Post on 28-Sep-2018
Concurs de Relats i Fotografies 2010
Intercanvi d'Estudiants | ETC - Edifici d'Estudiants
Índex de Relats
Concurs de Relats i Fotografies 2010...........................1
Intercanvi d'Estudiants | ETC - Edifici d'Estudiants....1
Relat guanyador: El muerto quiere camote....................4
Barcelona, amigo..................................................................9
Like a Spanish village........................................................15
Arrivederchi.......................................................................20
Carta por un amic..............................................................29
Vida eterna a la Ciutat Eterna.......................................35
Índex de Fotografies
Fotografia Guanyadora: Train Station in Chinese New
Year........................................................................................6
Humildad................................................................................6
Un miroir de soleil..............................................................13
Cykeltur (Viatge en bicicleta).........................................13
We LOVE Taipei..................................................................17
The Erasmus experience follows you where ever you go
..............................................................................................21
L'educació especial a Chinchero.....................................21
2
Relat guanyador: El muerto quiere camoteLeticia Almanza Monferrer
De seis meses de intercambio, el mejor recuerdo que
mantengo fue el del 1 de noviembre en Zacatecas,
México. El día de muertos… esa tarde no existían las
clases ni los maestros, solamente cientos de personas
con disfraces dantescos cantando “el muerto quiere
camote” por todas las casitas de la ciudad.
Deambulando por las calles fui a parar al panteón. En la
entrada blanca impoluta me encontré a una mujer
gordita, morena, de cara curtida y vendiendo
calaveritas de azúcar y chocolate para los altares de
los muertos. Me senté a su lado y empezó con un
suspiro a contarme la historia de los difuntos músicos
del cementerio.
“ ”
El acuerdo se llevaba a cabo el día de antes. En estricto
orden se escribían los nombres y al lado las canciones y
cada año se repetía de la misma manera para que los
nuevos pudieran participar. En la noche de muertos el
cementerio se llenaba de familias con un dolor antiguo,
de cráneos de dulce y de cacao y de niños disfrazados
de criaturas siniestras. Las tumbas eran alumbradas
con millares de velitas que se iban consumiendo entre
las palabras y el recuerdo.
4
Entonces un grupo de 4 hombres se acercaba cargando
sus instrumentos de música, con sombreros de paño
negro, dientes de oro y camisas blancas.
- Buenas noches familia ¿una canción para el difunto?
Todas las miradas se clavaban en ellos a pesar de que
no se diferenciaban de la oscuridad.
- Se las dejamos baratitas: 40 pesos por canción para
recordar al muerto
Las familias los despedían con un gesto de tristeza y
resignación o empezaban a cuchichear entre ellos para
decidir que canción le dedicaban a su muerto. A veces
atinaban y su selección era rápida, otras, para
sorpresa de los parientes, los músicos empezaban a
renegar explicándoles que les convendría más elegir
otra melodía. Las familias perplejas y sin entender muy
bien cómo, acababan cediendo a las sugerencias de los
músicos.
Así caía el sol y unas nubes fucsias empezaban a bañar
todas las criptas.
Murmullos al unísono rezaban por las almas, los niños
ya empezaban a llorar, los hombres se aburrían, y
entonces las mujeres sacaban de canastos de mimbre
5
y de telas de colores, tortillas, frijoles, quesos y
botellas de tequila y mezcal, regaban un chorrito sobre
la tierra y lo pasaban luego a las gargantas sedientas.
Los músicos iban caminando y descaminando sus
pasos y tachando nombres en sus listas según habían
conseguido que las familias pagaran una canción para
los difuntos. Cuando la comida se agotaba y el tequila
empezaba a causar estragos, las mujeres rezaban las
últimas oraciones de manera mecánica, reacomodaban
las flores, y con un cuchillo despegaban los bultitos de
cera de las tumbas. Hasta que se iba el último cuerpo
con vida del cementerio, los músicos esperaban
apoyándose en sus instrumentos con la mirada perdida
y haciendo ademanes con sus sombreros para las
últimas despedidas.
Entonces revisaban su lista, recontaban las monedas y
volvían al no mundo con sus muertos, a beber con las
calaveras, a contarles si habían conseguido que sus
respectivas familias pidieran las canciones que ellos
deseaban para alimentarse el alma.
La música era la única cosa que les producía sensación
de cuando estaban en vida, por eso en la noche a los 4
músicos se les permitía estar en tránsito, ni aquí ni allí,
con peticiones de música de los muertos que solo podía
6
sonar si era pagada por los vivos para el recuerdo de
ellos, los ausentes.
“ ”
Al acabar su historia la mujer me miró, no entendía que
hacía tan lejos de mi casa, le dije que valía la pena por
momentos como esos y mientras me alejaba empezó a
tararear una canción.
7
8
Fotografia Guanyadora: Train Station in Chinese New Year
Marta Viles Casanovas
Humildad
Imanol Crespo Martínez
Barcelona, amigoYussef Chaib Abderrahman
En Melchor de Palau, hay una esquinita, un hueco donde
el tiempo discurre distintamente. En ese rellano, la
alterada monotonía del espacio tiempo convoca
sucesos tan extraordinarios que pasan desapercibidos
a nuestro entendimiento. Fue allí, dos meses después
de llegar, donde conocí a Barcelona. Aquella noche
aprendí lecciones que son tan útiles, tan rentables que,
en mi vida, he podido aplicarlas. Aquella madrugada me
enseñó que el alcohol no mitiga las penas, más bien hace
de espejo cóncavo en el que, al mirarte, te sientes
hundido o exultante, jodido y viceversa, en palabras de
Benedetti, independientemente del mal causado.
Entonces, cuando me crucé con él, con Barcelona, lo
miré fijamente a la cara a sabiendas de que ese acto no
quedaría en mirada furtiva, porque él, por encima de sus
gafas, me lanzó un destello de cristal y me espetó:
− No em reconeixes, oi?
Me costó un segundo oscilar del pensamiento en
castellano a la voz catalana de Barcelona.
9
− Tú també creies que, per ésser ciutat, hauria de ser, a
la teva personificació, una dona, oi que sí? Tots els
homes sou iguals…
No sabía qué decir. Me dio la sensación de que cualquier
palabra, cualquier dubitación no haría más que dejar
entrever mi estupor y sería como darle la razón.
− Som-hi, agafa’m dels braços: avui tinc ganes de
passejar pel meu cos.
Como buen autómata, me agarré fuerte a él. Había
bebido tanta ginebra que no podía erguirme.
− Saps que no et fa bé beure tant. He vist morir massa
gent amb menys glops. Potser viuràs per a panadir-
te’n.
Callé un segundo y comencé a explicarle todos mis
problemas. Él, con sus duros rasgos, me miraba en
silencio. Tenía los ojos entre glaucos y grises; como un
cielo que no acaba de aclararse.
− No et dic que no, però no és prou motiu per a matar-
te poc a poc.
Me dio un abrazo atenazador que me hizo sentir bien.
Llegamos a la estación de Sants a trompicones.
10
− Aquí es reuneix la gent més rara. No obstant això, es
pot aprendre molt d’ells. Seu allà i fixa-t’hi.
En esto, se acercó a un viejo destartalado que
vomitaba en unos bancos. También me recordaba a
alguien ese proyecto inacabado de persona o
personificación. No distinguía entre los dos extremos.
Apenas podía abrir los ojos, tenía muchísimo sueño;
súbitamente todas las imágenes de mi vida, todos los
tragos indiscriminados, las batallas que difícilmente
había podido superar se me agolpaban en la frente y
solo quería dormir, dormir en Barcelona, junto al vaivén
de gentes que se arracimaban en la estación a las tres.
No me sentía perdido ni desplazado, aquella vez no, tan
solo quería descansar, descansar hasta que llegara la
primavera, que vagueaba en el calendario de aquel
2010. Creo que sonreí, que me invadió un entusiasmo
absurdo, un optimismo autogenerado o autodegenerado,
y el frío me caló el pensamiento. Me hice un ovillo, me
acurruqué sobre el regazo de Barcelona, que era
punzante, indiferente, y a la vez cómodo,
paradójicamente agradable.
− Avui no et toca dormir, és hora de marxar.
Creo que, de súbito, le dije que porqué era tan
prepotente, tan taimado.
11
− Desde el aire, eres como una mujer, tus senos, tu
Tibidabo, tu Montjuïc, se enseñorean, humildemente,
como si tuvieras idea de tu belleza, pero no la
mencionaras por miedo al orgullo. Quieres gustarme, y
me gustas. Cuando ando por tu vientre, por las estrías
de tus caderas, me siento diluido entre tanta
magnificencia, pero no so loeres grandiosidad. También
están los charnegos que vinieron en busca de vida y los
que se marcharon hacia el mar desesperados por culpa
de tus férreas máquinas, de tus engranajes de
palabras y prepotencia. Otros languidecen
preguntando la hora en Passeig de Gràcia, y tú solo te
muestras bonita y melancólica, preciosa, cuadrada, con
tu Plaça Catalunya…
− Això no!
− Eso sí... Mírate, tienes las manos más bonitas y los
oídos más pequeños. Cuando me paro en Plaça
Universitat, te imagino como una señora que come
pipas, y realmente sé que eres un simple burgués que se
fuma puros de domingo en Pedralbes.
− No, t’equivoques. Però que siguis sincer diu molt de
tu. Jo tinc varies formes, rei, no sóc una persona i si ho
fos també seria incongruent. No ho ets tu, oi?
12
Malgrat això, ofereixo el que la gent vol veure, no perquè
sigui condescendent, sinó perquè ha de haver-hi de tot,
saps? Tu et creus millor que la resta perquè fas vagues
de fam i mai no veus el futbol, però ets una persona
més, no te n’oblidis. Per tant, sóc la senyora que
t’imagines a la plaça i sóc el borratxo que vomita a la
estació perquè es mor de càncer i no vol que el vegin a
casa. Sóc la prepotència de Plaça Espanya, però també
la fam dels rodamons que acullo. Sóc Sarrià i el Raval. I
si dorms, no et llevaràs. Acompanya'm.
Me cogió en brazos. Y de pronto, todas las calles
comenzaron a aparecerse. Recorrimos Gràcia con sus
hippies, Sant Gervasi y sus casas ajardinadas, los
pinos de Collserola, los cipreses,el Gaixample, los
interminables paseos, las calles infinitas, Lesseps y al
fin me llevó en sus brazos a la playa. Nos sentamos un
rato y luego se despidió parcamente. Me dijo que no me
dormiera hasta llegar a casa. "¿Qué casa?" le dije . Y al
cabo:
− T’he mostrat molts llocs, no siguis dolent i escull-ne.
Adéu, que vagi bé.
Me tumbé extenuado sobre la arena. Estaba húmeda.
Me quedé contemplando las olas que acudían a la orilla
solemnes, apenadas. Allá lejos el horizonte estaba
calmo, desierto como yo. Parecía dubitativo, al fin una
13
pequeña brecha de luz, un hoyo a través del que se
bifurcaba el cielo, por donde asomaba el sol con sus
tentáculos. Pasados unos segundos o una vida entera,
la luz le ganó el pulso a la noche y las fuerzas me
volvieron a los brazos. Me percaté, entonces, de que la
ginebra no era buena compañera.
14
Like a Spanish villageMaria Moret
Els txecs tenen una expressió molt curiosa: this is like
a Spanish village. La fan servir quan creuen que alguna
cosa és caòtica, il·lògica, sense cap ni peus. Així van ser
els meus inicis a Praga, em sentia com si fos in a
Spanish village. L’idioma, la cultura i la distància em
feien sentir confusa, en una recerca constant de la
lògica txeca. Com a qualsevol lloc trepitjat de nou tenia
la il·lusió per descobrir cada racó de la ciutat, per
desxifrar els seus secrets i profanar els llocs
reservats exclusivament als txecs. Potser així,
sentiria que no era una turista més fent les quatre
fotos, prenent una cervesa amb vistes al castell o a la
riba del Moldava. Hi havia de passar un any i volia, ni que
fos per una estona, que se’m deixés de confondre per
una turista despistada.
Poc a poc, vaig anar deixant el mapa a casa i vaig
començar a endinsar-me a l’altra Praga. No vaig tardar
en descobrir que viure en aquesta ciutat era com viure
una escena contínua del teatre més absurd. Poca cosa
tenia lògica i la cosa més petita es convertia en una
odissea kafkiana. Com el primer cop que vaig anar a
comprar fruita. Per sort, vaig optar per un self-service
en què només a l’hora de pagar m’hauria de dirigir en
15
aquella estranya llengua eslava. Quan el botiguer em va
parlar vaig sentir un bloqueig lingüístic, físic, i en
comptes d’intentar dir qualsevol cosa vaig esbossar el
més gran dels meus somriures, convençuda que
formava part del llenguatge no verbal internacional.
Però quan l’home em va començar a escridassar i em va
tirar el canvi de mala gana vaig pensar que potser a
Praga el somriure era una expressió ofensiva. Mentre
recollia les monedes vaig deixar anar alguna cosa en
txec, inconnexa i sense sentit, intentant restablir les
bones relacions de veïns. La fúria va augmentar i vaig
pensar que una retirada a temps era millor que
espatllar una bonica relació botiguer-client que just
acabava de començar.
Amb el pas de les setmanes l’escena es va repetir al
supermercat, al metro i a un bar. No podia parar de
pensar que tot plegat era like a Spanish village.
Sospitava que hi havia alguna cosa que els ofenia i no
acabava d’entendre quina. Amb el pas dels temps van
anar arribant els descobriments. El més important de
tots va comportar l’eliminació del somriure i
substituir-lo per un bon dia semi brusc. Només llavors
vaig ser tractada amb normalitat. No era res personal.
Tot plegat era com aquell conte de Melville, Bartleby
l’escrivent, on el seu protagonista davant l’elecció de
fer o no fer, prefereix no fer. Una actitud vital, una lluita
silenciosa contra el sistema amb la qual els txecs hi
16
tenen molt en comú i, en certa manera, molts d’ells són
una mica Bartlebys.
T’adaptes, com també t’acostumes a l’absurditat de
fer cues interminables a les estacions i just quan és el
teu torn… és l’hora de fer el cafè i la guixeta tanca,
sense importar gaire que perdis el tren. Al contrari, per
primer cop et somriuen. Callo i com tota la cua poso
una cara inexpressiva, no em moc i espero estoicament.
És el que s’espera de mi. El taquiller s’acaba el cafè i el
sandvitx, obre la guixeta i amb un txec molt tancat em
diu alguna cosa. Merda, no l’entenc. La gravetat de no
entendre el que et diuen és la pitjor de les catàstrofes!
Per que molts txecs davant la perspectiva d’entendre
o no entendre l’anglès, prefereixen no entendre’l. Ho
intento, però m’he creuat amb un d’ells i amb resignació
abandono la cua, sense bitllet i amb la promesa de
millorar el meu txec. Em barallo una estona amb les
màquines expenedores de bitllets, però inclús
aquestes, semblen regir-se per la lògica txeca.
Al cap dels mesos m’hi he començat a sentir còmoda.
Anar al supermercat ja no és un suplici, fins i tot
m’atreveixo a anar a la carnisseria i demanar una canya
de llom. M’acabo emportant un bistec de vedella, però
fingeixo que és el que havia demanat per convençe’m
que el meu txec està millorant. Amb dignitat pago,
agafo la bossa i amb un somriure contingut li desitjo un
17
bon dia. No puc evitar preguntar-me si ha preferit
vendre’m vedella. Poc a poc deixa de ser un Spanish
village, per convertir-se en la meva Praga on a cada
cantonada no saps si preferiran fer o no fer. No puc
evitar somriure per dins, mentre per fora mostro una
cara inexpressiva i només l’últim dia, quan la ciutat
està d’esquenes i adormida, li somric d’orella a orella
recordant que uns mesos enrere this was like a
Spanish village.
18
ArrivederchiImma Anglès Sarrias
“Vieni?”, criden des del carrer. Agafo les claus
ràpidament i baixo en una revolada. Assegut a la Vespa,
em dóna el casc mentre es contempla al retrovisor la
italianitat feta persona: ulleres d’aviador, perfum,
sabates de punta... Me’l poso i sec. Engega el motor i
arrenca carrer avall a gran velocitat. Serà l’última
vegada que donarem un passeig en motorino, i avui
farem, exactament, el mateix recorregut que nou
mesos abans, quan ho veia tot per primera vegada.
“Agafa’t bé que cauràs tesoro”. Somric... Italians!
Ja he perdut la por a anar amb moto serpentejant
entre l’esbojarrat trànsit de la ciutat. S’ha d’entendre
com una dansa de caos, en la què, si s’hi balla, tot va
com una seda i on el problema arriba quan s’intenta
conduir a l’europea. És passat migdia i fa calor. Parem
al semàfor. “Francescoooouu!”. És el pizzer, amb la seva
panxota enfaixada en el davantal blanc que estava fent
una cigarreta al carrer i ens ha reconegut... “Porca
troia...”, musita el meu amic abans de regalar-li el seu
més gran somriure. “Mi devi paga’ le pizze!” “Subito
Fabio?! Stasera!”... Verd. Estem salvats.
20
Al pis hi vivim set persones de quatre nacionalitats
diferents. Contra el que es pugui pensar, hem
desenvolupat una gran cultura de cuina els caps de
setmana que comença a les paradetes del mercat i
acaba amb una llarga sobretaula. Però això no treu que,
de tant en tant, tirem de les pizzes d’en Fabio... Pel què
es veu, sense pagar!
Ja som a la piazza Risorgimento, on hi ha la millor
gelateria... En aquest nus viari, un diumenge al matí
anava amb autobús tota sola i, de sobte, el conductor
va parar i va venir fins on jo seia per preguntar-me si
sabia cap a quin dels carrers havia de tirar... El curiós
va ser que, després de cinc mesos allà, ni em va sobtar
una situació que a Barcelona hagués estat
inimaginable.
Un fort clàxon quasi em fa caure de l’ensurt. “Ma che
cazzo!!...” Com sempre que fa alguna imprudència, el
Francesco no contesta... Accelera. Som a Via della
Conciliazione, avançant cap a la plaça Sant Pere... La
cúpula es fa cada vegada més gran... Tot i travessar-la
cada matí, no hi ha hagut dia que no m’hagi parat a
contemplarla... Entre les columnes, els turistes adoren
el déu Sol... Entre tant mitjó blanc en sandàlia, amb els
meus companys ens sentíem orgullosament
autòctons. Anar-hi sola és també tota una experiència.
21
Sempre hi ha algun jubilat xerraire a l’aguait de
jovenetes soles...
“Vuoi un caffè?” “Non adesso”... Sense cap problema
estem recorrent el petit carrer Borgo Pio contra
direcció i hem passat per la Latteria... La cafeteria al
costat de la universitat que rivalitza amb les cadires
de les aules en quantitat d’hores asseguts. Aquí el
cambrer ens rep sempre amb un gran somriure i ens
prepara els millors cappucinos dibuixant-hi sobre
l’escuma un somriure amb cacau... Un detall que va
tenir, al final ,el seu efecte i ara està sortint amb la
meva amiga madrilenya... M’hi he estat moltes hores en
aquest lloc... Quasi sempre amb gent però també sola,
perquè és impossible avorrirs’hi... Els italians són un
espectacle ambulant i, en els pocs minuts que dura el
seu espresso a la barra, s’hi pot veure desfilar, en una
sola tarda, una comèdia, una tragèdia i un drama.
Travessem el riu... “Piazza Navona, vero?” “Si”.. Ja estem
botant els carrerons gastats del casc antic que,
indefectiblement, enamoren el visitant... Qui s’hi pot
resistir?... A ambdues bandes se succeeixen el colors
rogenc, mostassa i carbassa de les façanes... Em conec
tots els carrers, placetes i carrerons de tant
passejar-hi... Aquesta ciutat obliga a estimar-la, i
estimar-la és caminar-la... Amb la compensació d’unes
soles destrossades.
22
“Fermati un attimo!” Estem davant el ghetto jueu...
Només quatre carrers empresonats en el centre
històric. Algú em va dir una vegada que al ghetto el
silenci s’escoltava i tenia raó. Sempre hi he anat sola...
M’agrada deambular i ficar-me a portals que donen a
patis porticats... I pensar.... Tothom amb qui he parlat
està d’acord que un any a l’estranger és, d’alguna
manera, un any de reflexió...
“Adesso Termini”, li crido intentant que em senti.
“Termini?”, crida. “Si”. “Sei pazza”. És la solució. Quan no
m’entén, és que estic boja. Termini és l’estació central.
M’agradaria entrar-hi, però prou paciència està tenint.
Aquí vaig arribar fa nou mesos amb una maleta petita i
una por immensa... Hi he esperat molta gent i des
d’aquestes andanes he agafat molts trens que m’han
dut per tota Itàlia... Trens antics i sempre en retard...
Termini és un no parar, un nus de cultures, un moviment
constant de vides anònimes en una instal·lació aturada
en el passat.
Tombem carrer avall... Esquivem un vianant que
travessa temeràriament com tots, com
jo mateixa... I allà apareix... El Coliseu... Grandiós,
majestuós...i decaient. Símbol i mirall de la ciutat.
Parada obligatòria per tot visitant...
23
Però ara... “Dove andiamo?” El recorregut acabava aquí
però... Per què em porta al Circo Masimo?... Enfilem
l’Aventino... Passem el Jardí dels Tarongers... Arribem a
una plaça i para el motor... “Una porta?” L’Ordre de
Malta, hi diu, al costat d’un porticó verd que interromp
la monotonia del mur. Baixem de la moto i m’indica la
ferradura de la clau?... “Guarda”... Miro pel forat... I
emmarcat entre dues fileres perfectes d’arbres verds,
dins la forma de la ferradura, es veu, al fons, la cúpula
del Vaticà banyada en la llum daurada que només
aquesta ciutat pot tenir... I de sobte ja no la veig
perquè estic plorant... Aquest tipus de coses màgiques
són les que només passen aquí... “No vull marxar”,
penso... Com si m’hagués llegit el pensament, el
Francesco diu: “Dai...Questo non è un addio, è soltanto un
arrivederci” (arreveure)... Sí... Té raó, després de quasi
un any i amb tot el què he viscut només puc dir una
cosa: Arrivederci, Roma.
24
Carta por un amicLaura Salinas Tejedor
Barcelona, 2 Abril 2010
Estimat amic,
Ara ja fa un any que vaig tornar a Barcelona, tres-cents
seixanta-cinc dies des que vaig enlairar-me amb aquell
avió de Ryanair que em portaria de nou als braços dels
meus ares, que havien estat desitjosos de rebre’m des
del mateix dia que havia marxat. Curiosament, aquesta
experiència no només havia estat enriquidora per a mi,
sinó que tots els que vivien a prop meu havien sofert
una petita transformació positiva d’ençà la meva
partida. Sense dubte, havien après a conviure amb la
idea que la seva petita anava fent-se gran.
Com ja vaig explicar-te, la raó per la qual vaig fer
l’Erasmus a Hamburg, on vaig trobar-te, va ser per
sortir de la petita capsa en la qual vivia. Només coneixia
les quatre parets que m’envoltaven, una realitat que jo
mateixa havia anat configurant amb l’ajut dels que
estaven al meu costat; anava a la universitat, me’n
tornava, sortia a fer un tomb amb els amics,
passejàvem pel tumultuós carrer del centre...
26
En definitiva, la meva vida era ben senzilla i res
m’impedia de continuar-la o complicar-me-la
innecessàriament. Per què hauria de traslladar-me a un
indret on no coneixeria ningú, a un ambient diferent al
meu on la comunicació no seria fàcil? Quin sentit podria
tenir començar des de zero?
Amic meu, sóc conscient que aquests pensaments són
poc “open-minded”, com tu diries, però si us plau, entén
que quan et trobes dins la capsa, costa molt veure més
enllà. Tot i així, sorprenentment vaig acabar emplenant
un seguit de documents que em conduirien a veure la
capsa des de l’altre cantó. Quina por!
Abans del gran dia, tots em desitjaren bona sort i em
donaren alguns llibres per si em trobava sola. Vaig
omplir l’ordinador de pel·lícules, sèries per si m’avorria,
fotos dels meus amics i familiars per possibles
moments de crisis melancòliques, música per a no
pensar i apunts de la carrera per si no entenia les
classes. És curiós veure ara que res d’allò em va fer
falta gràcies a tu.
De camí a l’aeroport, amb la maleta plena de records i
roba, em preguntava què estava fent. En l’últim
moment, li vaig haver de sumar un paquet que portava
per nom “equip de supervivència”, que el meu germà
gran va donar-me; portava unes pinces per a estendre
27
la roba, draps de cuina, dues ampolles d’oli d’oliva, pel
mite que allà no en trobaria, un gorret d’hivern, i un
poema de Konstantínos Kaváfis anomenat “Ítaca”, que
et recomano molt llegir. Després de l’espera’t i difícil
“adéu”, i d’un vol de dues hores i mitja em trobava en el
meu nou destí: Hamburg.
Va passar tota una setmana, abans que tu arribessis.
Altres estudiants d’Erasmus i de màsters
internacionals vinguts de molts racons del món -
França, Itàlia, Noruega, Lituània,Turquia, Canadà, Índia,
Finlàndia, Mèxic,Tailàndia, Perú, Rússia, Brasil - ja hi
eren i havíem començat a conèixer-nos. Tot i parlar
diferents llengües, l’anglès i les ganes de viure aquella
experiència ens unia. És difícil explicar com des d’un bon
principi sentia tenir un munt d’amics dels que,si amb
sort, només en coneixia el nom.
Amb tu va ser diferent. Vas aparèixer l’últim, i com si el
destí ho volgués vas entrar a la classe del curs intensiu
d’alemany, al mateix temps que entraves a la meva
vida. Casualment, vas seure’t al meu costat i en
aquelles tardes d’Octubre ens vam fer amics. No sé si
recordaràs com feies bromes amb el meu accent
espanyol, i com jo et distreia de la feina per a què
m’expliquessis més sobre el teu país, que fins aquell
moment només era un nom per a mi, Turquia. Em
parlaves d’història, de l’imperi Otomà, del líder Atatürk,
28
de la teva religió, dels teus costums, dels problemes
que teniu per entrar a formar part de la Unió Europea,
dels menjars riquíssims que trobaves tant a faltar. La
meva ignorància i curiositat inexhaurible et sorprenien
en forma de preguntes, però jo només coneixia el que hi
havia dins la capsa i volia aprendre tant de tu!
De seguida, vam descobrir Hamburg junts. Agafàvem
l’S-Bahn, després de classe i ens baixàvem a una
estació diferent segons el dia. Durant aquelles hores,
les nostres converses volaren més enllà. Les teves
paraules van descriure’m la teva família, el teu petit
poble, Alanya, els teus estudis, que mai vaig arribar a
entendre del tot, les teves inquietuds i el motiu pel qual
eres allà. Venies a fer un màster per a millorar les teves
oportunitats laborals, i amb sort, reduir el temps de
servei militar a un mes. I què en sabia jo de tot això?
Gràcies a tu ara puc explicar centenars d’històries i
puc entendre l’anhel d’algú que viatja com un reclam per
la pau i l’oposició a la violència; puc assaborir l’aroma
d’haver conegut realitats tan riques i plenes de formes
diferents, que eren totalment desconegudes per a mi.
Suposo que tu també comparteixes aquesta sensació
tan agradable. I és que vam saber trobar en les nostres
diferències un lligam que encara avui continua.
Quan vaig haver de tornar, fa exactament un any, no em
vas voler dir “Good bye”, sinó “See you later”, i així va
29
ser. A l’estiu m’havies d’ensenyar a Turquia tot el que,
mesos enrere, m’havies descobert amb paraules a
Alemanya.
I què dir-te, amic meu, de la meva capsa? Aquelles
quatre parets de la meva realitat són molt més al fons,
tan al fons que gairebé no les distingeixo. Potser
perquè no hi són? O perquè els elements que hi ha dins, i
que estiren les parets endarrere, són molt més
nombrosos? Sigui el que sigui, ara hi ha més llum,
colors, coneixements, experiència, espai, sí...espai, això
últim és tan important! més lloc per encabir més
històries!
Espero que t’hagi agradat saber de mi i recordar
aquells temps no tan llunyans que vam compartir
plegats en aquella bonica ciutat del nord d’Alemanya.
Fins la propera carta, cuida’t molt.
Una forta abraçada,
Laura
30
31
The Erasmus experience follows you where ever you go
Adam Oliveras Sala
L'educació especial a Chinchero
Alba Trenchs Picó
Vida eterna a la Ciutat EternaClara Duch Alanyà
Aquells dies encara no era estiu però feia tanta calor
que ningú dubtava que a Roma les coses anaven així.
Feia alguns anys havia llegit en un llibre de Cesare
Pavese un capítol que començava així: “L’estiu a Roma no
s’acaba mai. Aquelles nits tan curtes duraven per sempre”.
Vaig memoritzar de seguida aquella frase que, molt
abans que mai hagués decidit que voldria anar a fer un
Erasmus a Roma, ja havia trobat bonica. Em semblava
preciós que un estiu pogués ser inacabable i, encara
més, que una nit d’estiu durés per sempre. Des que vaig
aterrar a la Ciutat Eterna, sempre vaig estar
esperant-ho. Volia descobrir si Roma estava feta per a
mi i jo estava feta per a ella.
Segurament era cap al mes de maig. Havien passat ja
molts dies des que el 16 de setembre del 2008 a les
onze del matí hagués agafat sola aquell avió només
d’anada cap a Roma. I també havien passat moltes
coses, sobretot després de sentir que cada dia d’una
vida Erasmus són com 72 hores en una vida habitual i
que les emocions corren a una velocitat difícilment
traduïble. La tardor havia estat dura perquè Roma és
una ciutat dura. Roma té una cara tendra per a aquells
que hi passen dos dies de visita però treu les ungles si
32
s’adona que t’hi quedes més temps. Roma és esquerpa;
és la Mamma Roma pasoliniana, és la Città Aperta de
Rossellini, i també és la absurda i satírica Roma de
Fellini.
A pesar de la duresa inicial, gairebé macarra, conèixer
Roma és entendre una ciutat poètica com n’hi ha
poques. I la seva poesia és inconscient i no es troba
precisament quan el turista la visita. Cal temps i cal
paciència. I aleshores treu el cap un matí passejant per
un barri senzill quan el sol il·lumina les façanes. Es troba
a dos quarts de tres de la tarda al carrer de sota casa
fent un caffè. Es troba a tres quarts de set del vespre
en un terrat ple d’antenes. I, per què no dir-ho, també
es troba una nit d’estiu a quarts de quatre de la
matinada a la Fontana di Trevi, quan no hi ha més que un
parell de carabinieri vigilant que ningú vulgui creure’s
Anita Ekberg, i tu t’estires en un banc de pedra i no
pares de dir-te que què dolce que és, la vita.
En aquells dies, doncs, la nostra Roma i les nostres
nits començaven a ser com ho havien estat per Pavese.
De tanta felicitat, de tanta poesia, de tanta ciutat,
tots estàvem com ebris de vida. L’existència era molt
més senzilla. Ens alimentàvem del que fèiem i a ningú li
preocupava excessivament res. Els meus amics i jo
semblàvem nens d’abans de la guerra, feliços com érem
jugant amb poca cosa. Cada vespre, cada nit, cada
33
migdia, cada matinada, cada tarda, cada matí. Sense
ordre. Vivíem sentint i prou. Les trobades podien
començar a les sis de la tarda al barri i acabar a les
tres de la matinada a l’altra punta de la ciutat. O a les
deu del vespre al llit, perquè estàvem cansats d’ahir.
Res tenia sentit i per això ens divertíem. Ens
dedicàvem a “fare le ore piccole”, com en diuen allà de fer
tard a la nit, i això ja ens semblava molt.
D’aquelles nits en recordo moltes. Quan anàvem a casa
d’A., a la Via degli Etruschi, i passàvem hores sentint-lo
tocar la guitarra i l’harmònica en un terrat des d’on es
veia tot el nostre barri de San Lorenzo. Fins i tot si la
nit era clara i l’smog romà aquell dia estava més diluït
podíem veure els sants que hi ha damunt de la façana
de la basílica de San Giovanni in Laterano. Però només
A passava a vegades. O la nit que, després d’una festa
a casa de F. a la Via Domenichino, vam acabar tots tan
acalorats que vam anar a la Piazza della Madonna dei
Monti a buscar la fresca i ens vam estirar a les escales.
O la matinada que finalment ens vam atrevir a banyar-
nos a la font de la Piazza della Repubblica que dèiem
que ens agradava molt, més que la de Trevi. O mil nits
més que, si me les haguessin explicat un any abans,
hagués cregut que eren tretes d’una novel·la
ambientada als anys 30. Per literàries, per poètiques,
per senzilles, per estar fora del temps.
34
També hi havia les barbacoes que es feien alguns
vespres en un terrat al barri de Cipro -creuat el Tíber- i
A. i jo hi anàvem per trobar-hi gent que no havíem vist
mai. Era bonic. Es bevia vi blanc mirant la Roma als
nostres peus i tots quedàvem fascinats amb la cúpula
de San Pietro feta per Michelangelo –il Cupolone-
il·luminada sota la lluna. I sonava Fabrizio de André.
Recordo un dilluns que –havent abandonat ja rellotges i
agendes-, no em vaig recordar de trucar als pares com
feia cada dilluns al vespre. Em van trucar ells i jo estava
tan emocionada de trobar-me allà que parlava de tal
manera que em van preguntar si estava bé, si és que
havia begut. I no, jo no havia tastat el vi encara. Estava
plena de sensacions hologramàtiques que em vibraven
per dins i fins i tot m’arribaven a la veu.
En aquell terrat tothom reia i es parlava d’aquella vida
desconeguda que ningú sabia de ningú d’abans de
l’Erasmus. I es parlava també d’aquella futura,
assegurant que no seríem capaços de superar unes
vivències tan bones com aquelles que teníem aleshores.
Sabíem que el temps acabaria passant però parlar de
l’últim dia que seríem a Roma era tabú. Es feia
impossible. A la Ciutat Eterna un final mai existeix.
Perquè... La vida viscuda a Roma no s’acaba mai. Aquelles
nits i dies i tardes i vespres i matinades tan curtes...
duraven, i duren, per sempre.
35