Consejos del padre Jegusel a los sacerdotes

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CONSEJOS DEL PADRE JEGUSEL

A LOS SACERDOTES

Preparado porHumberto E. Corrales

Junio 2015

• El padre Jegusel era un profesor muy estimado de la Universidad Pontificia de Roma. • Antes de morir, y a pedido de sus alumnos que le

estimaban muchísimo, escribió estos consejos para lo nuevos y los antiguos sacerdotes.• Estos son, pues, los consejos de un sacerdote en el

lecho de muerte para otros aun en esta vida.

1. Que la santa Misa sea el sol de cada una de tus jornadas

• Esfuérzate por comprenderla, gustarla, vivirla. • Celebra tu misa

como si fuera la primera, la última, la única de tu vida.

2. Siempre recuerda que la Misa mejor celebrada es aquella mejor preparada

• No seas de aquellos que pasan de charlas mundanas a celebrar el Santo Sacrificio sin meditar nada, sin meditar nada, sin hacer un paréntesis de recogimiento.

3. Defiende tu Misa de la rutina y del automatismo

• El veneno que mata tu Misa es la rutina. La repetición trae la rutina. • Por eso no te quedes nunca con una sola plegaria

eucarística, generalmente la más corta. • Es necesario que vayas cambiando de plegaria según el

sentido espiritual y pastoral de las múltiples que te ofrece el misal. • Por ejemplo, la primera es la de la gran tradición de la

Iglesia Romana, pronunciada por muchos santos y apóstoles durante más de diez siglos. La Tercera es de muy venerada por su antigüedad. La cuarta, es el resumen más bello de la Historia de la Salvación. • Puedes aprovechar los momentos penitenciales y las

celebraciones con niños y jóvenes proclamando las plegarias especiales para cada caso.

4. Que cada palabra sea un “anuncio”, y cada gesto un “signo sagrado”

• Transforma tu Misa en una vivencia. • La gente queda tan contenta cuando

ve y oye a un sacerdote celebrar con toda devoción y pronunciando despacio las palabras, como quien habla a alguien que siente allí presente y a quien ama y respeta inmensamente.

5. Evita toda “carrera”, especialmente al pronunciar la Plegaria Eucarística

• Recuerda las palabras del santo cardenal Mercier, las últimas que dijo a sus sacerdotes antes de morir: “Dedíquenle unos minutos más a su Santa Misa”. • Como las palabras de la plegaria eucarística ya te

las sabes, tienes el peligro de decirlas a la carrera, y el pueblo se dará cuenta de tu modo descuidado de celebrar. • No temas ser muy exacto en pronunciar bien una

por una todas las palabras de la plegaria(sin exageraciones teatrales, pero con toda solemnidad). Los feligreses te lo agradecerán.

6. No improvises nunca tu Misa

• Que no te suceda ni una vez el llegar al altar sin saber de que tratan las lecturas de la fecha, o qué fiesta se celebra en ese día. • Sería un incalificable

irrespeto a la acción más importante de toda tu jornada.

7. Nunca la causa de Dios está tan en tus manos como cuando predicas la homilía

• El día del Juicio quizás de pocas cosas vas a ser juzgado con mayor severidad que del modo como preparabas y decías tus homilías. • Puede ser que la única instrucción

religiosa que reciba mucha gente sea tu predicación.• Difícilmente el pueblo recibe la

Palabra de Dios fuera de la Misa. Piensa en tu responsabilidad: “Los que enseñaron a muchos la santidad, brillarán como estrellas por toda la eternidad” (Dn 12, 3).

8. Graba esto en lo más hondo de tu memoria: ¡lo más importante de toda tu jornada es tu Misa!

• Aquello por lo cual más vale como sacerdote es tu Misa. • Cuando celebras la Misa

estás en la parte más alta de toda la pirámide humana, y en ese momento sólo hay uno por encima de ti: Dios. • ¿No es una lástima entonces

que te apresures tanto, que no te prepares o que te distraigas fácilmente?.

9. Practica siempre la liturgia de la vida

• Consiste en ofrecerse uno mismo a Dios y su trabajo diario, como: “Hostia viva y agradable a Dios" (Ro 12,1). • Acuérdate que, cerrado el Misal, tu

Misa debe continuar en la vida. • Practica el consejo del Papa Pío XII:

"No dejar ningún día sin hacer una visita al Santísimo, que será también un excelente buen ejemplo para los feligreses". Y hazla por aquella intención que deseaba Pablo VI: "Como un agradecimiento al don sublime de la Eucaristía y como un -gracias- y una preparación para tu Misa".

10. La Liturgia de las Horas es el mejor termómetro de tu fervor sacerdotal

• Es lo primero que abandona el sacerdote tibio. • Ama el Oficio Divino como el escudo de tu castidad. • No lo consideres como una pesada carga, sino como

una maravillosa oportunidad de glorificar a Dios por los que no lo hacen, de pedir perdón por los pecadores en peligro, de dar gracias en nombre de toda la humanidad, y de enriquecerte en lo espiritual.• Con el rezo de tus Salmos puedes cambiar el mundo

mucho más que con tus doctas conferencias.

11. Haz que todos los que te traten te sientan primero y ante todo como sacerdote de Cristo

Y era tal nuestra preocupación por ustedes, que estábamos dispuestos a darles, no sólo el Evangelio, sino también nuestra propia vida… (1 Tes 2, 8)

12. Considérate al servicio y a la disposición de todos

• Que puedas repetir con Jesucristo: "No he venido a ser servido sino a servir". • Y que el divino Redentor te recuerde las

maravillosas palabras que dijo a su apóstoles: "SERÁS FELIZ SI HACES ESTO" (Juan 13,17).