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Comunidades indígenas y la sociedad del conocimiento
Resumen
Muchas han sido las reflexiones que se han realizado sobre el conocimiento. Se
ha analizado su origen, su impacto, su aplicación, su importancia, su pertenencia
a un grupo delimitado de personas o sociedades, los métodos por los que se
obtiene o se comparte, etc. Identifico dos tipos de saberes, -invitando también a
hacer una reflexión del uso del término “saber” para uno y “conocimiento” para otro
– un conocimiento que hace referencia al “establishment” generado en academias
científicas y universidades que delimita “campos científicos” y deciden que se
aprende, que se enseña y que se investiga; y por otro lado, un “saber” asociado a
las comunidades marginadas, excluidas o indígenas, sin que sea utilizado un
término como sinónimo de otro y sin que signifique que uno vaya siempre
acompañado de otro. ¿Cómo se vincula uno y otro en la sociedad del
conocimiento?.
Palabras clave: conocimiento, saberes, sociedad del conocimiento, narración
oral.
Lic. Psc. Medina Ramírez Rocío del Carmen
“Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore…”
Los nadie. Eduardo Galeano
Historización
Muchas han sido las reflexiones que se han realizado sobre el conocimiento. Se
ha analizado su origen, su impacto, su aplicación, su importancia, su pertenencia
a un grupo delimitado de personas o sociedades, los métodos por los que se
obtiene o se comparte, etc.
En la evolución del hombre, las diferentes circunstancias vividas, han hecho
necesarios procesos y ajustes de adaptación a la vida misma, estos ajustes,
facilitaron la vida en colectivo y la sobrevivencia en un ambiente con características
específicas. Las formas en las que el conocimiento ha sido compartido también
han sido parte de ajustes y han variado a lo largo del tiempo, más casi siempre
han estado estrechamente vinculadas con los recursos y/o herramientas con que
se contaba para compartir con los y las otras el saber producido ya sea para
continuar reproduciéndolo o bien para preservar tal o cual conocimiento.
Conocimiento y tecnología han estado vinculados en tanto la segunda ha aportado
a la difusión del primero. Desde las formas arcaicas en que mediante imágenes se
pintaban en cuevas (utilizando métodos de pintura a base de plantas y minerales)
hasta la “narración oral” en donde los viejos transmitían a los jóvenes las historias
de la comunidad, los métodos de divulgación y transmisión del conocimiento han
evolucionado acorde a la población y la sociedad.
Una vez establecido un sistema de vocablos con significados común en una
sociedad particular, la narración oral, fue la forma básica de transmisión del
conocimiento, con ella se compartían no solo experiencias pasadas de
aprendizaje, experiencias significativas emocionalmente, sino también las que
comprendían las formas en que evolucionaban las técnicas del hacer en las
diferentes áreas de la vida cotidiana. La transmisión de estas “formas de hacer”
involucraron también formas de “dar a conocer” el conocimiento.
La palabra hablada (cantada o versada posteriormente) fue el método más
utilizado y posteriormente la palabra escrita, con la que la evolución del
pensamiento se veía materializada en la construcción de símbolos que abstraían
ideas, pensamientos, objetos u acciones. Los juglares y trovadores ancestrales
hacían de divulgadores de los saberes y la forma tradicional de escritura fue
constituyéndose como elemento de recuperar y retransmitir el conocimiento,
independientemente del tiempo o la distancia en que se produjera.
Posteriormente en el siglo XV, Gutemberg inventa la imprenta, un mecanismo
mediante el cual la tecnología influía en la producción de información
convirtiéndola en formato de libro y conforme este procedimiento fue mejorándose,
esta práctica pudo volverse de larga escala y de producción masiva.
Durante cientos de años, los libros se constituyeron en los elementos primordiales
de la difusión de conocimiento. Surgieron estilos, formas y tamaños de éstos, que
determinaban el tipo de conocimiento y las personas para quienes era accesible
el mismo.
Un elemento que también ha acompañado al conocimiento a lo largo del tiempo,
es el poder. Acercando este concepto al ensayo, la posesión y el acceso a los
libros fueron abriendo una brecha y marcando una diferencia de clase y con ello
contribuyendo al establecimiento de unos sistemas de organización política y
económica que determinaron durante cientos de años la organización de las
sociedades.
Conocimiento científico vs conocimiento no científico según quién
Las comunidades indígenas, parecieran lejanas de toda la reflexión del apartado
anterior. Si hiciéramos el recorrido histórico antes mencionado incorporando a las
comunidades indígenas en él, encontraríamos que estuvieron presentes y viviendo
los mismos procesos de transmisión de conocimiento hasta el momento en que la
tecnología y la posesión de los medios de producción hicieron su aparición y
determinaron el acceso al saber.
Para fines de encuadrar la reflexión, es necesario identificar dos tipos de saberes,
el científico y el “no científico”, quién determina a uno y a otro no es el tema de
este ensayo, y la respuesta queda oculta en la historia, que muestra fragmentos
de cómo uno de ellos adquirió jerarquía sobre el otro, y lo dejó fuera de las
reflexiones teóricas históricas.
Identifico dos momentos trascendentales para esta división del conocimiento, uno
de ellos, el que se ha satirizado y se ha vuelto esotérico y llenado de rasgos
místicos y mágicos, es el que tuvo que ver con la edad media.
Durante la edad media, el conocimiento tradicional en Europa fue sacralizado por
una estructura de poder, la más grande de todos los tiempos (Iglesia) y generó una
lucha por su desaparición. Sin entrar en detalles que pudieran desviar el tema,
enfoquémonos en este elemento como delimitador de la jerarquía de un
conocimiento sobre otro. Los conocimientos científicos de la alquimia tradicional,
marcaban ya una superioridad apoyada por la Iglesia y las Monarquías
ancestrales.
Información vinculada a la medicina tradicional, la astronomía, la siembra, entre
otras, fueron quedándose al margen o bien desaparecidas casi en su totalidad.
Con la llegada de europeos al continente Americano, la información que se poseía
en comunidades indígenas originales corrió el mismo fin, y fue desvirtualizada y
casi destruida en tanto se buscaba el establecimiento de una solo creencia y de
un saber validado por un Dios único o una autoridad única.
Desde el escenario indígena, los conocimientos tradicionales se volvieron una
forma de resistencia y se mantuvieron ocultos, so pena de ser desaparecidos,
volviéndose mitos, leyendas, o incluso tema tabú en la historia del conocimiento
“científico”.
Desde el otro escenario, y que da pie para mencionar el segundo elemento, es
establecimiento del método positivista y la búsqueda de objetividad fue delimitando
procesos y conocimientos, empoderando a uno y excluyendo a otro y generando
así grupos de poder, establecidos generalmente en las universidades (otra de las
principales estructuras de poder de la sociedad), que funcionaban como gestores,
productores y como elementos que mantenían los discursos que ellos mismos
creaban. Mientras por un lado, la historia ha generado un saber “validado” que se
enseña en las escuelas, que se lee, que se produce, se vende y se comparte, por
otro lado, otro saber fue ocultándose y desvirtualizándose, al tiempo que se
relacionaba con grupos de individuos que enmarcados en situaciones de exclusión
diversas.
Identifico entonces dos tipos de saberes, -invitando también a hacer una reflexión
del uso del término “saber” para uno y “conocimiento” para otro – un conocimiento
hacía referencia al “establishment” que se fue generando en academias científicas
y universidades que delimitaba “campos científicos” y decidían que se aprendía,
que se enseñaba y que se investigaba; y por otro lado, un “saber” asociado a las
comunidades marginadas, excluidas o indígenas, sin que sea utilizado un término
como sinónimo de otro y sin que signifique que uno vaya siempre acompañado de
otro.
Para Bourdieu (1995) el campo científico es un microcosmo social parcialmente
autónomo con relación al macrocosmo. Por un lado posee y conoce las relaciones
de fuerza y luchas de intereses al tiempo que posee sus propias leyes de
funcionamiento, mismas que rigen la producción, regulación, comunicación,
discusión del conocimiento.
La ciencia social está en relación con dos lógicas opuestas, por un lado la del
campo político en donde la fuerza de las ideas depende de la fuerza de los grupos
que las aceptan como verdaderas y la del campo científico que no conoce y no
reconoce sino la “fuerza intrínseca de la idea verdadera”. (Bourdieu 1995).
El campo científico es un espacio social que obedece a las “leyes generales de los
campos” y cada agente está dotado de disposiciones y portadores de un tipo
particular de capítal en su relación con otros agentes similares. Hay un nomos
vinculado al tipo de capital particular. El capital científico, entendido como el suelo
de creencias sobre el cual discutir y diferir, implica que los científicos aceptan ser
criticados y refutados en sus resultados según reglas de coherencia lógica y algún
modo de contrastación con lo real. El campo es a la vez un campo social y un lugar
de producción de conocimiento regulado. (Martinez,T. 2007)
Para Bourdieu (1995) existe un “consenso de la comunidad científica” en donde
un cuerpo de profesionales emiten un conjunto de presupuestos indiscutidos sobre
los que descansa la autoridad. Este consenso suele ejercer una censura social
disfrazada de control científico, ya sea de manera discreta o directa a través de
prohibiciones o de procedimientos de reclutamiento que privilegian a académicos
favorables para mantener la producción.
A lo largo de mi experiencia, he tenido oportunidad de mantenerme cercana a los
conocimientos tradicionales que se generaban en comunidades indígenas. Estos
conocimientos, estaban relacionados con los mismos temas que se reflexionaba
en la academia: salud, producción, diversión, cultura, etc. Cada sociedad o grupo
de personas ha construido a lo largo del tiempo sistemas que le funcionan para
dar a conocer sus “saberes” o “conocimientos” y para mantenerlos a lo largo de la
historia. Así mismo, cada sociedad o grupo de personas ha generado dinámicas
de autorregulación de este conocimiento, ya sea a manera de resistencia, a
manera de empoderamiento o a manera de dialogo con los otros.
Para Bourdieu (1995) en “los outsiders” que hacen referencia a minorías o
marginales, se constituye una resistencia a la corriente dominante al irrumpir con
críticas el “establishment académico” y generar alternativas al mismo.
La sociedad del conocimiento
Daniel Bell (1973) introdujo la noción de la “sociedad de la información” en donde
identifica como eje principal de ésta al conocimiento teórico, al tiempo que advierte
que los servicios basados en el conocimiento se convertirían en base para
fundamentar nuevas economías, basadas en la información.
Para Burch, la sociedad de la información y la sociedad del conocimiento
constituyen términos en donde se pondera un intento por identificar y entender los
cambios tecnológicos y su relación con las tecnologías de la información.
Para Burch (2005) el término de “sociedad del conocimiento”, se convirtió en el
referente utilizado para hablar sobre las discusiones del conocimiento y el acceso
al mismo, sin embargo, se convirtió en referente porque fue utilizado e instaurado
desde los discursos construidos en las esperas mundiales de poder dictaminadas
por los países más desarrollados. Aunado a esto, continua Burch, el término fue
“coronado” al constituirse en una Cumbre Mundial.
Junto con el desarrollo de las Tecnologías para la información y la comunicación
(TICS) los términos que envolvían a las sociedades en el auge de la comunicación
mediada, fueron tomando fuerza e incluyéndose como ejes centrales en las
discusiones que desde los altos mandos se hacían con relación a la evolución del
conocimiento.
Para Burch (2005) el desarrollo del concepto de “sociedad de la información” fue
establecido como una construcción política e ideológica que junto con el modelo
neoliberal económico, aceleraba la instauración de un mercado mundial que
mantenía la misma estructura y distribución de riquezas y sistemas de producción.
Para Burch, la importancia que se dio a la sociedad de la información se vio
reflejada cuando a partir de 1995 fue incluida en las agendas de las reuniones de
los G7 y G8, además que se incluyó en las reuniones de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU) y el Banco Mundial.
La sociedad del conocimiento que traducida al español hace referencia al saber,
surgió a finales de los 90’s como alternativa al uso del concepto de “sociedad de
la información”
Para la UNESCO (2005), La sociedad del conocimiento representa una
oportunidad para que los países en vías de desarrollo puedan recuperar su atraso
en relación a los más industrializados.
La “sociedad del conocimiento” apuesta por romper la brecha cognitiva mundial y
supone desigualdades entre países Norte-sur, fenómeno que tiene una
repercusión importante y preocupante como es la fuga de cerebros, fenómeno que
afecta principalmente a los países en vías de desarrollo y que actualmente se
reproduce en profesionistas indígenas que migran del campo a la ciudad.
Para la UNESCO (2005), los factores que crean las condiciones de la desigualdad
de los hombres y mujeres ante el conocimiento no son cognitivos, sino
socioculturales que obstaculizan el acceso de la mujer a la información. Un
elemento que refuerza las asimetrías entre países es el papel que juega la mujer
en la sociedad del conocimiento. El aprovechamiento compartido del conocimiento
es la parte central de las sociedades del conocimiento. La emergencia de las
sociedades en redes fomentan la aparición de nuevas formas de organización
productiva, basadas en el intercambio y la colaboración.
Para la UNESCO, las sociedades del conocimiento sólo llegarán a ser, si se
renueva la participación de todos los ciudadanos en la vida de la sociedad
La UNESCO (2005) propone tres pilares para edificar las sociedades del
conocimiento para todos:
Primer pilar: una mejor valorización de los conocimientos existentes
para luchar contra la brecha cognitiva.
Segundo pilar: sociedades del conocimiento más participativas.
Tercer pilar: una mejor integración de las políticas del conocimiento
que no se limiten a un enfoque puramente sectorial.
Los indígenas
Sin afán de realizar este dialogo desde una postura que idealice a las comunidades
indígenas, pretendo problematizar su relación y participación en la producción de
conocimiento, así como la marginación que a partir del establecimiento de los
conocimientos científicos se ha generado con relación al conocimiento no
científico.
Las comunidades indígenas ancestrales, respondían a formas de organización que
enfatizaban lo colectivo sobre lo individual. Construían sociedades que se
autorregulaban en función de las necesidades presentes.
El conocimiento indígena, como forma de resistencia se ha presenta ahora
satirizado y en casos extremos vulgarizado, en donde desde una referencia de
discriminación racial surgen toda una serie de supuestos sobre lo que se sabe, se
hace y se cree en comunidades indígenas.
Si bien la comunicación entre diferentes sociedades ha permitido una
transformación de la cultura y la identidad en los grupos indígenas, la situación de
marginación y exclusión se mantienen presentes en la vida indígena.
Los indígenas viven en el México, viven en condiciones de exclusión y marginación
diversas, no son atendidas sus necesidades básicas de vivienda, salud, legales,
educativas, etc. No existen programas multiculturales en la enseñanza básica,
además, la discriminación por origen indígena representa en la actualidad factores
de violencia y relaciones conflictivas.
Aunado a esto, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,
conforme al texto del artículo 2º Constitucional, brinda el reconocimiento de los
pueblos y comunidades indígenas más le corresponde a las entidades federativas
a través de sus constituciones y leyes reglamentarias, considerar criterios
etnolingüísticos y de asentamiento físico, además de establecer las características
de libre determinación y autonomía que mejor expresen las situaciones y
aspiraciones de los pueblos indígenas en cada entidad. Sin embargo, el texto
constitucional se limita a señalarlos como sujetos de interés público. (CDI, 2007).
En el Estado de Jalisco los indígenas son reconocidos por la ley como “sujetos de
interés público” y no como sujetos de “derecho público”. Esto, a lo largo de la
historia, ha marcado una línea en los programas de atención por parte del
Gobierno Estatal, generando procesos de dependencia y propiciando un círculo
vicioso, en donde a través del discurso se reconoce la capacidad de
autorregulación y autonomía mientras por el otro, los programas impulsados
mantienen un “status” en el que los indígenas requieren del cuidado con el afán de
“mantener” cual fotografía su condición cultural y tradicional sin la posibilidad de
acceder o salir de ese ciclo de sublimación.
El conocimiento indígena, ha mantenido la tradición de la narración oral como
forma de mantener el conocimiento y transmitirlo a través de las diferentes
generaciones, además reconoce al conocimiento como algo colectivo y que por
tanto pertenece al grupo personas en estrecha relación con su cosmovisión.
Una de las limitantes en un comparativo entre el conocimiento científico y el no
científico es la vinculación que tiene el conocimiento con el mundo espiritual así
como la gran diversidad de grupos indígenas y cosmovisiones en América Latina.
Los conocimientos se mantienen en tanto generan vínculos que unan a la
comunidad y mantengan su vigencia.
El conocimiento tradicional, se enfrenta a un panorama dominado por el
conocimiento científico y enmarcado en una estructura cultural en donde ser
diferente a la mayoría genera exclusión y discriminación de conocimientos y en
donde la búsqueda de una homologación cultural e identitaria rompe con riquezas
multiculturales y de conocimientos.
La posesión y el acceso a materiales y sistemas de producción también han
influido en la participación del conocimiento local frente al científico, mientras por
un lado las leyes de patentes y copyrigth se presentan como culmen del
conocimiento, en las comunidades indígenas el conocimiento es posesión cultural.
Otro factor que ha sido determinante en el dialogo entre saberes científicos y no
científicos es la diversidad lingüística y escrita. Mientras una gran cantidad de
indígenas en la actualidad no habla su lengua por temor a ser discrimandos, una
mayor cantidad de ellos ha dejado de escribirla. Aunado a esto, las dependencias
educativas no generan programas diversos, obligando a comunidades a hablar el
único idioma con el que se verán acreedores a los beneficios del sistema científico.
Pocas son las versiones que se escriben en lengua nativa y poca la difusión que
se hace de las mismas.
El acceso de los indígenas a las nuevas tecnologías de la comunicación todavía
se ve enfrascada por elementos socioculturales y económicos de mala distribución
de la riqueza.
Mientras en comunidades indígenas no se cuenta con un sistema de electrificación
estable, autoridades nacionales ponen énfasis en los avances en los accesos a
servicios públicos y en indicadores que hablan de la disminución de la brecha
digital.
Una sociedad del conocimiento, para los indígenas implicaría una lucha en
diferentes aspectos, por un lado, el trabajo que oriente el empoderamiento de
agentes sociales y la reflexión en organizaciones comunitarias marcará una fuerte
diferencia.
Un segundo aspecto tiene que ver con el rompimiento de la visión utópica e
idealizada de los indígenas como fotos de hace 50 años en donde se les ubicaba
en el campo, sembrando, sin imaginar que en la actualidad viven procesos
similares a cualquier mestizo o habitante del País. Ante esto, sería luchar contra
más de 50 años de políticas públicas en donde el asistencialismo generó
dependencia y apaciguamiento.
Otro elemento tendrá que ver con apostarle a reconocer la multiculturalidad
excluyente y una búsqueda de una verdadera interculturalidad en donde se generé
dialogo a partir de las diferencias y no de una búsqueda de homologación cultural
o identitaria. Una educación intercultural sería además necesaria con una reforma
estructural y de visión a las estructuras educativas del estado.
Finalmente será necesario replantear como los sistemas reconocen a las mujeres
en la construcción del conocimiento, reconociendo sus derechos e
inmiscuyéndolas en las reflexiones de construcción de saberes. Esta sin duda
sería la más grande oportunidad pero implicaría romper con estereotipos culturales
y educativos en el país y no se diga en comunidades indígenas.
Volver a los inicios: la narración oral
En el “volver a decir”, según Arfuch (2010) el lenguaje, hace “volver a vivir” y vuelve
a dar sentido a la historia personal al tiempo que acompaña su dimensión
terapéutica, en donde una “necesidad del decir” acompaña procesos de
transformación y vivencia de emociones.
Para Medina (2014) dentro de un proceso de interlocución que dota al “otro” de un
sentido mayor de responsabilidad, ambos avanzan de lo individual a lo colectivo,
recuperando la memoria y reconstruyendo la historia dotándola de emociones
también transformadas.
Lo importante en una sociedad del conocimiento será identificar los “cómos” para
el dialogo entre los saberes y conocimientos surgidos desde diferentes estructuras
de poder, (o sin poder) cómo hacer que la utopía de la “sociedad del conocimiento”
apueste al dialogo con un conocimiento que se ha mantenido oculto y descalificado
a lo largo del tiempo.
Una verdadera sociedad del conocimiento deberá apostar a que los “outsiders”
lejos de mantenerse excluidos generen una retroalimentación al sistema
autocomplaciente de generación de conocimiento.
Las narrativas o la vuelta a la recuperación de la tradición oral (¿mediada?),
recuperará el sentido que tenían los relatos populares tradicionales, manteniendo
lo espontáneo y el estilo para contar la historia, el principio, los personajes
principales, las tramas, los momentos que fueron o son significativos y que
mantienen la atención de quien las escucha, además que crea vínculos entre “yo
y el otro” –que me escucha- al tiempo que genera vínculos de empatía y
acompañamiento en el compartir de las experiencias.
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