Después de condenar a Jesús, el concilio del Sanedrín se había dirigido a Pilato para que...

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Después de condenar a Jesús, el concilio del Sanedrín se había dirigido a Pilato

para que confirmase y ejecutase la sentencia.

I. Pilato, el cobarde

Pilato miró a Jesús con ojos de pocos amigos. Lo habían

sacado de su dormitorio a las apuradas. Pretendía resolver

el asunto rápidamente.

Estaba impresionado por la presencia, las respuestas y

los silencios de Jesús.

Los sacerdotes y principales presionaban con sus actos de violencia, pero Pilato no

encontró motivos para condenar a Jesús.

¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? (v.13).

Pilato presiona a Jesús para que afirme su inocencia o

reconozca su culpabilidad.

¿A quién queréis que os suelte? (v.17). Pilato estaba

seguro que la inocencia de Jesús compitiendo con la

maldad de Barrabas, lo daría vencedor.

¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? (v.22). En su

pregunta se percibe que el mismo lo reconocía como

Mesías.

Pilato presentó otra objeción: Pues, ¿qué mal ha hecho? (v.23).

Viendo Pilato que nada conseguía y que más bien se formaba un tumulto, se lavó

las manos delante del pueblo;

II. Herodes, el soberbio

Cuando Pilato oyó que Cristo era de Galilea, lo envió al

gobernador de esa provincia. Traspasó a Herodes la

responsabilidad del juicio.

Herodes interrogó a Cristo con muchas palabras, pero durante todo ese tiempo el

Salvador mantuvo un profundo silencio.

Herodes se irritó mucho por el silencio de Jesús. Esta

indiferencia fue un atentado contra su autoridad. Su soberbia no le permitía

aceptar tal desconsideración de tal manera que su ira y

amenazas fueron en aumento.

Esa mirada de Jesús que transmitía amor, compasión y

perdón hacia el pecador no tenía nada que ofrecer a

Herodes.

Herodes no se atrevió a ratificar la condena de Cristo.

También quiso “lavar sus manos” y liberarse de la terrible responsabilidad y

mandó a Jesús de vuelta al tribunal romano.

“Dios ahogó en desprecio el orgullo de Herodes, y su

persona […] fue pasto de los gusanos, y entró en

putrefacción cuando aún se hallaba con vida”

(Historia de la Redención, p. 313).

III. Jesús, el fiel

Sometido a la voluntad del Padre.

Expresaba bondad y compasión aún con sus verdugos.

Ocupó el lugar de Barrabás y el nuestro.

Fue desnudado.

Fue vestido de un manto escarlata.

Fue coronado con una corona de espinas.

Fue galardonado con una caña en su mano derecha.

Se burlaron.

Le escupían.

Tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza.

Conclusión

Pilato, el cobarde y Herodes, el soberbio terminaron como

terminaran todos los cobardes y soberbios.

Jesús el fiel, fiel a los principios y a la misión que

había venido a cumplir, terminó sentado a la diestra de Dios Padre, y siendo el

Salvador de todos los pecadores que lo aceptan y

reciben.