Curso de liturgia 06

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TEMA

“Cristo y la Iglesia, actores de la Liturgia”

Comprender que la acción salvífica de Dios realizada por Jesucristo sigue presente a partir de la acción litúrgica continuada por la Iglesia. Cristo asocia y une a la Iglesia, de tal modo que son actores de la liturgia

TEXTOS

(M.D. 5 Encíclica sobre la liturgia ”Mediator Dei ” del Papa Pío XII, 20 de noviembre de 1947)

La Iglesia, pues, fiel al mandato recibido de su Fundador, continúa el oficio sacerdotal de Jesucristo, sobre todo por medio de la Sagrada Liturgia.

Esto lo hace en primer lugar en el Altar, donde es perpetuamente representado y renovado el Sacrificio de la Cruz, con la sola diferencia del modo de ofrecer

después con los Sacramentos, que son instrumentos especiales, por los cuales los hombres participan en la vida sobrenatural

y, por último, con el cotidiano tributo de alabanzas ofrecidas a Dios Optimo Máximo.

Para realizar una obra tan grande, Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica (…) Cristo asocia siempre consigo a su amadísima Esposala Iglesia, que invoca a su Señor y por El tributa culto al Padre Eterno. (S.C. 7)

Dios nuestro, que llevaste a cabo la obra de la redención humana por el misterio pascual de tu Hijo, concédenos que, al anunciar llenos de fe por medio de los signos sacramentales, su muerte y resurrección, recibamos cada vez con mayor abundancia los frutos de la salvación. (Oración Colecta – De la Sagrada Eucaristía I)

CONTEMPLAMOS

INTRODUCCION

Algo esencial que debemos tener presente para que pueda hablarse de liturgia en sentido cristiano y trascendente es: la presencia de Cristo.

Es decir, no podemos hablar de liturgia sin hablar de Cristo presente en nuestras celebraciones, sobre todo, en la Eucaristía.

La liturgia es un acto de Cristo antes que nada y nosotros participamos del ejercicio de su sacerdocio en la medida de que él nos asocia a todos como Iglesia en su acción salvadora.

Esta acción debe ser realizada no sólo por los presbíteros o ministros ordenados sino también por otros miembros del cuerpo de Cristo.

El único Mediador entre Dios y los hombres es Jesucristo. El continúa realizando la santificación del género humano y el culto al Padre a través de su cuerpo que es la Iglesia.

Y a esta Iglesia le ha comunicado su carácter sacerdotal. Es decir, porque Cristo está presente en su Iglesia ésta puede ofrecer al Padre su ofrenda.

Todos los bautizados y confirmados son incorporados a ese cuerpo. Pero, además, el mismo Cristo instituyó un sacerdocio visible, el sacerdocio de quienes en su nombre presiden la Eucaristía y la comunidad.

De este modo, se mantiene vivo el sacerdocio de Cristo. Y puede decirse que es el propio Señor, ya glorioso, el que sigue actuando en el mundo la salvación. La vida de la Iglesia, especialmente la Liturgia, es una manifestación de la presencia real, santificadora y redentora de Cristo, el Señor.

La liturgia es, por tanto, acción de Cristo, presente en ella (SC 7.33; LG 21; DV 21; AG 9). A la vez, e inseparablemente, la liturgia es también acción de la Iglesia, sacramento de Cristo, que ha brotado de su costado en la cruz para continuar en el mundo su obra de salvación (SC 5; LG 1. 9). La liturgia no es el único modo de presencia (Mt 28,19-20).

Apoyándonos de la Constitución sobre la Liturgia (Sacrosanctum Concilium) del Vaticano II, en el número siete se nos presentan los modos de presencia de Cristo en su Iglesia desde las celebraciones litúrgicas:

Presencia de Cristo en el sacrificio de la Misa

Esta presencia se afirma tanto en la persona del ministro, que hace las veces de Cristo, como en las especies eucarísticas (en el sacramento).

Ahora, Cristo se ofrece por ministerio de los sacerdotes. La función de estos es instrumental y representativa. Por eso se dice que actúa in persona Christi (Sto.Tomás). Y, con S. Agustín recordamos que, cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza.

Presencia de Cristo en

los sacramento

s

Se trata de una presencia, por la que se comunica el mismo Cristo, en una concreción histórica, a un determinado hombre, en una situación fundamental de su vida. Se ve así que se trata de una presencia que hace del sacramento un acontecimiento de salvación.

Así se hace vivo y actual el Misterio de Salvación para un individuo o una comunidad concreta. El signo sacramental es el vehículo simbólico y eficaz de la Palabra hecha carne y el Espíritu Santo es el agente interno que transforma y santifica al hombre mediante el sacramento.

Presencia de Cristo en la Palabra proclamada eclesial

“...En la liturgia, Dios habla a su pueblo; Cristo sigue anunciando el evangelio. Y el pueblo responde con el canto y la oración" (SC 33)

De nuevo, se

afirma que la

Liturgia es un

momento que

continúa y

actualiza la

Historia de la

Salvación, en la

que Dios habla

hoy a su

pueblo.

Para la liturgia se ha hecho la selección y ordenación de las lecturas en cada celebración y en el conjunto del Año Litúrgico, también mediante la elección de la respuesta a la Palabra en el canto, mediante los textos de las oraciones para la celebración.

La Palabra es un memorial de la Historia de la Salvación y del Misterio de Cristo y, por ello, contribuye a hacer presente y operante el Misterio salvador.

Las lecturas, dice S. León, hacen de una celebración litúrgica el memorial de un acontecimiento de la vida de Cristo.

Presencia de Cristo en la asamblea

reunida en su nombre

Cristo está presente en la asamblea reunida en su nombre, realizándose el ejercicio de su sacerdocio.

Además, vincula a su ejercicio concreto en la acción litúrgica a todo el cuerpo eclesial, del que es signo evidente la asamblea litúrgica.

Comprendemos fácilmente que, al estar la comunidad compuesta de miembros bautizados, también en ella esté Cristo presente.

¿Una presencia o varias?

es presencia del Señor Resucitado y de su obra de salvación o misterio pascual. A través de esta presencia se sigue salvando al hombre.

La Liturgia sigue siendo acontecimiento de salvación y medio de salvación. En ella, ha quedado el "Dios-con-nosotros" de una manera intensa y muy extensa en medio de su pueblo.

LA IGLESIA COMO SUJETO “ASOCIADO” DE LA LITURGIA

"Las acciones litúrgicas no son acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia, que es sacramento de unidad, es decir, pueblo santo congregado y ordenado bajo la dirección de los obispos…

…Por eso, pertenecen a todo el cuerpo de la Iglesia, influyen en él y lo manifiestan; pero cada uno de los miembros de este cuerpo recibe un influjo diverso según la diversidad de órdenes, funciones y participación actual" (SC 26).

La Iglesia es sujeto de las acciones litúrgicas, a las que es asociada por Cristo. La Iglesia celebra, ora, santifica... en la liturgia.

Pero además, la liturgia es oración y celebración de la Iglesia. La liturgia es de toda la Iglesia y nadie se la puede apropiar o instrumentalizar al gusto de la comunidad o el grupo.

MISA DEL CAMINO NEOCATECUMENAL

Celebramos con toda la Iglesia, oramos con toda la Iglesia… así se manifiesta el misterio mismo de la Iglesia y de Cristo.

La Iglesia, "cuerpo sacerdotal" de Cristo

Para la Constitución de Liturgia, la Iglesia es la comunidad congregada y presidida por sus pastores; es decir, la asamblea cultual. El entero pueblo de Dios, pastores y fieles, celebran la liturgia.

La participación de los fieles, brota entonces como un derecho y un deber en virtud de la pertenencia a la Iglesia por el Bautismo, es un modo por el cual respondemos a la invitación de Cristo mismo en la celebración.

Los ministros ordenados tienen, en esta comunidad eclesial, su papel que habrán de desempeñar desde lo que son. Sin ellos no hay Iglesia ni puede haber Eucaristía.

Son todos los bautizados que se reúnen en el nombre del Señor como asamblea los que celebran junto con Cristo, que es el celebrante principal.

Y esto se realiza mediante gestos, lenguaje, espacio, palabras y oraciones.

El Concilio quiso que los fieles no estuvieran en la liturgia como extraños y mudos espectadores (SC 48), sino como miembros activos y participantes conscientes.

Por eso, ha subrayado el valor de la asamblea como expresión viva de la Iglesia, sujeto actor de la liturgia.

Y era lógica esta insistencia porque venimos afirmando que es toda la Iglesia la que celebra y lo hace como un cuerpo vivo, un cuerpo que agradece la bendición de Dios.