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7/29/2019 Blasco y Grimaltos Teoria Del Conocimiento Cap 10 Percepcion
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10. El problema epistemológico
de la percepción
Suele decirse que la percepción es la forma primera y más directa de ob-
tener conocimiento sobre el mundo. Al fin y al cabo, hasta lo que aprendemos le-
yendo o escuchando a los demás, lo adquirimos mediante la percepción . Forma
parte del sentido común, el de la gente de la calle, que nuestros sentidos nos
proporcionan un conocimiento directo del mundo, que la v ista, el oído, el tacto,
el gusto y el olfato, nos dan a conocer directamente las cosas que hay en el
mundo y los hechos que acontecen en él. Así es al menos en lo que a tañe a la vis-
ta y al tacto. El hecho de ver una mesa frente a mí y el de saber que hay una mesa
frente a mí, suelen ser'una y la misma cosa. Quizá las cosas sean distintas en el
caso del olfato o el oído, ya que parece que podemos distinguir entre la cosa y su
olor, entre la cosa y su sonido. A algunos, incluso no les parecería nada desatina-
do decir que lo que percibimos directamente es un sonido y que inferimos el paso
del tren , que percibimos un olor e inferimos la presencia de una rosa. Pero parece
que no hay nada parecido cuando se trata de la vista o el tacto. Vemos y tocamos
directamente las cosas: no hay ningún intermediario, como en el caso del sonido
o el olor, que pueda interponerse entre el objeto y su visión o su tacto.Para los filósofos en cambio, nunca ha estado del todo claro que en los
casos de la visión y el tacto no haya también un intermediario entre nosotros y
los objetos que percibimos mediante ellos. En otras palabras, para algunos filó-
sofos, la percepción de objetos físicos nunca sería directa. Uno de los argumen-
tos más poderosos a favor de esta afirmación, vendría de la mano de la distin-
ción entre cualidades primarias y secundarias, introducida por científicos del
siglo XV II, como Galileo, Boyle o Newton, y recogida y explotada por filósofos
como Descartes o Locke.' Según esta distinción, los objetos no tendrían real-
l. Se puede encontrar un antecedente histórico de esta distinción en la distinción aristotélicaentre sensibles propios y sensiblescomunes. Véase Aristóteles en De Anima.
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mente más que cualidades matemáticas, cuantificables.' como la forma, la exten-
sión, la cantidad, el número, la posición y el tiempo. Para Locke por ejemplo,
que adopta la teoría corpuscular de Boyle, inspirada en Demócrito, las cosas no
son más que un agregado de corpúsculos, organizados de diversas maneras. Es-
tos corpúsculos no tienen más cualidades que las primarias; así , cosas tales como
el color o el gusto, no están realmente en los objetos, que sólo tienen la potencia
(cualidades secundarias para Locke) de causar en nosotros esas ideas, de color,
de olor, etcétera. Éstas variarán en función del sujeto receptor: lo que le pareceverde a un sujeto, puede parecerle azul a otro, y viceversa. Por tanto, los colores,
los gustos, etcétera, están en nosotros y no en las cosas. La realidad misma es
inobservable, porque lo s corpúsculos lo son.
Para complicar un poco más las cosas, Berkeley argumentó posteriormen-
te que ladistinción entre cualidades primarias y secundarias no tenía sentido, ya
que, si no podemos atribuir a las cosas las ideas de las cualidades secundarias,
porque son relativas al sujeto, entonces tampoco tendríamos que atribuirles las
ideas de las cualidades primarias, porque también éstas dependen del perceptor y
de las condiciones de observación. La moneda redonda aparece elíptica si se ob-
serva oblicuamente. El tamaño también aparece diferente según la (supuesta)
distancia. Además, al fin y al cabo, las ideas de las cualidades primarias no pue-
den ser observadas más que a través de las ideas de las cualidades secundarias: la
forma o laextensión de un objeto están inevitablemente unidas a un colo r u o tro,y sólo a través de éste podemos percibirlas, concebirlas incluso. Así, si las ideas
de las cualidades secundarias (el color, etcétera) no están en el objeto, tampoco
las ideas de las cualidades primarias lo están. Tampoco puede decirse que las
ideas de las cualidades primarias se parezcan a la cualidad real y las de las secun-
darias no; en opinión de Berkeley, una idea sólo puede parecerse a otra idea. Lo
que en realidad percibimos, entonces, son ideas, y sólo un espíritu o mente puede
tener ideas; por tanto, éstas sólo pueden existir en alguna mente. Si por objetos
entendemos entidades materiales, no hay cosas tales como objetos en el mundo:
en el mundo no hay más que ideas y espíritus que las tienen. Lo que denomina-
mos objetos, no son más que un conjunto de ideas, que en la terminología de la
época no quiere decir otra cosa que un conjunto de imágenes o representaciones
mentales.
Ya hemos esbozado las tres principales teorías de la percepción que exis-ten en filosofía. La primera, que pasa por ser la teoría del hombre de la calle, se
denomina generalmente realismo directo. La posición que defiende que el obje-
to inmediato de percepción son las ideas (impresiones, sensaciones o datos sen-
sibles), que son causadas por los objetos, y que mediante ellas podemos percibir
indirectamente éstos, es la teoría causal de la percepción o representacionalismo.
Finalmente, la posición que mantiene que los objetos no son más que una cons-
trucción elaborada a partir de ideas o datos sensibles, se conoce como fenome-
nalismo. La característica que comparten la teoría causal de la percepción y el
fenomenalismo, frente al realismo directo, es postular los datos sensibles (más
2. Véase la primera de lasMeditaciones metafísicas de Descartes (1641 l.
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El problema epistemológico de la percepción
conocidos como sense-data) como objeto inmediato o directo de percepción,
como entidades interpuestas entre nosotros y el mundo.
Comenzaremos la exposición detallada de cada una de estas teorías, en
orden inverso al que las hemos introducido; es decir, comenzaremos por el
fenomenalismo, y nos centraremos fundamentalmente en sus desarrollos con-
temporáneos.
10.1 El fenomenalismo
El fenomenalismo es una forma de fundamentalismo, o según algunos au-
torés,' es la forma que adquiere el fundamentalismo clásico de corte empirista.
Su motivación es anti-escéptica, por tanto. Acepta el reto esc éptico en toda su
amplitud, y pretende fundamentar el conocimiento de manera que resulte inmu-
ne a los envites del más feroz de los escépticos. El primer paso para conseguirlo,
es encontrar aquellas creencias básicas que resulten incorregibles, quejamás pue-
dan contener error alguno. Como ya hemos dicho, el fenomenalista es un funda-
mentalista empirista, y busca ese fundamento en la experiencia; claro que, como
también hemos dicho, la percepción de objetos físicos, al ser falible, no cumple
los requisitos. Así que, identificando conocimiento directo, percepción directa,
incorregibilidad, indubitabilidad y ausencia de inferencia, y aplicando el princi-pio mencionado (PO rE), por el que si una creencia puede ser falsa es porque es
fruto de una inferencia hecha a partir de creencias más básicas, el fenomenalista
encuentra ese f undamento en las creencias sobre la experiencia privada, y postu-
la los sense-data como objeto directo de la percepción -sense-data es el nombre
que reciben las ideas de Berkeley en la terminología del siglo xx. Recordad el
texto de Price acerca del tomate que reproducíamos en el capítulo sobre el fun-
damentalismo, y pensad que estas entidades no son, en consecuencia, compara-
bles a los sonidos o a los olores, que son públicos, sino más bien a nuestra cap-
tación privada de ellos. Para ilustrarlo con claridad, el fenomenalista dice que
nosotros sólo percibimos coches o casas indirectamente; lo que percibimos di-
rectamente son nuestras propias percepciones de supuestos coches y casas, que a
veces se corresponde con coches y casas reales, y a veces no.
Para dotar de verosimilitud a su propuesta, el fenomenalista emplea lo quese conoce como argumento de la ilusión, que dice aproximadamente lo siguien-
te:" a veces hemos creído percibir ciertas cualidades en un objeto, cuando real-
mente no las tenía (por ejemplo, un coche nos ha parecido amarillo cuando era
blanco, un bastón parcialmente sumergido en agua nos parecía quebrado cuan-
do era recto); en el peor de los casos, en una alucinación, se puede percibir un
objeto, cuando no hay ninguno: las personas que padecen delirium tremens creen
ver cosas tales como ratas de color rosa. En todos esos casos, no podemos decir
que lo que percibimos sea una cosa real, y no obstante continuamos percibiendo
3. Véase Williams, 1977.4. En Ayer (1940) se puede encontrar una versión muy elaborada de este argumento.
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o siendo conscientes de algo. A ese algo lo denominaremos sense-datum. Ahora
bien, la s experiencias que tenemos en esos casos son, o pueden ser, cualitativa-
mente idénticas a las que tenemos cuando percibimos un objeto real o la cuali-
dad real de un objeto. No hay nada en la experiencia misma que pueda distinguir-
la de una percepción verídica. «En ambos casos hay conocimiento de algo, y en
ambos también hay consciencia perceptiva.»? Si las experiencias son ind iscer-
nibles, ambas deben tener un mismo objeto y como, en la ilusorias y todavía más
en las alucinatorias, este objeto de percepción no puede ser parte de un objetofísico, el objeto inmediato o directo de percepción en ambas debe ser un sense-
datum.
Los fenomenalistas piensan que si el error perceptivo es posible, es justa-
mente porque vamos más allá de la experiencia en los juicios perceptivos que
realizamos. A partir del sense-datum que percibimos, nos comprometemos con
la existencia del objeto. Afirmar la presencia del objeto, sin embargo, es com-
prometerse con una serie de cosas sobre el futuro que esa experiencia no nos da.
Si, a partir de la percepción de un sense-datum con la forma de una mesa, afirma-
mos la existencia misma de la mesa, nos comprometemos con el hecho de que
ésta no desaparecerá en el instante inmediatamente posterior, que si le ponemos
un l ibro encima no caerá al suelo, etcétera. La experiencia no nos da nada de
eso . El input sensorial es pobre, nuestras creencias a partir de él muy ricas," y la
puerta que abrimos al error muy amplia.Entre apariencia y realidad hay un vacío, un resquicio por el que puede co-
larse el error. Claro que, si sólo nos limitamos a la apariencia, el erro r no es
posible. Esa es la función que desempeñan los sense-data, apariencias privadas
que percibimos independientemente de que se correspondan o no con lo que hay
fuera. Puede haber un libro rojo que a mí me aparece negro; quizá está iluminado
con una luz peculiar, quizá estoy sufriendo una alucinación, pero yo tengo esa
experiencia, yo percibo un sense-datum que es negro y rectangular, y sobre eso
no me puedo equivocar, en opinión del partidario de los sense-data.
Por tanto, si en la perspectiva anti-escéptica que motiva el fenomenalismo
contemporáneo, los sense-data se postulan para sal var la posible diferencia entre
apariencia y realidad y evitar el error, éstos, en tanto apariencias que son, deben
ser todo lo que parecen ser y sólo lo que parecen ser. Su existencia y propiedades
dependen del perceptor. No pueden tener propiedades diferentes de aquellas queyo capto, ni dejar de ex istir si yo los percibo: su esse es su percip i.' Tú y yo
podemos ver el l ibro de manera diferente, por ejemplo tú puedes verlo rojo cuan-
do yo lo veo negro, entonces tú percibirás un sense-datum rojo y yo uno negro.
Como sense-data, ambos correctos, únicos y privados, tú no puedes ver los míos
y yo no puedo ver los tuyos. Si de repente empiezo a ver rojo el libro, eso no
supone que mi anterior sense-datum estuviese equivocado; como apariencia que
es, que en un sentido importante no tiene nada que ver con cómo es realmente el
5. Price, 1954, p. 32.6. Véase «Epistemología naturalizada» en Quine, 1969.7. Según el famoso dictum de Berkeley. Véase Berkeley (\710), parte 1,§ 3.
146r
El problema epistemolágico de la percepción
libro, no puede estar equivocado: sencillamente, ahora tengo un dato sensible
diferente. Cada cambio en mi campo visual es un nuevo dato sensible.
Imaginemos que los datos sensibles fuesen efectivamente así, que no hu-
biese posibilidad de error respecto de nuestras experiencias privadas. ¿Cómo
salvaríamos el vacío entre datos sensibles y cosas materiales, entre apariencia y
realidad? Es mucho más sencillo formular la propuesta fenomenalista, que hacer
que parezca verosímil. Las cosas no son más que conjuntos o familias de datos
sensibles ... pero, ¿de qué datos sensibles? ¿Los efectivos, que son datos para al-
guien, o también los posibles? ¿Los que se obtendrían en determinadas circuns-
tancias, por ejemplo cuando alguien mirase o tocase el objeto en cuestión, o
también los que se obtendrían en diferentes condiciones de observación, por ejem-
plo con una perspectiva o iluminación diferente? S ipensamos que losdatos sen-
sibles sólo existen mientras son percibidos, entonces sólo los sense-data efecti-
vos deberían conformar el objeto, y las cosas materiales serían entidades muy
extrañas, que estarían pasando de la existencia a la inexistencia y viceversa, con-
tinuamente. El concepto de cosa material sería muy diferente, las cosas materia-
les no serían cosas materiales, tal y como defendía Berkeley. Por otra parte, si
optamos, como John Stuar t Mil i (1806-1873), por decir que las cosas materiales
están constituidas por datos sensibles efectivos y también posibles.t le restamos
sentido a la postulación de datos sensibles, y hacemos que las cosas materiales
sean conjuntos muy extraños también. Pensemos que un dato sensorial mera-
mente posible, es un dato sensorial que no existe. Las entidades físicas estarían
constituidas en su mayor parte por entidades inexistentes. Si todo lo que sequie-
re decir con sense-data posibles u obtenibles es que un observador los obtendría
si se diesen determinadas condiciones, entonces Price (1954) tenía toda la razón
al decir:
[... ] una familia de sense-dataes un tipo de grupo muy curioso, No es el
mismo tipo de grupo que una familia humana o un sistema planetario. Es
lo que llamaríamos un grupo heterogéneo, algunos de sus miembros son
particulares existentes (sense-data reales) y el resto -la inmensa mayoría-
son hechos o verdades de la forma «si un observador estuviese situado en
tal y tal punto de vista, tal y tal sens e-datum existiría»."
El fenomenalismo presenta entonces un problema que basta para que noso-
tros lo rechacemos definitivamente, y es que implica que la realidad física, per-
manente y pública, está conformada por entidades que son absolutamente efíme-
ras y privadas.
Autores como Ayer (1940), ardientes defensores del modelo fenomenalis-
ta del conocimiento, pero conscientes de los problemas que presentaba el fenome-
nalismo clásico, pretendieron refinar un tipo de fenomenalismo que fuese capaz
de eludir esas desagradables consecuencias ontológicas y preservar todas las
«virtudes» del fundamentalismo clásico. Propugnaron lo que, según la clasifica-
ción de George Dicker (1980), se ha conocido comofenomenalismo analítico o
8. Mili, 1843.9. Price, 1954, p. 284.
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lingüístico, frente a la versión anterior, denominadafenomenalismo ontológico.
Quizá la forma de ver más claramente la diferencia entre ambos, sea decir que el
onrológico defendía las siguientes dos tesis:
1) Las entidades materiales son conjuntos de sense-data,
y en consecuencia,
2) Todo aquello que puede decirse en términos de objetos físicos, debe
poder decirse en (ser traducible a) términos de sense-data.
El fenomenalismo analítico, en cambio, sólo acepta la segunda tesis. Las
cosas no están realmente constituidas de sense-data, en el sentido en que un
muro está construido de ladrillos. Es más bien una construcción lógica de sense-
data, en la que cualquier enunciado en términos de objeto físico, perceptivo o no,
ha de ser traducible, ha de ser lógicamente equivalente, a un conjunto de enun-
ciados más básicos en términos de datos sensibles. Yeso no quiere decir otra
cosa que, para cualquier enunciado en términos de objetos físicos, habría un
conjunto de enunciados en términos de sense-data que sería suficiente y necesa-
rio para la verdad del primero. Sin embargo, ningún enunciado en términos de
sense-data se rí a suficiente para garantizar la existencia del objeto: uno puede
disponer de una enormidad de sense-data en forma de libro rojo, y el l ibro puede
no ser rojo o no existir, siempre es posible que estemos sufriendo una alucina-ción.'" Para estar seguro de la verdad del enunciado en términos de objeto físico,
serían p recisos todos los enunciados sobre todos los sense-data que pudiesen
obtenerse de este objeto, durante toda su existencia, y serían inf in itos. Ahora
bien, si el fenomenalismo surge como un intento de combatir al escéptico, como
un intento de salvar el vacío entre apariencia y realidad, así tampoco lo consigue,
porque no es posible deducir un enunciado sobre un objeto, a par ti r de cualquier
número finito de enunciados sobre datos sensibles, a partir de cualquier número
de experiencias. Como acaba reconociendo Ayer:
No es pura convención el que una situación que establece la existencia de
un sense-datum supondría también algún grado de evidencia para la exis-
tencia de una cosa material [... ] Además, mientras que una situación que
establece directamente la existencia de un sense-datum lo hace conclu-
yentemente, ninguna de esas situaciones puede establecer concluyente-mente la existencia de una cosa material [... ] cualquiera que sea la fuerza
de esa evidencia, siempre será lógicamente compatible con la hipótesis de
que esa cosa material no e s e n todos los aspectos lo que aparenta, o inclu-
so, que ni tan siquier a existe."
Pero tampoco hay ningún enunciado sobre sense-data que sea necesario
para la verdad de un enunciado de objeto físico. Lo que el fenomenalista quiere
decir, es que un enunciado como:
10. Ayer (1954, cap ít ul o VI) se defiende de esta acusación, pero sin ningún éxito en nuestra
opinión.
11. Ayer, 1940, p. 230.
148
El problema epistemológico de la percepción
Hay una silla verde en la habitación de aliado
implicaría algo así como
Si un observador normal entrase en esta habitación, obtendría un sense-
datum verde y con forma de silla.
Dejando de lado que en este enunciado todavía aparecen términos de ob-
jeto físico que muy probablemente no podrían eliminarse,'? esa implicación no
es del todo cierta. Podría ser que no hubiese suficiente luz, o que alguien seinterpusiese entre el observador y la silla, o que la silla estuviese tapada por una
sábana, etc. Para garantizar la implicación, habría que volver a introducir abun-
dantes cláusulas (quizá infinitas) en el antecedente del segundo enunciado.
10.2 La teoría causal
En su versión clásica, los teóricos causales de la percepción también son
partidarios de los sense-data. La motivación principal para introducir/os sigue
las líneas siguientes. Las experiencias perceptivas de las cosas que nos rodean
son cosas con determinado color, temperatura, etcétera, pero las cosas mismas,
sus constituyentes últimos, no tienen ese tipo de propiedades. El objeto inme-
diato de nuestras percepciones no puede ser entonces las cosas mismas, sino lossense-data. Los objetos físicos, que sólo tienen cualidades primarias, causan en
nosotros la percepción de sense-data, a partir de la cual inferimos lapresencia de
la cosa material, que en realidad es inobservable, como su causa.
Una de las ventajas de esta teoría, es su apariencia cientifista. Aunque los
físicos ya no conciben las partículas últimas como pequeñas «bolas de billar»,
todavía parece correcto decir que las cosas en sí mismas no tienen prop iedades
como el color. Otra de sus ventajas, al explicar la percepción, es manifestar la
necesidad de apelar al vínculo causal entre la cosa percibida y la experiencia de
la cosa. El problema es que hace que la realidad física sea un hecho absolutamen-
te inescrutable. A diferencia de otras relaciones causales, en las que podemos es-
tablecer esta relación porque causa y efecto son observables, la teoría causal de
la percepción supone el establecimiento de lo que se conoce como el «velo de la
percepción»: las cosas nos resultan necesariamente inobservables; siempre quequeramos observarlas, no encontraremos más que datos sensibles, que siempre
ocultan tras de s í la realidad -si es que la hay, porque, como defendió Berkeley,'!
lo único que nos resulta accesible son las ideas, y nada puede probar que éstas no
estén causadas por una entidad diferente de las cosas materiales.
Algunos defensores de la teoría causal, como Frank Jackson (1977 ) o John
Mackie (1976), han querido superar esa crítica, apelando a la inferencia a la me-
jor explicación. Tenemos todo el derecho a pensar que nuestras experiencias
12. Véase Sellars, 1971, pp. 90-91.
13. Berkeley, 1710, § 20.
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están causadas por objetos del mundo externo, ya que esta explicación es mejor
que la del genio maligno o la del dios de Berkeley. El problema de esta apelación
al principio de la mejor explicación, en nuestra opinión, es que comete una petitio
principii. Defiende una teoría frente al reto escéptico, pero en realidad no se to-
ma en serio ese reto, ya que si se lo tomase, no estaría tan claro que esa teoría fue-
se mejor explicación de nuestras experiencias que la del genio maligno, por ejem-
plo. Sólo si s ecomienza pensando que los objetos físicos explican mejo r nuestra
percepción de sense-data, se puede acudir después a la inferencia a la mejor
explicación para decir que éstos ofrecen una explicación mejor que la existenciade un genio maligno o de un dios que causa las percepciones en nosotros.
En definitiva, pensamos que las principales aportaciones de esta teoría son
la apelación a! nexo causa! en la percepción, como determinante nomológico de
la experiencia perceptiva, y la reivindicación de esta experiencia, como un in-
grediente esencia! del fenómeno perceptivo. También creemos que presenta de-
ficiencias, que radican, por una parte, en la reificación de esa experiencia, con-
vertida en objeto inmediato de percepción, distinto del objeto ex terno, y negar
que «cosas externas, coles y reyes puedan ser experimentadas», 14 y por otra par-
te, en su concepción excesivamente realista del mundo, que «realmente» es de
una única manera, susceptible de una única descripción verdadera, que coincide
con la de la física. Para el teórico causa! clásico, todas aquellas entidades o pro-
piedades que no sean necesarias para la explicación de los fenómenos naturales
en términos científicos, o bien no tienen existencia real, o bien, aplicando el p rin-
cipio de William Ockham (1285-1347), «Entia non sunt muluplicanda prteter
neccesitatem», no deben ser tenidas en cuenta. El t eórico causal clásico suele ser
un realista cientifista, que considera que la ciencia no elabora meros modelos
explicativos, sino que obtiene fotografías de la realidad, descripciones de la rea-
lidad tal y como es en sí misma
¿Hay alguna forma de adquirir las virtudes del modelo causal, sin heredar
sus defectos? En nuestra opinión, los grandes problemas, tanto de esta teoría
como de la fenomenalista, surgen al postular esas entidades intermedias entre
nosotros y el mundo, que son lo que realmente percibimos. Pero, ¿que necesidad
tenemos de postularías? El argumento de la ilusión era un poderoso acicate para
introducirlas, consideremos su fuerza real.
10.3 Crítica de los sense-data
El argumento de la ilusión extrae buena parte de su fuerza al equiparar los
casos de ilusión con lo s casos de alucinación (en los que no existe nada que
pueda ser percibido) y a! afirmar que en ambos casos [h ay algo que es percibido'
yentonces, como percibi r implica existir y lo que es percibido no puede ser un
objeto físico, lo percibido debe ser otra cosa: un sense-datum. Sin embargo, an-
14. Como dice Putnarn, 1994.
ISO
El problema epistemolágico de la percepción
tes que nada, alucinar no es percibir: es alucinar. Pero no acaban aquí los supues-
tos gratuitos de este argumento." Otro de ello s, es que lasexperiencias ilusorias
son cualitativamente idénticas a las verídicas. Eso no tiene por qué ser así, pero
aunque en algunas ocasiones lo fuese, de ello no se seguiría otro de los supuestos
del argumento, a saber, que los objetos de diferente naturaleza no pueden presen-
tar la misma apariencia, y por tanto, que si la experiencia que se tiene es idéntica,
el objeto de percepción debe ser el mismo. Así por ejemplo, en opinión del de-
fensor de los sense-data, si un limón y una pastilla de jabón con forma de limón
presentan la misma apariencia, el objeto que percibimos es el mismo en ambos
casos: un sense-datum, que no es ni el limón auténtico ni la pastilla de jabón, si-
no la apariencia común de ambos.
Que dos objetos diferentes presenten una apariencia similar, ni de lejos
quiere decir que sólo los percibamos indirectamente. Cuando hacemos uso de
nuestros sentidos, los dirigimos hacia fuera, hacia el mundo. Somos conscientes
de las cosas y no de la apariencia exacta que éstas nos presentan. Solamente
haciendo un esfuerzo introspectivo, podemos reparar en la apariencia que nos
presentan las cosas. Pensemos en el esfuerzo que debemos hacer para relatar al
oculista nuestras experiencias perceptivas. Nuestra percepción es externo-
direccional, no interno-direccional. Además, la descripción fenomenológica de
apariencias reposa sobre el lenguaje de objetos físicos, nuestro lenguaje de expe-
riencias sensoriales es muy reducido. Considerad la dificultad que tenemos paradescribir sabores u olores, y cómo esa d ificultad se incrementa si no tenemos que
referirnos a términos de objeto físico. ¿Cuántos datos sensibles diferentes tene-
mos de alguien fumando un cigarrillo en un balcón lleno de geranios movidos
por el viento? ¿Prestamos atenc ión a esos datos sensibles, y después inferimos la
presencia del fumador, el balcón, los geranios, y el viento? ¿Necesitamos reco-
nocer primero el aspecto fenoménico del balcón, etcétera, para poder identificar-
los después como tales, y tras comprobar que lascondiciones son normales, infe-
rir su existencia -ea l?
Imaginemos además que fuésemos conscientes de nuestros sense-data, que
existiesen cosas así y fuesen objeto directo de nuestras percepciones, ¿disfruta-
rían de los privilegios que les otorga quien los defiende? Si nos limitásemos a
describir nuestras experiencias sin comprometernos con el mundo, ¿tendríamos
un conocimiento incorregible? Cuando yo veo azul un libro, puedo equivocarmesi digo que el libro es azul, pero, ¿puedo equivocarme respecto de cómo lo veo,
respecto de la experiencia que tengo? Los partidarios de los sense-data dirían
que no, y en este caso concreto quizá puedan tener razón. Pero, ¿que ocurre si el
libro presenta una apariencia fucsia? ¿Estoy siempre seguro de que esa aparien-
cia es fucsia, y no rosa o ro ja? ¿Soy siempre capaz de clasificar correctamente
mis experiencias? Alguien puede responder: vale, puede ser que yo diga fucsia
cuando la apariencia realmente no lo es, pero yo sé como me aparece. Bueno,
pero entonces, ¿qué tipo de conocimiento es ese? Si lo expreso, ya puedo equi-
vocarme, y si no puedo expresarlo o utilizarlo sin incurrir en posibilidad de error,
15. Austin dedica el capítulo V de su libro Sentido y percepcián (1962a) a señalarlos.
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¿para qué lo quiero? Y si me es úti l por sí mismo, ¿dónde puede llevarme cuando
quiero hablar, no de mí y mis experiencias, sino del mundo?
10.4 Hacia un realismo directo
Decíamos que, al explicar la percepción, la teoría causal tenía la ventaja de
apelar al nexo causal entre el objeto y nuestra experiencia perceptiva de él. Esta
ventaja se traduce en que los casos de alucinación quedan eliminados como ca-sos de percepción: en esos casos no percibimos realmente, nuestra experiencia
no es perceptiva, porque no hay ningún nexo causal adecuado entre un objeto y
nuestros órganos sensoriales. Por tanto, una alucinación no es un caso de percep-
ción sensorial, y el objeto de percepción sensorial verídica no tiene por qué ser
(no es) el mismo que el de la alucinación -si es que en este caso hay un objeto, y
no es un mero estado mental.
No obstante, recordemos que la teoría causal nos impedía ver el mundo, y
sus argumentos, aparentemente científicos, no parecían totalmente desencami-
nadas. ¿Cómo combinar todo eso, con nuestra creencia de que percibimos obje-
tos del mundo, y de que los percibimos directamente además?
Nosotros creíamos ver mesas y sillas, que son sólidas, compactas, estables
y coloreadas; en cambio la física nos dice que esos objetos son realmente agru-
paciones de partículas que no tienen color y se mueven a gran velocidad, dejandoentre ellas zonas vacías tan grandes, que si comparásemos la distancia entre las
partículas y su radio, caeríamos en la cuenta de que mesas y sillas están r ep letas
de vacío. 16 En definitiva, no tenemos más motivos para atr ibui r a las cosas cuali-
dades primarias, como la solidez, que para atribuirles cualidades secundarias.
¿Cómo defender entonces la visión del sentido común, según la cual vemos di-
rectamente cosas materiales? ¿Es sólo esa imagen de sentido común la que peli-
gra con todo ese? Fueron los científicos quienes empezaron proponiendo la dis-
tinción entre cualidades primarias y secundarias, y ahora ésta se vuelve en su
contra: ni los objetos son sólidos, ni tienen la forma que parecen tener, ni otras
muchas cosas.
Quizá los colores sean cualidades relacionales, en el sentido de que varían
según el perceptor y las condiciones de observación, pero son entidades públi-
cas, fotografiables, y no entidades privadas, del tipo de los sense-data. Obvia-mente, la idea de percepción que ofrece la teoría causal, está basada en la con-
cepción que Putnam (1990) ha denominado realismo metafísico, que consiste en
la creencia de que el mundo es de una forma objetiva determinada, que hay cosas
en sí, que son como son, con independencia de cómo nos aparezcan a nosotros o
a cualquiera, con independencia del esquema conceptual que se utilice para des-
16. Merece la pena leer u n famoso y precioso pasaje de Sir Arthur Eddington, donde el autorhabla de dos mesas, la del sentido común y la de la física, cada una tiene sus propiedades, propieda-des tan d iferentes como las mencionadas en el texto principal. (Véase La naturaleza deLmundo
físico. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1945).
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El problema epistemolágico de la per, . ,epcton
cribirlas y clasificarlas. Según esta concepción de la realidad habría una b' arreraclara y bien definida entre objetividad y subjetividad, de tal manera que podrían
separarse las cualidades objetivas de las subjetivas, de un corte limpio. No obs-
tante, en opinión de Putnarn, esta imagen es un error: para clasificar los bje tos y
hechos del mundo son necesarios los conceptos, y éstos nunca son neutrales. El
mundo siempre es el mundo desde determinado esquema conceptual y desde
determinada constitución fisiológica. El mundo tal y como lo concibe un perro o
un marciano, no es igual a como lo concebimos nosotros, y por tanto, no se
puede prescind ir de la constitución fisiológica y el esquema conceptual al descri-bir el mundo. La posición de Putnam, por la que nosotros abogamo , podría
expresarse de la siguiente forma: hay un mundo, pero no puede decirse cómo es
el mundo desde una posición neutral, ya que, si lo que se pregunta es un absolu-
to, la pregunta no tiene sentido, no puede contestarse sin aplicar alguna malla
wittgensteiniana sobre el papel del mundo." Los físicos ni describen el mundo
tal y como es en sí mismo, n i pueden hacerla. No podemos arrancamos los ojos
para ver cómo sería el mundo si no tuviésemos los ojos que tenemos, ni arrancar-
nos la lengua para describir cómo sería el mundo si esa descripción no estuviese
ligada a un lenguaje. La física cuántica ha mostrado que lo que hacen los físicos
es crear modelos teóricos y matemáticos que permitan explicar y predecir los
fenómenos naturales, pero no describir cómo es el mundo realmente, en sí mis-
mo, ya que eso no es posible, no tiene sentido.
Es tan cierto que las cosas no son realmente de color, como que las cosasson realmente de color, porque decir que una cosa es de determinado color, es
decir que aparece de ese color en ci rcunstancias normales. Además, el concepto
de co lor es irreductible a cualquier otro. Decir que el color consiste en la refrac-
ción de la luz sobre un objeto, no agota lo que es el color, y dec ir que determina-
do color consiste en determinada longitud de onda, no ayuda en absoluto a con-
cebir cómo es ese color. Locke (1690) cuenta una historia similar: un ciego muy
estudioso, que leía todo lo que podía sobre colores, dijo un día: «iAh! Ya sé
cómo es el rojo: como el sonido de una trompeta». El científico no está muy lejos
del ciego, si quiere reducir el color a cualquier otro concepto.
En cualquier caso, aunque concedamos al teórico causal su perspectiva del
mundo, aunque aceptemos incluso que lascosas no son realmente tal como noso-
tros las percibimos, que no son de color, etcétera, de ello no se sigue que no las per-
cibamos o que no las percibamos directamente. Incluso si aceptamos que lascosas no son como aparentan ser, de ello no se sigue que lo que vemos sea otra
entidad, denominada «apariencia» o «sense-datum», Son las cosas las que apa-
recen, las que presentan una apariencia, y no las apariencias mismas las que
aparecen. Aunque no percibamos lascosas como realmente son, aun percibimos
las cosas y las percibimos de determinada manera. Y percibimos de determinada
manera lascosas que percibimos y no la manera misma en que las percibimos, el
objeto de percepción es el objeto externo y no la manera en que éste es percibido
17. Esto no es sino una alusión muy libre a los parágrafos 4 .063 y 6.341 del Tractatus deWiugenstein.
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7/29/2019 Blasco y Grimaltos Teoria Del Conocimiento Cap 10 Percepcion
http://slidepdf.com/reader/full/blasco-y-grimaltos-teoria-del-conocimiento-cap-10-percepcion 7/7
Josep l.luis Blasco y Tobies Grima/tos
(esta manera no es, a su vez, un objeto). Incluso si no las percibimos como son,
percibimos las cosas y no otro tipo de entidad. ¿No ve el ciego al color las mis-
mas cosas que yo veo? ¿Debemos decir que sus objetos de percepción no son los
mismos que los míos, porque los ve de manera diferente? Las experiencias que
tenemos de los objetos pueden ser muy diferentes unas de otras, y en ocasiones
quizá no pueden describirse ni darse a conocer a alguien que no las comparte,
pero las experiencias son experiencias de cosas, son las cosas las que se experi-
mentan.
Podemos aceptar por tanto el realismo directo de sentido común: no es
incompatible, en todo caso diferente, de la concepción del mundo de la física.
Ambas perspectivas son diferentes, pero no por eso una es verdadera y la otra
falsa. Somos animales y vivimos en un medio del que necesitamos adquirir in-
formación continuamente. La información que necesitamos, es información del
mundo macroscópico, complejo y cambiante, y nuestros órganos sensoriales es-
tán adaptados a él. Los mecanismos causales que intervienen en este proceso son
algo que deben explicar el fisiólogo y el neurofisiólogo, pero a nosotros esos
mecanismos nos proporcionan una información directa de los objetos que nos
interesan, públicos y diversos. La información que obtenemos, también está en
función de las preguntas que queremos responder, y éstas pueden situarse en el
ámbito macroscópico del medio, para la vida ordinaria, o en el ámbi to microscó-
pico de los constituyentes de la materia, para la labor científica. Quizá ésa es lalínea en la q ue se debería segu ir trabajando, en el estudio del fenómeno de la per-
cepción. La percepción es un mecanismo de adquisición de información sobre
el mundo, y esa información es tanto fenoménica como proposicional, involucra
tanto imágenes como creencias, pero desde luego lo que no involucra en su ex-
plicación, es intermediario alguno que nos libre del error o llene el vacío entre
apariencia y realidad. En esta línea han trabajado autores con perspectivas y
presupuestos diferentes, que merecería la pena tener en cuenta, como Dretske
(1981) YGibson (1979). Quizá el papel del filósofo consista en considerar en qué
condiciones es más fiable la información disponible, o en qué aspectos debe-
rían cambiar nuestros métodos para mejorarla cuantitativa y cualitativamente, y
no en uti lizar la percepción como fundamento inamovible sobre el que edificar
el resto del conocimiento.
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11. La inducción
La inducción o razonamiento inductivo, es unprocedimiento argumentativo
del que nos servimos muy a menudo, tanto en la vida ordinaria como en las
denominadas ciencias empíricas. Por suerte o po rdesgracia, sólo ciencias forma-
les como la matemática pueden servirse de la deducción como único método deobtención de conocimientos. I
Quizá la mejor manera de caracterizar el razonamiento inductivo sea decir
que es aquel razonamiento que, siendo válido, no es deductivo. Encontramos ahí
un primer indicio de que bajo la denominación «inducción» subyacen diferentes
tipos de razonamiento. La primera forma de caracterizar la inducción, por tanto,
es describir su contraria, la deducción, y definirla por oposición. Un argumento
deductivo es aquel en el que la conclusión se sigue necesariamente de las premisas,
es decir, aquel en e l-qu e no es posible que las premisas sean verdaderas y la
conclusión falsa. Por el contrario, entonces, un argumento inductivo es aquel
argumento válido en el que es posible que las premisas sean verdaderas y la
conclusión falsa, aquel en el que la conclusión no se s igue necesariamente de laspremisas.
Un ejemplo de razonamiento deductivo sería:
Premisa 1: Si todos los cuervos son negros,
Premisa 2: y Poli es un cuervo,
Conclusión: entonces Poli es negro.
Mientras que un argumento inductivo sería:
Premisa 1: Poli es un cuervo y es negro.
Premisa 2:Todos los cuervos que he visto hasta ahora son negros.Conclusión: Todos los cuervos son negros.
l. La inducción matemática no es propiamente inducción, sino más bien un tipo de razonamien-
to deducti vo.
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