Betania. un rincón para la amistad tierra santa

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BETANIA Un rincón para la amistad

Un espacio para el perfume Un lugar donde se asomó la vida

Hacía calor aquel día

Abrahán y Sara estaban en su tienda

Tres peregrinos llegaron, cansados del camino

Abrahán y Sara abrieron su tienda, se hicieron hospitalidad

Una semilla esperanzada se sembró en aquella tienda, antes sin futuro

Mambré se hizo lugar de comunión, y las jóvenes danzaron la danza de la vida

Un hombre corría por el desierto perseguido por sus enemigos

Un beduino le abrió su tienda y allí encontró la vida

La hospitalidad ahuyentó a los enemigos

El beduino extendió, como una mesa, la piel de cabra a la puerta de la tienda

Compartió con el pobre los manjares, le ofreció la copa rebosante de vino

La tienda fue lugar de encuentro, lugar donde se cuida la vida

Aquel hombre se marchó renovado

Con la bondad y misericordia de Dios en los adentros

Betania: una pequeña aldea de los alrededores

de Jerusalén. Apenas una hora

se tardaba en ir de un sitio

a otro

En Betania había una casa, Que se abrió de par en par para Jesús.

Marta, María y Lázaro se hicieron amigos de Jesús

Marta María Lázaro

Siempre que Jesús estaba por la zona se hospedaba allí

El rechazo que experimentaba en Jerusalén se convertía allí en acogida

La tirantez con que lo miraban en la capital se traducía allí en dulzura

En Jerusalén vigilaban sus

palabras, en Betania

las escuchaban

En el templo no había sitio para Jesús, en Betania encontraba agua para sus pies,

pan para la mesa, y mucho cariño para el corazón

Cuando Jesús veía crecer la noche, buscaba la luz en el encuentro con sus amigos

¡Cuánto gozó Jesús en Betania! Allí no había prisa..

Sólo, amistad celebrada y compartida

De Betania salía Jesús con la fuerza para anunciar el Reino

Betania le recordaba a Jesús la ternura del del Espíritu

A Jesús, Betania le sabía a abrazo entrañable del Padre

En Betania vivía también un rico, Simón el leproso

También él invitó un día a Jesús y Jesús aceptó

Fue bien recibido, pero faltó la cordialidad Dar sin darse, es la mejor forma de autojustificarse

Y una mujer, María, entró allí

y se acercó a Jesús

Rompió un frasco de perfume muy caro y enjugó los pies de Jesús con sus cabellos

Y la casa se llenó de perfume

Aquella mujer derrochó amor junto a Jesús. Así respondió a la gratuidad del Reino que Jesús anunciaba

Estaba Jesús en Jericó y allí le llegó la noticia: Su amigo Lázaro estaba muy enfermo

A Jesús, amigo, le dolió el golpe

A los dos días, inició el camino: 30 Kilómetros, para estar con sus amigos en el dolor

Las dos hermanas corrieron a su encuentro. Primero, Marta

Después, María, cuando oyó: “El Maestro está ahí

y te llama”

Jesús fue al sepulcro, al encuentro de la muerte. Allí lloró la muerte de su amigo

Allí, en la oscuridad, resonó la llamada de Jesús a la vida.

“Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto vivirá”

La oscuridad de la noche se volvió luz de mediodía. Sobre la muerte triunfó la vida

Al olor de la muerte le venció el perfume de la vida.

Esta noticia tuvo un gran eco en Jerusalén. Betania está a dos pasos de la capital.

El hecho encrespó a las autoridades judías. Ya no tenían dudas:

Jesús tenía que morir

Hoy Betania se llama al-Azariye, el pueblo de Lázaro.

Sigue guardando en sus calles las pisadas de Jesús.

Se siguen oyendo en el aire sus palabras.

Es un pueblo musulmán, con una

presencia testimonial cristiana.

Una basílica recuerda la casa de los amigos de Jesús.

Allí se recuerda el triunfo de la vida

Se conservan las ruinas del lugar de la tumba de Lázaro. Son de propiedad musulmana.

Se baja por una tosca y empinada escalera de desiguales peldaños

En un recinto oscuro, sin muchos adornos, sigue resonando la palabra de Jesús:

“Salid a la vida, levantaos para vivir”

El pueblo es acogedor, amable. Los peregrinos respiran el perfume de la acogida

Betania nos

recuerda muchas cosas.

Nos habla de Jesús, de amigos

Betania es una llamada a cuidar la vida debilitada.

Cuando el silencio y la Palabra se dan la mano, entonces estamos en Betania.

Cuando el perfume de la vida que se entrega cruza toda frontera,

entonces estamos en Betania.

Samar

Cuando las manos se entrelazan para cuidar la vida,

porque la vida está amenazada, entonces estamos en Betania.

Cuando, en nuestra vida cotidiana,

nos resuena dentro la palabra de Jesús:

“Yo soy la resurrección y la vida”,

entonces estamos en Betania.

“Yo soy la resurrección

y la vida”

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