Catequesis 4 mayo 2011: La oración

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    que eres indulgente incluso con las culpas ms graves, absuelve mi pecado... Mira Seora tu siervo agotado, y sopla tu brisa sobre l: sin demora perdnale. Levanta tu severocastigo. Disueltos estos lazos, permite que yo vuelva a respirar; rompe mis cadenas,librame de mis ataduras (M.-J. Seux, Hymnes et prires aux Dieux de Babylone etdAssyrie, Paris 1976, trad. it. in Preghiere dellumanit, op. cit., p. 37). Son

    expresiones que demuestran como el hombre, en su bsqueda de Dios, ha intuido,aunque confusamente, su culpa por una parte y tambin aspectos de misericordia y de bondad divinas. Dentro de la religin pagana de la Antigua Grecia, se asiste a unaevolucin muy significativa: las oraciones, aunque continan invocando la ayuda divina

    para obtener el favor celestial en todas las circunstancias de la vida cotidiana y paraconseguir beneficios materiales, se dirigen progresivamente a peticiones msdesinteresadas, que consienten al hombre creyente, profundizar en su relacin con Diosy mejorar. Por ejemplo, el gran filsofo Platn relata una oracin de su maestroScrates, considerado justamente uno de los fundadores del pensamiento occidental.Oraba as Scrates: Haced que yo sea hermoso por dentro. Que yo considere rico aquien es sabio, y que posea de dinero slo cuanto pueda tomar y llevar el sabio. No pido

    ms (Obras I.Fedro 279c, trad. it. P. Pucci, Bari 1966). Querra ser sobre todohermoso por dentro y sabio, no rico en dinero.

    En aquellas obras maestras de la literatura de todos los tiempos que son las tragediasgriegas, todava hoy, despus de veinticinco siglos, ledas, meditadas y representadas,contiene oraciones que expresan el deseo de conocer a Dios y de adorar su majestad.Una de estas recita as: Sostn de la tierra, que sobre la tierra tienes tu sede, seas quienseas, es difcil saberlo, Zeus, sea tu ley por naturaleza o por pensamiento de losmortales, a ti me dirijo: ya que tu, procediendo por caminos silenciosos, guas lasvicisitudes humanas segn justicia" (Eurpides, Troiane, 884-886, trad. it. G. Mancini,en Preghiere dellumanit, op. Cit.,p. 54). Dios siguen siendo un poco nebuloso y sinembargo el hombre conoce a este Dios desconocido y reza a aquel que gua los caminosde la tierra.

    Tambin los romanos, que constituyeron aquel gran imperio en el que naci y sedifundi, en gran parte, el Cristianismo de los orgenes, la oracin, aunque se asociaba auna concepcin utilitaria y fundamentalmente ligada a la peticin de la proteccindivina sobre la comunidad civil, se abre a veces, a invocaciones admirables por el fervorde la piedad personal, que se transforma en alabanza y agradecimiento. De esto estestigo un autor de la frica romana del siglo II despus de Cristo, Apuleyo. En susescritos manifiesta la insatisfaccin de sus contemporneos hacia la religin tradicional

    y el deseo de una relacin ms autntica con Dios. En su obra maestra, tituladaLasmetamorfosis, un creyente se dirige a una divinidad femenina con estas palabras: "Tu sque eres santa, tu eres en todo tiempo salvadora de la especie humana, tu, en tugenerosidad, ofrecer siempre auxilio a los mortales, tu ofreces a los miserables enaprietos el dulce afecto que puede tener una madre. Ni da ni noche ni momento alguno,

    por breve que sea, pasa sin que t lo colmes de tus beneficios" (Apuleyo deMadaura,Metamorfosis IX, 25, trad. it. C. Annaratone, en Preghiere dellumanit, op.cit.,p. 79).

    En el mismo periodo, el emperador Marco Aurelio -que tambin era un filsofo que pensaba en la condicin humana- afirma la necesidad de rezar para establecer una

    cooperacin fructfera entre accin divina y accin humana. Escribe en sus Recuerdos:Quin te ha dicho que los dioses no nos ayuden tambin en lo que depende de

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    nosotros? Comienza a rezarles y vers ( Dictionnaire de SpiritualitXII/2, col. 2213).Este consejo del emperador filsofo fue, efectivamente, puesto en prctica porinnumerables generaciones de hombres antes de Cristo, demostrando que la vidahumana sin la oracin, que abre nuestra existencia al misterio de Dios, se queda sinsentido y privada de referencias. En toda oracin, de hecho, se expresa siempre la

    verdad de la criatura humana, que experimenta por una parte debilidad e indigencia, ypor esto, pide ayuda al Cielo, y por la otra est dotada de una dignidad extraordinaria, porque se prepara a acoger la Revelacin divina, se descubre capaz de entrar encomunin con Dios.

    Queridos amigos, en estos ejemplos de oracin de las distintas pocas y civilizaciones,surge la conciencia del ser humano de su condicin de criatura y de su dependencia deOtro, que es superior a l y fuente de todo bien. El hombre de todos los tiempos reza

    porque no puede hacer otra cosa que preguntarse cual es el sentido de su existencia, quepermanece oscuro y descorazonador, si no se pone en relacin con el misterio de Dios yde su diseo sobre el mundo. La vida humana es una mezcla del bien y del mal, de

    sufrimiento inmerecido y de la alegra y belleza, que espontnea e irresistiblemente nosempuja a pedir a Dios la luz y la fuerza interior que nos socorra en la tierra y se abra auna esperanza que va ms all de los confines de la muerte. Las religiones paganassiguen siendo una invocacin que desde la tierra espera una palabra del Cielo. Uno delos ltimso grandes filsofos paganos, que vivi ya en plena poca cristiana, Proclo deCostantinopla, da voz a esta espera, diciendo: Incognoscible, nadie te contiene. Todo loque pensamos te pertenece. Son tuyos nuestros males y nuestros bienes, de ti cada hlitonuestro depende, oh Inefable, que nuestras almas sienten presente, elevndote un himnode silencio" (Hymni, ed. E. Vogt, Wiesbaden 1957, en Preghiere dellumanit, op.cit.,p. 61).

    En los ejemplos de oracin de las distintas culturas, que hemos considerado, podemosver un testimonio de la dimensin religiosa y del deseo de Dios inscrito en el corazn detodo hombre, que se realiza completamente y llega a su plena expresin en el Antiguo y

    Nuevo Testamento. La Revelacin, de hecho, purifica y lleva a su plenitud el originalanhelo del hombre de Dios, ofrecindole, en la oracin, la posibilidad de una relacinms profunda con el Padre celeste.

    En el inicio de nuestro camino en la Escuela de Oracin, queremos ahora pedir al Seorque ilumine nuestra mente y nuestro corazn, para que la relacin con l en la oracinsea siempre ms intensa, con un afecto constante. Y de nuevo Le decimos: Seor,

    ensanos a orar (Lc 11,1). Gracias![En espaol dijo]

    Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua espaola, en particular a los formadoresy alumnos del Seminario Menor de la Asuncin de Santiago de Compostela y a losdems grupos provenientes de Espaa, Mxico y otros pases latinoamericanos. Osinvito a que experimentando el anhelo de Dios que est en el interior del hombre, pidisal Seor que ilumine vuestros corazones para que vuestra relacin con l en la oracinsea cada vez ms intensa. Muchas gracias.