Post on 19-Jul-2015
LA MENTIRA
En la escuela Natan
Gesang había un
chico llamado Martín
que era alto, valiente,
flaco, fuerte e
inteligente. Él le
temía solo a una
cosa, eso era una
casa que decía que
estaba embrujada.
Pero un día dos chicos bajos, malos y torpes que se llamaban Tomas y Ariel, lo llamaron miedoso por temerle a una casa.Pero un día dos chicos malos y envidiosos, llamados Tomás y Ariel, lo
empezaron a molestar por temerle a una casa. Entonces él los retó
diciéndoles: -Si se creen tan valientes, entren y van a ver que yo tengo
razón. Aceptaron el desafío, y cuando terminó el horario escolar,
partieron para sus hogares a preparar sus bolsos, ya que pasarían la
noche en ese lugar.
Cuando estaban por entrar un vecino vestido de negro les
comento que en esa casa cada noche ocurrían sucesos extraños.
Pero los chicos siguieron su camino y entraron a la casa sin
prestar atención a lo que les dijo el hombre.
Cuando estaban por entrar, un vecino vestido de negro, les comentó
que en esa casa, cada noche ocurrían sucesos extraños. Que lo mejor
era no ingresar. Pero los chicos siguieron su camino y entraron a la
casa sin prestar atención a lo que les dijo el hombre.
Una vez que ingresaron, la puerta de entrada se cerró de golpe y se
trabó con llave automáticamente, los chicos quedaron encerrados en
la planta baja. Ellos estaban sorprendidos, asustados y se empezaban
a inquietar tratando de buscar una salida por donde pudieran escapar
en el segundo piso ya que habían subido a investigar. Pero no pudieron.
La casa tenía dos pisos. En el primero estaba la cocina repleta de
telarañas y platos sucios, también estaba el comedor abandonado
con sillones apolillados y a su izquierda una escalera que llevaba al
segundo piso.
Arriba había dos habitaciones muy viejas con ratas muertas sobre el
acolchado. Al fondo se encontraba un baño, sin agua y sin puerta,
con ratones saliendo del inodoro. Definitivamente esa casa estaba
abandonada hacía muchísimos años.
Cuando Tomás se apoyo en la pared sintió que se iba a derrumbar y
vio una sombra extraña. Él no le dio importancia, pero la pared se
abrió por la mitad y atrás de ésta había una guarida repleta de
alimentos podridos y un esqueleto que se empezó a mover para
atrapar a los intrusos. Ariel empezó a correr y se salvó, pero Tomás
quiso terminar con él. El esqueleto lo atrapó y Ariel corrió a salvarlo.
Huyeron y lo dejaron encerrado.
Nuevamente, los chicos bajaron y rompieron una ventana para
poder escapar. Lo lograron, estaban tan asustados que se fueron
rápidamente a sus casas.
Al día siguiente cuando fueron al colegio, Martín los vio y les preguntó
si él tenía razón. Ellos dijeron que no, pero Martin lo supo ya que los
estuvo espiando toda la noche. También él había puesto las telarañas,
las ratas y el esqueleto que lo sacó de el laboratorio de Ciencias
Naturales. En su clase de robótica fabricó un control para que el
esqueleto este en sus manos.
Tomás recordó que había visto una sombra en la casa y en el pasillo
de la escuela la volvió a distinguir. Él se lo contó a Ariel. Se dieron
cuenta que Martín había hecho todo a propósito. ¡No lo podían creer!
Más tarde se cruzaron a Martín, le preguntaron si él era esa sombra y
les dijo que era verdad y les confesó que no le temía a esa casa ya que
él había puesto todas las cosas tenebrosas.
Un mes más tarde la casa se derrumbó porque era tan frágil
que no soporto mucho tiempo más.