Cuento del coche de chocolate

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En un país desconocido, en una ciudad desconocida había un coche de chocolate. A toda la gente le gustaba montar en el coche

porque siempre les daban chocolate gratis. Pero había un niño que se llamaba Pablo y su perro, Pepín. A Pablo y a Pepín les gustaba más el chocolate que a toda la demás gente del mundo mundial.

Todos los días daban una vuelta en el coche de chocolate.

Pero un día, cuando fueron a dar la acostumbrada vuelta en el coche de chocolate, había muchísima gente. Pablo y Pepín se

preguntaban porqué había tanta gente. Le preguntaron a un señor y este les dijo: -Parece que el malvado Comedor de Chocolate ha

vuelto y ha robado el valioso coche-.

Pablo y Pepín estuvieron esperando durante horas y horas en la ventana de su casa y entonces... - ¡Chocolatín a por el coche de

chocolate!-dijo Chocolatín apareciendo por el cielo. Pepín y Pablo no se lo podían creer, estaban viendo al héroe del

chocolate, el grande Chocolatín.

Pablo, Pepín y Chocolatín se montaron en una avioneta. Mientras estaban volando por el cielo, Pablo le preguntó: -

¿Señor Chocolatín, podía ir yo y Pepín con usted a la busca del coche de chocolate?- El gran Chocolatín se lo pensó: -Mmmmm, vale, pero debéis de tener mucho cuidado, el malvado Comedor de Chocolate es muy peligroso- Pepín contestó: -Guau, guau, es que Pablo y yo queremos montarnos muchísimas más veces en

el coche de chocolate, guau, guau-.

Chocolatín, Pablo y Pepín se dirigían al gran castillo del Comedor de chocolate. Cuando estaban casi en el castillo, vieron que el coche de chocolate todavía estaba bien. Pero pasó un rato y observaron por una ventana como casi estaban cortando el

coche para comérselo. El coche suplicaba: -No me comáis, os lo ruego-

Entonces, Pablo y Pepín saltaron al coche y ahuyentaron a los guardias.

Pablo Metió la marcha del coche, pisó el acelerador y atropelló al Comedor de Chocolate. – ¡Au!- respondía el Comedor.

Pablo, Pepín y Chocolatín llevaron al coche hacia la ciudad desconocida del chocolate. El coche no paraba de decirles: -

Gracias, muchísimas gracias-.

Llegaron a la ciudad y toda la gente gritaba: -¡Viva Chocolatín!- Pero chocolatín no paraba de decirles: -No me deis las gracias a

mi, dársela a Pablo y a Pepín- Y así vivieron siempre felices en la ciudad del chocolate, y Comedor de Chocolate nunca jamás les volvió a molestar.

Creo que estoy muy rico, estoy

para ¡comeeer!

¡Hasta la próxima amigos!

¡Volver cuando este hecho para comerme!

Total me van a volver a hacer