduardo.

    Pero an le esperaban ms emociones! El polica en persona llev a Eduardo al campamento en unautomvil de polica.

    Como podrs imaginarte, el carro de polica y el oficial uniformado crearon una verdadera conmocin enel campamento.

    Todo el mundo lo rode para escuchar sus aventuras. Y mientras las contaba y las recontaba, a alguiense le ocurri llamarlo el "presidiario". El apodo se le peg y ese nombre le qued por el resto delcampamento. Naturalmente, l se goz con las bromas y la atencin especial que recibi, y en esascircunstancias consider que ese ttulo era un tanto honorable.

    All se enter por qu nadie contest el telfono cuando el encargado de la estacin de mnibus trat decomunicarse con los del campamento. Todo el mundo haba ido al lago para celebrar la hora de lafogata. Y por qu el pastor Whippet no lo haba ido a esperar en la estacin? Haba habido un malentendido acerca de la hora.

    Pero, qu divertido! T nunca sabes con qu te encontrars cuando vas a un campamento de verano!

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