Crónica de Un Cubano en México

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Crónicas de un cubano que radica en méxico. De autoría propia para un trabajo universitario

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Crónica de un cubano en México.

Eran las 6 de la tarde, 6:15 tal vez, tarde lluviosa de viernes en el centro histórico de la ciudad de México. A pesar del clima, la gente citadina es fiel sus calles, y es inevitable encontrar un sinfín de personas caminando por los alrededores.

Todo tipo de individuos, de todos gustos, colores y pensamientos rondan las banquetas, y para el que es visitante frecuente, sabe que existen pintorescos personajes que son íconos del centro, cada uno con una historia diferente, pero ninguna menos importante que la otra.

Es ahí, exactamente ahí, fuera de Bellas Artes, donde está Yadel, un hombre alto, 1.80 centímetros tal vez, 56 años, de origen cubano, de Varadero exactamente. Vestido de manera inusual, con boina y una gabardina blanca, en efecto, muy al estilo Cuba, pero, lo que jamás puede faltar en su outfit del día, su accesorio favorito, un libro.

No fue difícil encontrarlo, lo realmente difícil fue sacarle una sonrisa, pues sus ojos reflejan ese sentimiento de extrañeza ante un citadino, a pesar de sus 12 años de estadía en México.

Yadel dice que “México lo ha adoptado, aunque sus habitantes lo miran raro”. Llegó de Cuba en un barco pesquero, escapando de una realidad que sigue azotando a sus compatriotas. Segundos después mira a la nada, asienta la cabeza y afirma: “Vivo en una jaula de oro, sigo siendo prisionero, pero mis libros me liberan siempre que lo necesito”.

Terminó la primaria, después la dejo para trabajar en una pequeña y vieja librería en Varadero. –Aún la recuerdo, se llamaba “El sendero”, era muy chica, habían como 500 libros, pero era mi refugio-. El sendero, le regaló la experiencia de adquirir conocimiento a un bajo precio, es por eso que diario camina por el centro histórico con un libro diferente, el cual le gusta cambiar con conocidos y desconocidos.

Actualmente, ha leído más de 700 libros, y eso, “de los que se acuerda”, dice emocionado. Aprendió a leer y a escribir, lo básico, pero aprendió. Y eso fue suficiente para desarrollar una habilidad lectora, que le permite terminar un libro de 300 páginas en una hora y media, tal vez dos.

Vive en una pequeña recámara, que le rentan en 500 pesos el mes. –Tengo que vender mis libros, a veces me deshago de los que más me gustan, porqué a veces vender cartón y latas no es suficiente para pagar mi renta- Yadel es solitario, pues le cuesta confiar en la gente, aunque se soltó fácil a platicarme su historia, una historia en la cual, no todo han sido alegrías.

“He pasado frío, hambre, incluso he sido señalado por mi color, porque la gente es tonta e intolerante, se nota que no leen mucho, por eso me gusta ser solitario”. Se le llena el semblante de coraje, frunce la ceja y toma un respiro, suspira y continúa.

Su sueño es tener una librería propia, y poder enseñar a la gente a leer y a escribir. Aunque sabe que es algo casi imposible, porque no tiene los medios ni los recursos, -a duras penas tengo para sobrevivir-. Pero no pierde la esperanza.

Por fin, llega una sonrisa, pero una sonrisa de despedida, pues comienza a obscurecer y quiere ir a leer un rato. Me estrecha su mano, y me da las gracias, pero ¿por qué?, acto seguido, me mira y me dice “Gracias amigo, tenía 4 días sin platicar con nadie, siempre es bueno hablar”. No fue necesario decir nada más, una sonrisa amigable fue el mejor gesto de despedida, de un nuevo amigo, de un cubano en México.

Sergio A. De La Rosa Zetina