Post on 19-Sep-2018
BEGOÑA MARUGÁN PINTOS 107
Estrategias laborales ante los desafíos ecológicosEstrategias laborales ante los desafíos ecológicosEstrategias laborales ante los desafíos ecológicosEstrategias laborales ante los desafíos ecológicosEstrategias laborales ante los desafíos ecológicosglobales.globales.globales.globales.globales.11111 Valorizar socialmente las contribuciones Valorizar socialmente las contribuciones Valorizar socialmente las contribuciones Valorizar socialmente las contribuciones Valorizar socialmente las contribucionesde las mujeres en el sector pesquero español parade las mujeres en el sector pesquero español parade las mujeres en el sector pesquero español parade las mujeres en el sector pesquero español parade las mujeres en el sector pesquero español paraasegurar la pervivencia del oficio, del sector y delasegurar la pervivencia del oficio, del sector y delasegurar la pervivencia del oficio, del sector y delasegurar la pervivencia del oficio, del sector y delasegurar la pervivencia del oficio, del sector y delecosistema marinoecosistema marinoecosistema marinoecosistema marinoecosistema marino
Begoña Marugán Pintos
El texto que aquí se presenta consta de dos partes
unidas por un mismo hilo conductor: la contribu-
ción de las mujeres al desarrollo sostenible del
ecosistema marino. Además de exponer, siguiendo
el esquema propuesto por la organización de la
Conferencia, el programa de profesionalización de las mariscadoras
gallegas, realizo una introducción teórica porque se precisan
explicitar una serie de premisas. Entiendo que es fundamental in-
vestigar con una perspectiva de género y rescatar el carácter es-
tructural de la importancia de las mujeres para la sostenibilidad
del medio marino, de la profesión y de la cultura pesquera en una
sociedad globalmente en riesgo. Esta idea y el hecho de que la
conceptualización lingüística transmite una forma de contemplar
el mundo, me llevaron a titular este texto “estrate-
gias laborales”. Propongo2 el concepto de labor en
“La mar, más que un gran espejo de agua que separa espacioscontinentales, es una gran avenida líquida que une a muchos países”.
Dachary y Arnaiz, 1985
1 Comunicación presentada en laConferencia Gender in Fisheries andAquaculture. . . . . Social Capital and Knowl-edge for the Transition Towards Sus-tainable Use of Aquatic Ecosystems,organizada por International Coopera-tion, European Commission, Bruselas,9 y 10 de diciembre de 2002.
2 Algunas de estas propuestas y gran partede las reflexiones de este texto han sur-
LA VENTANA, NÚM. 17 / 2003108
el sentido que le otorga Arendt (1998: 99) y que
según ella surge “de la apasionada lucha por la li-
bertad mediante la superación de las necesidades”.
Este dispositivo teórico tiene la ventaja de superar
otras concepciones anteriormente críticas, como la
polémica que enfrentaba “empleo y trabajo”.3
Ante la crisis de rentabilidad pesquera, la par-
ticipación activa femenina es fundamental; sin ésta
muchas economías familiares no podrían subsistir.
Las mujeres inventan múltiples estrategias de su-
pervivencia para compensar el descenso en la pro-
ducción marítima. Por ello, estudiar la dimensión
de género y la presencia y participación de las mu-
jeres nos permite conocer analíticamente el fun-
cionamiento y las dinámicas económicas y
ecológicas.
Desde el punto de vista ecológico, el agua ha
dejado de ser fuente de vida para convertirse en su opuesto. “El H2O,
es una creación de los tiempos modernos, un recurso que es escaso y
que requiere un manejo técnico. Es un fluido manipulado que ha
perdido la capacidad de reflejar el agua de los sueños” (Illich, 1989:
125). El problema de la contaminación, como están demostrando los
sucesivos vertidos de petróleo en la zona de Galicia donde el Prestige
es el último, es que es irreversible (Pereiro, 1993); y en cuanto al
deterioro del medio y el peligro global del deterioro ambiental acuá-
tico se vislumbran al menos dos peligros: el derivado de las condicio-
gido al calor de los debates en el se-minario Feminismo y Cambio Social.Sin la existencia de este grupo de perso-nas-amigas este escrito no habría sidoposible. A todas y cada una va mi reco-nocimiento.
3 Podemos decir suscintamente que sebasa en que el concepto de trabajo ac-tualmente es heredero del siglo XVIII yde una revolución industrial que redu-ce el trabajo a lo individual, retribuido yrealizado fuera del hogar. El carácterasalariado sería accidental, frente loextradoméstico que sería su elementoconstitutivo (Martínez, 1995). Éste es eltrabajo que se retribuye y por tanto elque tiene valor. Otros parámetros sonlos que rigen el cuidado del campo,de los animales, del huerto o de la casa,actividades que se habían estado desa-rrollando y siguen desempeñándose poruna gran mayoría de mujeres. A partirde los años setenta este panorama em-pieza a criticarse, especialmente desdeel feminismo marxista y hay un esfuerzopor visibilizar no sólo el valor simbólico yde reproducción cultural y social del tra-bajo de las mujeres, sino también econó-mico (Durán, 1991; Borderías, Carrascoy Alemany, 1994), y nos atreveríamos aañadir ecológico.
BEGOÑA MARUGÁN PINTOS 109
nes de riqueza y los peligros técnico-industriales y los derivados de
la pobreza. “La desigualdad es el mayor problema del planeta desde
el punto de vista ‘ecológico’; como también es su mayor problema
desde el punto de vista del desarrollo” (Naciones Unidas, 1987: 6).
Considerar el papel de las mujeres es vital desde el punto de vista
ecológico y de desarrollo, pues las mujeres son una clave fundamen-
tal de desarrollo sostenible en la medida que su contribución fami-
liar y comunitaria conlleva una lucha constante contra la pobreza y
una apuesta por el bienestar. El aporte de sus trabajos domésticos, de
cuidados, de ayuda familiar no retribuidos han sido y son fundamen-
tales para mantener las economías familiares y estatales. Si todo este
esfuerzo tuviera que ser retribuido, la sociedad se convulsionaría.
“El nivel de vida del país se mantiene gracias a la aportación de una
enorme cantidad de trabajo no remunerado, del que adscribe a las
mujeres el ochenta por ciento. Por eso suele decirse que la economía
española es como un iceberg, porque flota gracias a los dos tercios
del esfuerzo colectivo que permanece invisible” (Durán, 2000: 179).
Cierto es que los problemas ecológicos que el mar presenta son
de todo tipo y que la argumentación aquí vertida sólo se limita a
pensar el problema de la sobrepesca. La razón principal es porqué,
de los múltiples problemas que acechan al ecosistema marino (de-
gradación de la calidad de las aguas marinas y de los espacios litora-
les asociados al litoral, cambio climático, destrucción y regresión de
las fanerógamas y del plancton marino y degradación de los recursos
naturales tradicionales, etc.), la sobrepesca es una de las principa-
les amenazas para los océanos. La sobreexplotación de los recursos
LA VENTANA, NÚM. 17 / 2003110
naturales ha causado la esquilmación de los caladeros de pesca po-
niendo en grave peligro este recurso renovable, lo que se ve agrava-
do con la destrucción de áreas de refugio y desove de las especies
comerciales con la utilización de artes de pesca como el arrastre y la
captura de tallas pequeñas. Los daños derivados de la sobrepesca no
terminan en las especies objetivo de la actividad pesquera ni en
aquellas que son capturadas de forma accidental, como mamíferos
marinos o aves. La sobrepesca está afectando cada vez más a los
ecosistemas marinos de los que estas especies forman parte
(Greenpeace, 1993). El caso de Galicia no es ajeno a esta dinámica.
La pesca costera artesanal en Galicia presenta diferentes síntomas
de un estado general de sobreexplotación derivado de la segrega-
ción entre la gestión (modelos diseñados para la pesca industrial) y
el contexto socioeconómico y biológico (Freire y García-Allut, 2000:
375). Si los pescadores precisan capturar un mayor volumen de pe-
ces para que su esfuerzo sea rentable y puedan mantener a sus fami-
lias, seguirán esquilmando el mar. La pobreza, involuntariamente,
está causando daños ecológicos al medio marino. Las estrategias de
diversificación ocupacional de las mujeres puede contribuir, de ma-
nera eficaz, a la sostenibilidad del medio marino.
Desarrollo sostenibleDesarrollo sostenibleDesarrollo sostenibleDesarrollo sostenibleDesarrollo sostenible en la economía global en la economía global en la economía global en la economía global en la economía global
En el prolífico debate sobre las actuales características de la eco-
nomía mundial, una de las líneas de trabajo que cuenta con un
mayor número de exponentes es aquella que trata de señalar las
BEGOÑA MARUGÁN PINTOS 111
discontinuidades significativas respecto a periodos anteriores. Desde
la misma se señala que la globalización no sólo ha modificado la
anterior geografía de la actividad económica y política —con la
ruptura del territorio entendido como Estado-na-
ción y la entrada en acción de nuevos actores trans-
nacionales—,4 también ha afectado los símbolos
culturales y de formas de vida. Se suceden las dis-
cusiones en torno a las características de la globali-
zación, a sus ventajas, pero también a los problemas
que acarrea. Desde la Conferencia de Río de Janeiro
(1992), una de las teorías que cobra fuerza en las
ciencias sociales es aquella que se centra en las
secuelas no deseadas de la globalización al haberse
reconocido mundialmente la crisis ecológica. “La
sociedad mundial en cuanto sociedad con un des-
tino ecológico percibido ha alcanzado la conciencia de sí misma al
verse ‘acusada’ de ‘sociedad de riesgo’ mundial” (Beck, 1998a: 56).
La globalización apunta a nuevos desórdenes y turbaciones mun-
diales que ponen a todo el planeta en peligro. Desde la sociología
se ha llegado a denominar a esta etapa como “sociedad del riesgo”
en el sentido de que las decisiones —políticas, científicas, socia-
les, etc.— tomadas en cualquier lugar del planeta tendrán graves
consecuencias para el medio ambiente y repercutirán en todas las
poblaciones. “Estamos asistiendo al comienzo del fin de la natura-
leza. ...Cuanta más información poseemos sobre los alimentos que
4 Las aportaciones realizadas en este sen-tido y que implican una novedad res-pecto a los territorios no lo son tanto encuanto al mar se refieren; puesto que sibien es cierto que hasta ahora las deci-siones políticas han tenido como base lasoberanía del Estado-nación, las conse-cuencias económicas y ecológicas de lasdiferentes acciones y actuaciones hu-manas han implicado cambios en el mediomarino. Por otra parte, el deterioro delecosistema marino continuará de noarbitrarse medidas mundiales. De pocosirve el establecimientos de vedas y pa-ros biológicos decretados por un Estado,como era el paro biológico de la flota es-pañola en el caladero de Marruecos, sidurante ese tiempo en este bancopesquero continuaban operando flotasde otros países.
LA VENTANA, NÚM. 17 / 2003112
consumimos, el agua que bebemos, el aire que respiramos y hasta el
sol que tomamos, mayor inseguridad sentimos” (Puleo, 2001: 227).
Durante la década transcurrida desde la Cumbre de Río a la de
Johannesburgo la pobreza ha seguido aumentado y la degradación
del medio ambiente ha empeorado. No sólo no se cumplieron los
acuerdos alcanzados en 1992, sino que, como reconoce la Declara-
ción de Johannesburgo sobre desarrollo sostenible en sus puntos 13 y
14, el medio ambiente mundial ha seguido deteriorándose y la glo-
balización ha venido a agravar aún más el problema:
El medio ambiente mundial sigue deteriorándose. Continúa
la pérdida de biodiversidad; siguen agotándose las poblacio-
nes de peces; la desertificación avanza cobrándose cada vez
más tierras fértiles; ya se hacen evidentes los efectos adversos
del cambio del clima; los desastres naturales son más fre-
cuentes y más devastadores, y los países en desarrollo se han
vuelto más vulnerables, en tanto que la contaminación del
aire, el agua y los mares sigue privando a millones de seres
humanos de una vida digna.
La globalización ha agregado una nueva dimensión a es-
tos problemas. La rápida integración de los mercados, la mo-
vilidad del capital y los apreciables aumentos en las corrientes
de inversión en todo el mundo han creado nuevos problemas,
pero también nuevas oportunidades para la consecución del
desarrollo sostenible. Pero los beneficios y costos de la globa-
lización no se distribuyen de forma pareja y a los países en
BEGOÑA MARUGÁN PINTOS 113
desarrollo les resulta especialmente difícil responder a este
reto (2002: 9).
Ante esta situación en Johannesburgo, se llevó a cabo un nuevo
intento de erradicar la pobreza y ordenar la base de recursos natu-
rales para el desarrollo social y económico. En esta cumbre se asu-
mieron compromisos en pos del desarrollo sostenible —sobre mayor
acceso a recursos hídricos y saneamiento y sobre energía, mejora
de los rendimientos agrícolas, gestión de los productos químicos
tóxicos, protección de la biodiversidad y perfeccionamiento de la
ordenación de los ecosistemas— por parte tanto de los gobiernos
como de las organizaciones no gubernamentales (ONG), las organi-
zaciones intergubernamentales y las empresas.
Hay un apuesta por el futuro y en esa medida se pronunciaron
muchas de las instituciones asistentes. Ante la inseguridad y el ries-
go global, la población parece haber asumido una
mayor conciencia ecológica; sin embargo, no todas
las organizaciones ecologistas tienen perspectiva de
género.5 En este sentido es interesante comprobar
que el Informe de la Cumbre Mundial sobre el desa-
rrollo sostenible señala explícitamente la necesidad
de “promover la igualdad de acceso de la mujer a
los procesos de adopción de decisiones en todos los
niveles y su plena participación en esos procesos en
igualdad de condiciones con el hombre incorporando las perspecti-
vas de género en todas las políticas y estrategias” (2002: 16), como
5 La filósofa Alicia Puleo, especialista enecofeminismo, llama la atención sobreeste particular y menciona la experien-cia de las militantes en los Verdes y deotras en diversas organizacionesecologistas en las que perduran fuertesinercias patriarcales (2001: 28). La faltade consideración del importante papelque las mujeres juegan en los procesosde desarrollo ha llevado a la creación degrupos de mujeres dentro de organiza-ciones tales como la coordinadora no gu-bernamental de desarrollo.
LA VENTANA, NÚM. 17 / 2003114
una de las medidas para erradicar la pobreza. No en vano la “natu-
raleza y las mujeres han sido históricamente las proveedoras prima-
rias de alimento de la agricultura natural, que se basa en los flujos
sostenibles de fertilidad de los bosques y el ganado hacia las tierras
de cultivo” (Shiva, 1995: 151). Como concluía el III Congreso Mun-
dial “Mujer Rural” (2002), “el acceso a los alimentos está estrecha-
mente relacionado con las cuestiones de género. A pesar de la
innegable contribución al suministro y elaboración de alimentos por
parte de las mujeres rurales, que producen el 50% de los que se
cultivan en el mundo, las propias mujeres rurales siguen siendo un
colectivo especialmente vulnerable al drama del hambre”.
Para conseguir un desarrollo sostenible se entiende que “la
agricultura cumple una función decisiva en la satisfacción de las ne-
cesidades de una población mundial cada vez mayor y está
indisolublemente vinculada a la erradicación de la pobreza, espe-
cialmente en los países en desarrollo”. Es indispensable fortalecer el
papel de la mujer en el desarrollo rural, la agricultura, la nutrición y
la seguridad alimentaria en todos sus niveles y en todos sus aspectos.
“La agricultura y el desarrollo rural sostenible son fundamentales
para que pueda aplicarse un criterio integrado encaminado a lograr
de manera ecológicamente sostenible el incremento de la produc-
ción de alimentos y el mejoramiento de la seguridad alimentaria y
de los alimentos” (Informe de la Cumbre Mundial, 2002: 40).
La pesca es otra fuente de alimentación importantísima. Sin
embargo, el pescado ha pasado, con el paso del tiempo, de ser la
comida de los pobres a ser la de los ricos. En 1988-1990 las naciones
BEGOÑA MARUGÁN PINTOS 115
desarrolladas importaron 14% de la producción total de pescado y
los países en desarrollo, 24%. El futuro se presenta complicado para
las personas con ingresos bajos y las culturas de subsistencia depen-
dientes de la pesca. Según Weber (1995: 46), se han creado dos
tipos de consumidores: unos con bajos ingresos y pertenecientes a
culturas tradicionales, abasteciéndose de pescados locales a pe-
queña escala; y otros, los de los países industrializados, que consu-
men pescados como suplemento a una dieta ya equilibrada. Una
diferencia que aumenta con la acuicultura y, así, en medio de este
mercado global, los pequeños extractores ven cómo sus productos
permanecen a un precio constante, mientras el mercado se llena
de productos obtenidos por medio de masivas importaciones o de
piscifactorías. Aunque el comercio de pescado ha dado ganancias
en divisas a los gobiernos del tercer mundo, su impacto en muchas
comunidades ha sido negativo (Kent, 2002). Además, tanto por los
efectos negativos de la contaminación como del expolio pesquero,
cerca de tres cuartas partes de las poblaciones de especies de inte-
rés comercial están plenamente explotadas, sobreexplotadas o ago-
tadas. La degradación del medio ambiente está poniendo en peligro
la sostenibilidad de los recursos pesqueros continentales (FAO, 1998:
60). Por ello, entre las medidas encaminadas a erradicar la pobreza
marcadas en la Declaración de Johannesburgo (2002: 17) figura el
compromiso de transferir técnicas y conocimientos básicos sobre
agricultura sostenible, incluida la ordenación de los recursos natu-
rales, a los agricultores pequeños y medianos, los pescadores y los
campesinos pobres, especialmente en los países en desarrollo, adop-
LA VENTANA, NÚM. 17 / 2003116
tando enfoques que tengan en cuenta intereses múltiples y asocia-
ciones de colaboración entre el sector público y el privado encami-
nados a aumentar la producción agrícola y la seguridad alimentaria.
Además, en cuanto a la protección y la gestión de los recursos na-
turales del desarrollo económico y social, se acordó promover la
aplicación, para el año 2010, de un enfoque basado en los ecosistemas,
teniendo en cuenta la Declaración de Reykjavik so-
bre la pesca responsable en el ecosistema marino,
adoptándose determinadas medidas para lograr la
sostenibilidad de la pesca. Sin embargo, entre es-
tas medidas no se menciona explícitamente la ne-
cesidad de reconocer el papel que las mujeres juegan
en la conservación y la utilización sostenible de la
diversidad biológica, como habría sido deseable.6
Mujer y desarrolloMujer y desarrolloMujer y desarrolloMujer y desarrolloMujer y desarrollo sostenible sostenible sostenible sostenible sostenible
El desarrollo sostenible se presenta como el reto del nuevo siglo.
Sobre el cómo lograrlo no ha faltado literatura, pero una gran par-
te de ésta se ha cimentado sobre las relaciones internacionales y su
instancia más formalizada, el derecho internacional; construido
sobre una concepción ilustrada de lo público que ha dejado fuera
a las mujeres. Esta exclusión representa un grave problema ya que,
como señalan las conclusiones del III Congreso Mundial de muje-
res rurales,
6 Reconocimiento que figuraba ya en elTratado de Recursos Pesqueros de lasorganizaciones no gubernamentales,negociado en Río de Janeiro en el ForoGlobal, celebrado del 1 al 14 de junio de1992. En el punto 6 dice: “Que se reco-nozca y ofrezca apoyo al papel vital quelas mujeres juegan en las pesquerías yen el desarrollo integral de las comuni-dades, y que las mujeres participen atodos los niveles que afectan a estos cam-pos” (Greenpeace, 1993: 2).
BEGOÑA MARUGÁN PINTOS 117
gracias a los especiales conocimientos sobre los sistemas de
cultivo, variedades de semillas, suelos, gestión del agua, plan-
tas medicinales, usos diversos del bosque..., las mujeres rura-
les desempeñan una función esencial en el empleo sostenible
de los recursos naturales y de la alimentación. La diversidad
biológica, la conservación de los recursos fitogenéticos y el
mantenimiento de los agroecosistemas depende, en gran
medida, de sus conocimientos (2002).
El conocimiento que las mujeres tienen de la naturaleza no deviene
innato conformando su identidad como presupusieron los ilustra-
dos al naturalizar a la mujer y excluirla del ámbito
público.7 Determinadas mujeres tienen un elevado
conocimiento del funcionamiento de la naturaleza
porque llevan toda su vida en contacto con ella. El
ejemplo de las mariscadoras gallegas muestra la es-
pecial relación que éstas mantienen con el medio
marítimo. Su interacción con la playa y el marisco
se inició cuando eran niñas a través de los conoci-
mientos que les transmitieron sus madres y a éstas,
sus madres y así sucesivamente. La misma moder-
nización pesquera que ha supuesto un recluimiento
de las mujeres en el hogar y la desaparición de an-
tiguos trabajos femeninos marítimos (Marugán,
1995), sólo ha tecnificado aquellas actividades don-
de las mujeres han quedado de forma residual. Así
7 Una de las líneas de trabajo más inte-resantes del feminismo ha sido la críticay reconceptualización de nociones filo-sóficas pretendidamente universales:público vs. privado, naturaleza vs. cultu-ra. Estas separaciones teóricas susten-tan la separación del mundo de lasmujeres del mundo de las relacionesconvencionales e individuales de loshombres. Tal como recuerda Pateman,“el mundo femenino, privado, de la na-turaleza, particularidad, diferenciación,desigualdad, emoción, amor y lazos desangre está puesto aparte del ámbitopúblico, universal —y masculino— dela convención, igualdad civil y libertad,razón, acuerdo y contrato” (cfr. Mouffe,1999: 117). El resultado de esta férreadivisión se ha concretado, entre otrosaspectos, en la división sexual del traba-jo y en la subrepresentación femeninaen los espacios de poder y decisión. Lasegmentación en dos esferas de la vidaha ligado a los hombres a lo público y altrabajo productivo —aquel socialmen-te valorizado—, y a las mujeres a lo pri-vado y el trabajo de la reproducción—invisible y desvalorizado—.
LA VENTANA, NÚM. 17 / 2003118
mientras en Galicia el marisqueo en barco lo realizan los hombres,
las mujeres quedan en las playas utilizando sus manos casi como
único instrumento. El contacto entre su cuerpo y
el medio no puede ser mayor.8 Como mantiene
Agarwal (1997), la interacción con el medio am-
biente y la correspondiente sensibilidad o falta de
sensibilidad ecologista generada por las mujeres de-
pende de la división sexual del trabajo, así como de la distribución
del poder y de la propiedad.
Para la consecución de un desarrollo sostenible habrán de in-
corporarse los planteamientos de género y recuperar la voz de aque-
llas mujeres que llevan toda su vida trabajando y luchando con (o
contra) el medio, a la planificación, ejecución y evaluación de las
medidas.
La pregunta siguiente sería entonces: ¿cómo las mujeres pueden
contribuir al desarrollo sustentable? Y más específicamente, ¿cómo
pueden contribuir al desarrollo sustentable en el sector pesquero?,
¿qué experiencias recientes se pueden apuntar en este sentido?
Contribución de las mujeresContribución de las mujeresContribución de las mujeresContribución de las mujeresContribución de las mujeres al desarrollo al desarrollo al desarrollo al desarrollo al desarrollo
sostenible en el sector pesquerosostenible en el sector pesquerosostenible en el sector pesquerosostenible en el sector pesquerosostenible en el sector pesquero
La vida social está organizada en torno a la regulación de las rela-
ciones entre el hombre y la mujer, en cuanto actores sociales. Co-
nocer el papel que las mujeres representan en la sociedad nos
permitirá entender mejor cómo evoluciona y funciona esta socie-
8 Lo que no sólo presenta aspectos posi-tivos. La recientemente creada Asocia-ción Profesional de Mariscadoras de aPie reivindica la consideración del reu-ma y otras afecciones propias de su acti-vidad como enfermedad profesional.
BEGOÑA MARUGÁN PINTOS 119
dad en su totalidad. Desde el feminismo marxista —al continuar
con la idea de que el trabajo es lo central para analizar la sociedad
capitalista— se ha dicho que la historia del trabajo femenino es un
instrumento poderoso para renovar la comprensión de la evolución
actual de la sociedad capitalista (Gardey, 2000: 36) y que vislum-
brar el trabajo de las mujeres y las estrategias diarias para enfren-
tarse a ese trabajo implica conocer mejor el funcionamiento de la
sociedad (Balbo, 1994: 57).
El modo de vida de los pueblos pesqueros y el legado social que
las mujeres adquieren dentro de los mismos se configuran en estre-
cha relación con una actividad que, al ser marítima, reviste cierto
carácter diferencial. Frente al trabajo desempeñado en tierra, el
mar otorga un significado especial a la actividad pesquera. El mar
crea un conjunto de significados y valores que han cristalizado en
la creación de un subuniverso de sentido compartido entre los
marinos. El mar es un espacio de aislamiento y el barco, un centro
de confinamiento. Este confinamiento lleva aparejado una serie de
consecuencias tanto para las personas que están en alta mar como
para las familias que quedan en tierra.
El alejamiento masculino, sobre todo en la pesca de altura, de-
termina una organización social basada en la figura de mujer-ma-
dre, porque en el ámbito marítimo la mujer juega
un papel indispensable, pero de base, en tierra.9 La
familia marinera se organiza en función de un mo-
delo propio de “laboriosidad doméstica”, con un
sobredimensionamiento extensivo de las funciones
9 Según los datos de la Encuesta de Pobla-ción Activa, las mujeres representan11.2% de la población activa en pesca,proporción que tiende a ir en aumentocon el paso del tiempo, debido a una re-ducción en el volumen de población afi-liada al Régimen Especial del Mar.
LA VENTANA, NÚM. 17 / 2003120
de responsabilidad de la mujer marinera tanto en el trabajo domés-
tico, como en el extradoméstico, casi nunca asalariado. Por ello, no
es infrecuente encontrar análisis (Quiñonero, 1987; Montero, 1986)
que al entender la organización social de las comunidades pesqueras
basada en el dimorfismo sexual clásico que asocia al hombre a lo
público, lo laboral, la autoridad y el poder; y a la mujer, al hogar, la
dependencia y la sumisión, minimicen el papel y el poder de las
mujeres al poner en el centro la producción. Sin embargo, como
apunta Foucault, el poder y las cuestiones relativas a la reproduc-
ción están, de manera creciente, subsumidas en la producción.
Desde una mirada no androcéntrica, como la que tienen los
grupos de Feminismo y Cambio Social de la Universidad Complutense
de Madrid y el Grup Dones i Treballs de Ca la Dona de Barcelona,
que sitúan la reproducción en el centro (2001) y, por tanto, ponen
en primer lugar la vida y las personas, podemos decir que las muje-
res “marítimas” han sido, son y seguirán siendo un elemento clave
del mantenimiento y sostenimiento de la vida y la cultura pesquera.
Otra cuestión muy distinta es la valoración social y el poder que
por ello han recibido. Habría que empezar a recordar que hoy, como
siempre, la vida pesquera no sería posible si las mujeres hubieran
dejado de reproducir la vida y la cultura (Marugán, 1999). Pero,
además, el esfuerzo de las mujeres ha sido fundamental para hacer
viable la reproducción del medio.
¿Cómo han contribuido las mujeres a la sostenibilidad del me-
dio? Fundamentalmente mediante la aportación de un trabajo no
remunerado. Por ello, “ignorar el papel de la mujer en las pesquerías
BEGOÑA MARUGÁN PINTOS 121
es no apreciar su potencial para fortalecer el sector” (Salazar Ramírez,
1988) no sólo a través de su trabajo doméstico, sino también de su
esfuerzo y contribución a la economía doméstica. Las mujeres in-
ventan múltiples estrategias de superviviencia para compensar el
descenso en la producción marítima: acompañan a sus esposos y/o
padres ejerciendo un papel activo en la explotación, elaboran pro-
ductos caseros, contribuyen con su esfuerzo en el mantenimiento de
los instrumentos y artes de pesca —un ejemplo son las rederas tra-
bajando en sus casas como economía sumergida— y trabajan en los
escasos y duros empleos que el mercado les ofrece. Sin toda esta
colaboración femenina no se podrían mantener muchas economías
familiares ante esta actual crisis de rentabilidad pesquera.
En la pesca de altura, el trabajo no remunerado que las mujeres
aportan a la familia y la sociedad permite que los salarios de los
pescadores sigan siendo bajos y que no se vean obligados a esquil-
mar más el mar. En el sector pesquero, como en el resto (Durán,
1994: 12), el precio del trabajo en el mercado depende en buena
parte de las condiciones de trabajo fuera del mercado. Si hubiera
que pagar a precio de mercado el cocinar, limpiar, administrar la
casa y las cuentas familiares, educar a los hijos, cuidar de todos,
etc., que las mujeres siguen realizando dentro de las familias, la
profesión de pescador tanto de altura como de bajura habría des-
aparecido porque estos hombres no hubieran podido pagarlo.
La pesca costera constituye un sector importante de la pesca
por el número de trabajadores, su función en el abastecimiento
de las poblaciones locales y porque no está implicada en proble-
LA VENTANA, NÚM. 17 / 2003122
mas de sobreexplotación. Sin embargo, es un mundo frágil desde el
punto de vista socioeconómico, en el que el nivel de vida de los
trabajadores del sector y de sus familias no refleja generalmente su
importancia ni las dificultades cotidianas a las que se enfrentan.
En la pesca costera los ingresos están íntimamente relacionados
con una economía doméstica. En la bajura las unidades de produc-
ción, consumo y reproducción de las fuerzas de tra-
bajo se encuentran estrechamente unidas y las
mujeres juegan un papel fundamental tanto a la
hora de realizar trabajos productivos10 como repro-
ductivos.
El modelo retributivo de salario “a la parte” o
de porcentaje, la sobredimensionada flota y la con-
taminación han contribuido a esquilmar el mar. Los
limitados recursos naturales se ven cada vez más
asediados por los pescadores que precisan capturar
determinadas toneladas para obtener un sueldo digno. La pobreza,
involuntariamente, está causando daños ecológicos al medio am-
biente. Las estrategias de diversificación ocupacional de las muje-
res pueden contribuir de manera eficaz a la sostenibilidad del medio
marino. Mejorar la calidad de vida de las frágiles familias pesque-
ras a la par que se fomenta la pesca responsable son los motivos que
animaron algunas iniciativas como el Proyecto Garum de la Junta
de Andalucía y el Donademar, del Consorcio para la Recuperación
Económica de la Marina Alta y a la Cofradía de Pescadores de
Denia. Dos iniciativas a favor de las mujeres de pescadores de la
10 Situación muy frecuente en todo elámbito rural. De la Fuente Blanco (1992:99-100) señala que “por ejemplo, lasmujeres catalanas aportan entre un 25y un 50% de la renta familiar en las ex-plotaciones agro-ganaderas y las muje-res gallegas, en las comunidadespesqueras, producen más de un terciode los ingresos familiares, sólo con susactividades de marisqueo. ...Sin embar-go, los trabajos que realizan las mujeresrurales no tienen el prestigio ni el reco-nocimiento social de las labores mascu-linas y se consideran como una extensiónde las actividades domésticas y de lasresponsabilidades familiares femeninas”.
BEGOÑA MARUGÁN PINTOS 123
pesca costera artesanal. Ambos programas, financiados con la ayu-
da de fondos europeos, perseguían la inserción sociolaboral y el
aprovechamiento de los recursos endógenos del sector.
Pero las mujeres de los pueblos pesqueros no sólo colaboran con
su trabajo y cuidados domésticos no retribuidos, existen colectivos
específicos que, además de contribuir económicamente en el ámbi-
to familiar con los salarios obtenidos en actividades “marítimas”
como las mariscadoras, son ejemplos paradigmáticos de cómo se
pueden obtener beneficios económicos sin deteriorar el medio.
Del cultivo a la extracción.Del cultivo a la extracción.Del cultivo a la extracción.Del cultivo a la extracción.Del cultivo a la extracción. Experiencia Experiencia Experiencia Experiencia Experienciade las mariscadoras gallegasde las mariscadoras gallegasde las mariscadoras gallegasde las mariscadoras gallegasde las mariscadoras gallegas
Contexto
Galicia posee 1 309 kilómetros de costa, a lo largo de las cuales se
extienden 66 cofradías de pescadores. No cabe duda de la gran
relevancia que tiene el sector de la pesca en el tejido económico
gallego. Dentro del Estado español, que tiene un lugar destacado
en la Unión Europea, Galicia ocupa un lugar relevante con 42.9%
de la población afiliada al Régimen Especial del Mar. Esta comuni-
dad autónoma no sólo es la primera en cuanto a volumen de pobla-
ción, también es la primera en cuanto a número de embarcaciones,
potencia y toneladas. Los siguientes datos dan idea de la importan-
cia de la pesca en Galicia y del elevado porcentaje que supone en
relación con el resto de este sector en España.
LA VENTANA, NÚM. 17 / 2003124
La pesca en Galicia genera un número importante de empleos
directos e indirectos, pero además no sólo se caracteriza por tener el
mayor número de pescadores, sino por albergar en su seno todos los
tipos de pesca posibles. En ella se presentan las variedades de pesca
en un continuo y se señalan los cuatro tipos de procesos de trabajo y
de valorización del capital. Definida a partir del radio de acción, el
periodo de trabajo y los medios de producción, los cuatro grupos
existentes en la pesca irían desde el proceso más elemental, seme-
jante a la recolección que es el marisqueo, la pesca de bajura, la de
altura y la de gran altura (Varela, 1985).
Cuadro 1.Cuadro 1.Cuadro 1.Cuadro 1.Cuadro 1.Importancia de la pesca gallega en el conjunto del Estado españolImportancia de la pesca gallega en el conjunto del Estado españolImportancia de la pesca gallega en el conjunto del Estado españolImportancia de la pesca gallega en el conjunto del Estado españolImportancia de la pesca gallega en el conjunto del Estado español
Núm. de unidades Galicia 8,800
Total nacional 18,562 47.4%
Potencia (Kw) 585,193
Total nacional 1,849,990 31.6%
Tonelaje (TRB) 201,244
Total nacional 613,521 32.8%
Tripulantes 28,247
Total nacional 65,820 42.9%
Fuente: Consellería de Pesca, Marisqueo e Acuicultura.
BEGOÑA MARUGÁN PINTOS 125
En esta comunidad, la gran mayoría de las embarcaciones (92%)
son de pequeño tonelaje, pequeñas y medianas empresas de tipo
familiar y artesanal. La mayor proporción de barcos tienen menos
de cinco TRB. También destacan las actividades de acuicultura y
marisqueo.
La acuicultura es un subsector en el que, debido a la deficitaria
balanza comercial española de pescado, se tienen puestas grandes
expectativas. Al ser un sector productivo de alimentos con un gran
potencial de crecimiento, sobre la acuicultura se mueven todo tipo
de expectativas favorables, a pesar de los inconvenientes que seña-
la El libro blanco de la acuicultura (2000).
El primer producto cultivado es el mejillón. Los cultivos flotan-
tes constituyen en la actualidad un sector ya consolidado y tienen
un considerable efecto multiplicador en la economía gallega. En
las rías gallegas, el cultivo del mejillón tiene un desarrollo especta-
cular si se compara con el de otros lugares del mundo. Al tratarse
de un sector con una estructura familiar de las explotaciones y con
una dispersión alta de la propiedad, mantiene un número impor-
tante de empleos. Algunos estudios cifran en 8 500 las personas
ocupadas de tiempo total en el cultivo del mejillón y da empleo a
unos 10 000 en épocas de máxima ocupación (revista Mar, 1999).
La otra actividad importante en Galicia dentro de la pesca es el
marisqueo, definido legalmente como “modalidad de pesca consis-
tente en la actividad extractiva dirigida a capturar marisco” (cfr.
Xunta de Galicia, 1998). Dentro del marisqueo cabe diferenciar el
que se realiza a flote del que se hace a pie. El primero es más propio
LA VENTANA, NÚM. 17 / 2003126
de los hombres, mientras que el marisqueo a pie lo suelen ejercitar,
mayoritariamente, las mujeres. Según datos de la Xunta de Galicia,
en esta comunidad, en el año 2000, hay expedidos un total de 8 096
Permex (Permiso de explotación para el marisqueo a pie) de los
cuales 95% correspondía a mujeres.
El marisqueo se realiza en las playas o lugares cercanos a la cos-
ta, de propiedad común, y requiere muy pocos medios. Los trabaja-
dores están unidos a sus medios de producción —bastante escasos
hasta el punto de que a veces sólo tienen sus manos— y no venden
su fuerza de trabajo, sino el producto. Los productos de estos pro-
cesos se integran como mercancías en circuitos comerciales capita-
listas. El precio de venta de las mercancías sólo garantizaba la
reproducción de fuerza de trabajo y medios de producción gastados
en la producción no capitalista. El trabajo excedente se absorbe
por el modo de producción capitalista (Varela, 1985: 81). En estos
casos, la autoexplotación de los pequeños productores se convierte
en sobrebeneficio de las empresas que controlan los canales de co-
mercialización (cfr. Alonso, Arribas y Ortí, 1991: 36).
A pesar de que la producción marisquera gallega resulta muy
elevada (8 419 toneladas en 1999) y tiene un alto valor (5 296
millones de pesetas), las mariscadoras, hasta hace poco tiempo, con-
sideraban su actividad marginal y complementaria. Estaban lejos
de la idea de profesionales que tienen hoy día.
BEGOÑA MARUGÁN PINTOS 127
La organización de las mujeres La organización de las mujeres La organización de las mujeres La organización de las mujeres La organización de las mujeres ha supuesto ha supuesto ha supuesto ha supuesto ha supuesto
mejoras sociales, mejoras sociales, mejoras sociales, mejoras sociales, mejoras sociales, económicas y ecológicaseconómicas y ecológicaseconómicas y ecológicaseconómicas y ecológicaseconómicas y ecológicas
En Galicia, como en el resto de España, se cree que el mar es de
todos; es decir, que todas las personas tienen derecho a extraer sus
recursos. El furtivismo ha sido de siempre una fuente de conflictos
no sólo por los perjuicios económicos que produce a los profesiona-
les del sector, sino también por los daños ecológicos al sobreexplotar
las playas. En este sentido, Gónzalez Vidal llama la atención sobre
dos aspectos relativos a esta actividad que resultan de interés para
esta exposición. El primero es que el marisqueo se realiza en bancos
comunes, pero limitados, y por ello necesita más que en otras acti-
vidades el respeto a unas normas de actuación para todos y cada
uno de los individuos. El segundo es el hecho de que el marisqueo
a pie lo realicen mayoritariamente mujeres, con lo cual el conflicto
se enriquece porque la mujer gallega está mejor dotada que el va-
rón para la lucha cotidiana por la superviviencia. Posee unas ca-
racterísticas físicas y morales envidiables y más capacidad para
asumir el liderazgo (1980: 14 y 20).
Sin embargo, según Prudencia Santamarinas,11
de la Consellería de Pesca, Marisqueo e Acuicultura,
en este sector la diferencia de género había derivado
en una clara desigualdad de las mujeres dentro de las cofradías (1997).
No en todas las cofradías les permitían ser socias, no tenían represen-
tación en el cabildo, no decidían sobre cuestiones relativas a su ac-
tividad, no estaban dadas de alta en el Régimen Especial del Mar, etc.
11 A la que debo dar mi agradecimientopor la colaboración prestada informán-dome sobre el proyecto siempre que lohe necesitado.
LA VENTANA, NÚM. 17 / 2003128
En una palabra, a estas mujeres, a pesar de llevar toda su vida en las
playas, no se les consideraba profesionales del sector pesquero.
Ante esta situación, la Consellería de Pesca, Marisqueo e Acui-
cultura elaboró un programa de desarrollo productivo, económico
y organizativo del marisqueo a pie que tuviera en cuenta el papel
predominante de la mujer. Este programa se llamó Plan Galicia. El
plan pretendía (1) aumentar la producción, (2) mejorar la produc-
ción natural y (3) cultivar ostra y almeja fina. Los objetivos de este
programa eran los de profesionalizar el sector y elevar su nivel aso-
ciativo; para ello, se trataba de cultivar especies de alto valor co-
mercial, primero a través de subvenciones y protección oficial y
después de manera autónoma mediante cooperativas. Conseguir
estos objetivos implicaba un cambio de mentalidad importante, pues
deberían tener planteamientos colectivos y pasar de un trabajo
extractivo a la aplicación de técnicas de cultivo. La rentabilidad
inmediata debía supeditarse a un programa de trabajo. Las 12 mil
mariscadoras de entonces obtenían unas 200 000 pesetas al año.
Era evidente que los recursos no eran ilimitados, pero se estaba
lejos de conseguir una buena explotación. Para conseguirlo había
que convertir el marisqueo en un cultivo estable. Cambiar la men-
talidad de “ir a la playa” a sacar el marisco por la de “cultivar”.
MetodologíaMetodologíaMetodologíaMetodologíaMetodología
El medio elegido por la Consellería para conseguir semejante obje-
tivo fue la formación. A partir de los fondos comunitarios se diseñó
BEGOÑA MARUGÁN PINTOS 129
el programa N O W para la formación e información de las marisca-
doras. Este proceso formativo, que pretendía profesionalizar el sec-
tor y racionalizar los recursos, se inició en noviembre de 1995 durante
el Primer Encuentro de Mujeres Mariscadoras, celebrado en
Vilagarcía de Arousa. En este encuentro participaban 32 cofradías,
dos mujeres por cofradía, que representaban a las 12 000 marisca-
doras que entonces había. Fue la primera vez que las mariscadoras
tenían oportunidad de ser escuchadas y de reconocerse. Pronto
vieron que sus problemas eran los mismos: furtivismo, problemas de
comercialización a través de los intermediarios, problemas
organizativos, falta de lonja, contaminación de las rías, falta de
representación y de voz en las cofradías, baja productividad, falta
de vigilancia y de apoyo institucional.
Las conclusiones fueron determinantes en varios sentidos. En
primer lugar se hacía evidente la necesidad de estudiar las zonas y
la contaminación que en ellas se estaba produciendo. Las asisten-
tes se quejaban de la nula intervención de la autoridad cuando
había empresas que arrojaban sus vertidos a las rías. Otros proble-
mas eran de capitalización ante su falta de liquidez y de financia-
ción. Como consecuencia de las mermadas ganancias obtenidas no
podían hacer frente a las cuotas de la Seguridad Social, viendo sus
derechos laborales muy reducidos sin derecho a jubilación, falta de
reconocimiento de sus enfermedades como profesionales, no te-
nían derecho a desempleo ni cuando había catástrofes, etc. Los
deseos de la Consellería parecían coincidir con los de las marisca-
LA VENTANA, NÚM. 17 / 2003130
doras porque este Primer Encuentro se concluía con la necesidad
de formación legislativa y técnica.
Antes de diseñar los módulos formativos y con el fin de impartir
la formación idónea, se llevaron a cabo entrevistas personales en
todas las cofradías donde había mariscadoras de a pie. A partir de
la información obtenida en las entrevistas y de la observación siste-
mática realizada, se obtuvo el perfil de la mariscadora: bajo nivel
cultural, nula visión comercial y organizativa, falta de reconoci-
miento laboral de su actividad, acentuado localismo, escasos re-
cursos y consideración de su trabajo como ayuda familiar.
Teniendo en cuenta estas características, se diseñó un curso
con tres módulos: producción, organización y comercialización. A
partir de aquí se empezaron a impartir unos cursos hechos a la me-
dida de las mariscadoras para que aprendieran y respetaran el me-
dio, a la vez que se les dotó de conocimientos nuevos en materia de
producción, comercialización y organización. Primero se puso en
marcha en Vilaxoan y Vilanova, y en una segunda fase se empezó a
trabajar con ocho cofradías. Se dieron un total de 59 cursos, a los
que asistieron 1 200 mariscadoras de las cofradías o agrupaciones
de A Guardaa, Abanqueiro, Aldan, Arcade, Aguino, Baiona, Bamio,
Barallobre, Cabo de Cruz, Camarinas, Carino, Cedeira, Corcubión,
Corne, Espasante, Mino, Mugardos, Noia, O Baqueiro, Ponteume,
Rianxo, Río Anllons, Vilarrube, Lourizan, Moana, Vilagarcía de
Arousa, El Grove, Pontevedra, Raxo, Redondela, Vilanova d’Arousa,
Vilaxoan, Rinlo y Vicedo.
BEGOÑA MARUGÁN PINTOS 131
El contar con la participación de las mariscadoras y tener en
cuenta sus intereses fue un factor clave para el éxito de estos cur-
sos, pues como mantienen Freire y García-Allut (2000) una nueva
gestión política tiene que estar basada en la implicación de los
pescadores en la asignación y gestión del proceso. Los cursos eran
prácticos y estaban relacionados con lo que querían obtener. En los
años siguientes (1996 y 1997), las mariscadoras comenzaron a cul-
tivar desde una mentalidad colectiva. Se empezaban a superar las
barreras y los temores de lo desconocido. De dudar del esfuerzo de
las demás (“siempre habrá alguna que trabaje menos”) o de la in-
capacidad de organización colectiva (“¿quién repartiría el traba-
jo?”), las mariscadoras pasaron a demandar más cursos y reglamentos
para constituir las agrupaciones.
Las mujeres estaba animadas porque veían el apoyo decidido de
la Consellería. El cambio de extractoras a cultivadoras exigía de un
proceso productivo y de unos medios de producción similares a los
de los campesinos. Había que cavar, limpiar, sementar. El cultivo se
hace en bolsas de plástico resistentes para proteger la simiente.
Posteriormente, para favorecer el crecimiento, se desdobla la al-
meja y, al menos una vez al mes, se limpian las bolsas de algas y se
pasa el marisco a bolsas más grandes. Una vez en estas bolsas, sem-
braban en la playa hasta que tienen el tamaño adecuado. Todo,
como vemos, precisa de una serie de medios: bolsas, simiente, trac-
tor, gasoil, etc. Lo que obtenían de la extracción era tan poco que
no les permitía acometer esta aventura, pero la Xunta inicialmente
les financió y les dio asesoramiento y supervisión técnica (de biólo-
LA VENTANA, NÚM. 17 / 2003132
gos, por ejemplo). El resultado económico era visible. De las 200
mil pesetas que ganaban en 1995, antes de empezar con el Plan
Galicia, en 1997 la mayoría ganaba 1’100,000 pesetas al año. Para
continuar de forma autónoma y no dependiente de las institucio-
nes las mariscadoras solían dejar dos kilos de berberecho como fon-
do común para los gastos de las bolsas rotas, el gasoil, el arreglo del
tractor, etcétera.
Cuando se trabaja con mujeres es importante tener en cuenta su
tiempo y su disponibilidad. Las mujeres necesitan una mayor flexibi-
lidad porque atienden a un sinfín de actividades que compatibili-
zan a lo largo de su jornada. Las mujeres que deseaban formar parte
del Plan se organizaron de acuerdo con sus propias necesidades.
Eran ellas quienes organizaban el trabajo, los turnos (de mañana y
tarde) y la comercialización como más les convenía.
Los objetivos que perseguía la Consellería eran los de profesiona-
lizar a las mariscadoras y que éstas avanzaran económica y organiza-
tivamente para que defendieran sus derechos mediante la constitución
de agrupaciones de mariscadoras. Dos años después se había logrado
el objetivo y con ello llegó también el reconocimiento dentro de las
cofradías de pescadores donde habían sido discriminadas.
ResultadosResultadosResultadosResultadosResultados
Después de tres años y tras celebrarse, en octubre de 1998, el III
Encontro de Mulleres Mariscadoras, 1 700 mujeres habían pasado
por el curso y 18 agrupaciones de mariscadoras habían sido consti-
BEGOÑA MARUGÁN PINTOS 133
tuidas. Los resultados no se han hecho esperar y este curso ha ser-
vido para concientizar en un doble sentido: por un lado, de la ri-
queza del mar, de modo que se ha empezado a cultivar; y por el
otro, de la importancia de su actividad, considerándose a sí mismas
como otras profesionales del mar.
En este tercer encuentro, celebrado en Sada, A Coruña, se tuvo
oportunidad de hacer un balance de lo conseguido. No sólo habían
aumentado su productividad y estaban haciendo del marisqueo su
actividad principal, con lo que de autoestima y reconocimiento
personal y social suponía, sino que desde el punto de vista ecológico
se valoraba positivamente la disminución del furtivismo porque se
empezaban a respetar las playas. También porque las propias maris-
cadoras estaban realizando labores de vigilancia. Además, habían
establecido topes y tallas mínimas y establecieron puntos de control
donde se tuviera en cuenta dicha cuestión. Pero había que conse-
guir un salario digno y erradicar definitivamente el furtivismo. Ahora
que se sentían trabajadoras querían tener iguales derechos al resto
o al menos se marcaron el objetivo de darse de alta en la Seguridad
Social del Mar para conseguir el derecho a la posterior jubilación.
Los encuentros han sido uno de los medios empleados para asentar
la conciencia de las mariscadoras, permitirles valorar su trabajo y
que se sientan orgullosas del mismo, pero también contribuyen a
debatir problemas y marcarse nuevos retos. Por ello, dos años des-
pués (2000), se celebraron encuentros por rías. Según el Informe
de la Jefa de Servicio de Fomento de Organizaciones Sectoriales,
el número total de mariscadoras se había reducido a la mitad: 5 490
LA VENTANA, NÚM. 17 / 2003134
estaban en posesión del permiso de explotación y las rentas variaban
desde las 400 mil pesetas al año de las de Río Anllons hasta las
2’600,000 pesetas al año que ingresaban las mariscadoras de Muros.
Actualmente, todas las mariscadoras están dadas de alta en la Se-
guridad Social y se sienten profesionales orgullosas de serlo. Resta-
ba continuar asociándose. No había una asociación de ámbito
autonómico que defendiera sus intereses y en el V Encuentro de
Mariscadoras, llevado a cabo los días 3, 4 y 5 de abril, en Santiago,
se debatieron los estatutos de la Asociación Gallega de Profesiona-
les del Marisquero a Pie de Galicia (AREAL), lo que debía aprobarse
en Asamblea constituyente el 14 y 15 de noviembre.
El mismo día que 24 agrupaciones marisqueras (54% de las cons-
tituidas) celebraban la Asamblea de Constitución de AREAL y ele-
gían consello rector, el petrolero monocasco Prestige, propiedad de
un armador griego y con bandera de Bahamas, cargado con 77 000
toneladas de fuel oil sufría un escoramiento a 52 km de Finisterre y
provocaba una primera mancha de 3 000 toneladas. Los vecinos de
Muxia, donde hay una de las agrupaciones de mariscadoras que
más han luchado por conseguir estar donde están, verían cómo sus
playas poco a poco desaparecían bajo un manto negro. Los días que
siguieron la mancha se extendió, de las rías altas se está pasando a
las rías bajas. La gran mancha continuaba acechando a medida
que dejaba un rastro de desolación. Las personas ideaban redes de
kilómetros para evitar que el petróleo llegara a la costa. Volunta-
rios de todas partes se desplazaron a Galicia y allí la gente sigue
luchando contra la contaminación; utilizan sus barcos, las cucha-
BEGOÑA MARUGÁN PINTOS 135
ras de recoger el mejillón, unas palas diseñadas para reunir los res-
tos y hasta sus manos. Más de siete años de trabajo, esfuerzo e ilu-
sión de estas mujeres pueden estarse destruyendo en esta última
semana. La pesca, la acuicultura y el marisqueo en Galicia están
amenazados y, con ello, la economía y el modo de vida de muchas
personas.
Ante la tristeza y la impotencia, sólo se puede ayudar a recoger
los despojos; prefiero inventar un futuro mejor para las gallegas y los
gallegos y pensar que tras este nuevo desastre sucederá lo que para
el principio de los tiempos cuenta una leyenda bosquimana: “El
mundo estaba vacío, sólo había aguas negras y estériles; una maña-
na el sol se enamoró del mar y de la fusión entre la luz y el agua
nacieron todas las criaturas que hoy pueblan el mundo” (http://
www.wwf.es/mares.php).
BibliografíaBibliografíaBibliografíaBibliografíaBibliografía
AGARWAL, B. “El debate sobre las relaciones entre género y ecología:
conclusiones desde la India”, en AGRA, M. X. (comp.). Ecología y femi-
nismo. Pomares, Granada, 1997, pp. 179-226.
ARENDT, H. La condición humana. Paidós, Barcelona, 1998.
BALBO, L. “La doble presencia”, en BORDERÍAS, CARRASCO y ALEMANI. Las
mujeres y el trabajo. Rupturas conceptuales. Icaria/FUHEM, Barcelona, 1994,
pp. 503-513.
BECK, U. ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globa-
lización. Paidós, Barcelona, 1998a.
LA VENTANA, NÚM. 17 / 2003136
⎯⎯ La sociedad del riesgo. Paidós Ibérica, Barcelona, 1998b.
BORDERÍAS, C., C. CARRASCO y C. ALEMANY. Las mujeres y el trabajo. Ruptu-
ras conceptuales. Icaria/FUHEM, Barcelona, 1994.
CONSELLERÍA de Pesca, Marisqueo e Acuicultura. Plan de cultivos mariños
en praia, vídeo de la Xunta de Galicia, 1997.
III CONGRESO Mundial “Mujer Rural”. Conclusiones 2002. www.mtas.es/
mujer/mrural1.htm
DURÁN, M. A. “Análisis internacional comparado del producto interior
bruto: la perspectiva de tiempo y género”, documento presentado al
seminario The International Comparison of Gross Domestic Products. A
Time and Gender Approach. Florencia, Forum European University,
1994, mimeografiado.
⎯⎯ “El tiempo en la economía española”. Información Comercial Es-pañola, núm. 695, 1991.
⎯⎯ “Las bases económicas de la libertad”, en VALCÁLCER, RENAU y RO-
MERO (eds.). Los desafíos del feminismo ante el siglo XXI. Instituto Anda-
luz de la Mujer, Sevilla, 2000, pp. 159-180.
FREIRE, Juan y Antonio GARCÍA-ALLUT. “Socioeconomic and Biological
Causes of Management Failures in European Artisanal Fisheries:
The Case of Galicia (N W Spain)”. Marine Policy, 2000, núm. 24,
pp. 375-384.
GREENPEACE. “Tratado de recursos pesqueros de las organizaciones no
gubernamentales”, publicado en los documentos y propuesta para
Una pesca ecológica, económica y socialmente más justa, Greenpeace, 1993.
GONZÁLEZ, Vidal. El conflicto en el sector marisquero de Galicia. Akal Edito-
res, Madrid, 1980.
BEGOÑA MARUGÁN PINTOS 137
GRUP DONES I TREBALLS, Ca la Dona, Barcelona. “Repensar desde el femi-
nismo, los trabajos y los tiempos en la vida cotidiana” y “¿Qué hace-
mos con el trabajo doméstico?”, Feminismo es y será, núms. 317-324,
2001, pp. 467-474.
Informe de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible. Johannesburgo
(Sudáfrica). 26 de agosto al 4 de septiembre de 2002, A/CONF. 199/20.
Naciones Unidas, Nueva York, 2002
ILLICH, I. H2O y las aguas del olvido. Cátedra, Madrid, 1989.
KENT, G. “Fish for the Poor, Competing with Chickens” (trad. Mercedes
Alonso Sevilla y Paco Ramos-Ecoloxistes en Ación d’Asturies) en
The Ecologist, vol. 25, núms. 2-3, 2002.
Manifiesto por la gestión sostenible del litoral. 68 medidas urgentes para un
litoral sostenible. La Vila Joiosa, 2002.
M ARUGÁN PINTOS, B. “Mujer, familia y trabajo en las comunidades pes-
queras”, en revista Mar, núm. 261, 1988.
⎯⎯ “Guardar la ausencia al marido”, en revista Mar, núm. 265, 1989.
⎯⎯ “Incidencia en España de la política pesquera comunitaria: Moder-
nización, desregulación y conflicto”, ponencia presentada An Agen-
da for Social Science Research in Fisheries Management de las Comunidades
Europeas, Bruselas, 5 y 6 de mayo, 1994, mimeografiado.
⎯⎯ “Las mujeres en el ámbito marítimo-pesquero”, en revista El Cam-
po, monográfico “La mujer rural”. Banco Bilbao Vizcaya, Bilbao, 1995,
pp. 239-265.
⎯⎯ “Mujer y participación social”, revista Mar, núm. 327, 1995,
pp. 50-53.
LA VENTANA, NÚM. 17 / 2003138
⎯⎯ “Entre la indignación y la rabia. Cambio actitudinal y comporta-
mental de las mujeres pesqueras en Euskadi”, III Congreso Vasco de
Sociología. Bilbao, 1994, pp. 392-399.
⎯⎯ “Responsible Behaviour of Inshore Fishermen from the North of
Spain”, ponencia presentada en el European Social Science Fisheries
Network. Sevilla, 5-6 de septiembre de 1996, mimeografiado.
⎯⎯ “Las mujeres en la mar. Entre el cambio y la continuidad”, en Muje-
res y sociedad rural. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales y Fondo
Social Europeo, 1999, pp 140-153
M ONTERO, J. M. “Mujer y trabajo en las comunidades pesqueras”, revista
Mar, núm. 241, 1986.
M OUFFE, Ch. “Feminismo, ciudadanía, y política democrática radical”. El
retorno de la política. Comunidad, ciudadanía, pluralidad, democracia.
Paidós, Barcelona, 1999.
PEREIRO, J. A. “La gestión de los recursos pesqueros”, en NAREDO y PARRA
(comps.). Hacia una ciencia de los recursos naturales. Siglo XXI, Madrid,
1993.
PULEO, A. “Feminismo y ecología”, en Feminismo es y será. Jornadas Femi-
nistas, Servicio de Publicaciones Universidad de Córdoba, Córdoba,
2001, pp. 227-234.
QUIÑONERO, Ll. “La mujer y el mar”. Noray, Revista de Estudios Sociales, ISM,
Madrid, 1987.
SANTAMARINAS RAPOSO, P. “La mujer mariscadora: donde la diferencia sí
es desigualdad”, en La mujer: clave del desarrollo rural. Junta de Anda-
lucía, Sevilla, 1997.
BEGOÑA MARUGÁN PINTOS 139
⎯⎯ “La mujer mariscadora y el proceso de cambio”, mimeografiado,
amabilidad de la autora, 2002.
SHIVA, V. Abrazar la vida. Mujer, ecología y desarrollo. Horas, Madrid, 1995.
VARELA LAFUENTE, M. Proceso de producción en el sector pesquero en Galicia,
Diputación de La Coruña, Lugo y Pontevedra, Santiago de Compos-
tela, 1985.