Autobiografia sor troncatti-capitulos

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Nací el 16 de

febrero de 1883 en

Brescia.

Mis padres fueron

Santiago Troncatti

y María Rodondi.

Me pusieron

por nombre

María Bienvenida

Mi secreto de fidelidad misionera

es Jesús. Cuando cumplí 15 años

sentí el deseo de entregarme a

Dios, a pesar que debía esperar

cumplir los 21 años para realizar

mi VOCACIÓN

Recuerdo que el 25 de junio

de 1915, durante el curso de

enfermería, hubo en Varazze

una gran inundación, el agua

subió espantosamente y creí

ahogarme, pero recé con

mucha fe y dije a nuestra

Madre que si me salvaba,

y mi hermano regresaba de la

guerra, sería misionera

de María Auxiliadora

Partí para las

misiones a la edad

de 40 años. La

llamada del Señor

me llenaba de paz y

de ánimo en las

difíciles pruebas.

La mirada al crucifijo me da vida y alas para

trabajar, esta es la certeza de FE que me

da fuerza ante el sufrimiento

y la nostalgia al llegar a la selva ecuatoriana.

Me levanto cada

mañana a las cuatro

para ir a la Iglesia

a adorar al

Santísimo, recorrer el

camino

de Jesús al que

siempre acompaño

con la meditación

y Eucaristía.

La oración es mi fuerza,

un permanecer en el

amor, porque recuerdo

siempre

que una vida volcada

al exterior empobrece

y reseca el alma, y la vida

que tiene amor es rica

y fecunda.

A mi alrededor también está el mal que trata de

obstaculizar la obra de misioneras y

misioneros, pero no penetra porque estamos llenas

del Espíritu que nos da tenacidad en el amor

a pesar de las fatigas y dificultades.

Mi cercanía

con Jesús me dio

ánimo y audacia misionera,

para conocer su misterio

Salvador.

Como Jesús, ofrecí mi vida para conseguir de Dios el perdón y reconciliación en la población,

entre colonos y shuar.

Madre Catalina Daghero, la

Superiora General que me envió de

misionera al Ecuador en 1922, me recomendó:

“Si vas a las misiones tienes que prepararte

para afrontar los sufrimientos;

pero es necesario sufrir con humildad,

teniendo la cabeza sobre el corazón

y el corazón sobre la cabeza:

corazón grande…corazón de madre,

corazón recto, corazón bueno…

CORAZÓN MÁS BUENO QUE JUSTO”

Cfr. St. 2, 13

La segunda parte

de mi vida misionera fue en el

corazón de la selva, tuve una

breve permanencia

en Guayaquil. Llegué a Macas

en 1925, luego fui enviada

a Sucúa en 1933.

Llegué a Sevilla Don Bosco

en 1944

“Sí, verdaderamente necesito la ayuda de Dios; la misión que el buen Dios me ha confiado es difícil,

es arduo el camino”

Los primeros años en

Macas y Sucúa

muestran mi esfuerzo

por alcanzar un

corazón grande y

generoso, sensible

ante las

necesidades, tanto

espirituales como

materiales de la gente.

El trabajo misionero se

inició

en Ecuador en 1902.

Nosotras FMA debíamos

responder

a las necesidades de los

shuar,

sus deseos de ser cristianos

nos hacía acudir con

generosidad

a las exigencias.

Me gustaba orar

el avemaría como respiración

para mi ser y así

obtenía fuerza,

serenidad y audacia

misionera para continuar.

Llegué a Ecuador a finales de 1922, y a la Amazonía cerca

de la fiesta de la Inmaculada dos años después. Y

a tenía 43 años y sentía miedo e incertidumbre, pero nunca

me di por vencida y amé con generosidad.

Desde joven me conmovía

ante el dolor, la pobreza,

la marginación. Y a lo largo

de toda mi vida, la caridad

fue una experiencia que me

atraía. A medida que iban

pasando los años, me

convencía

de vivir una entrega cada

vez más total.

Mons. Comín nos decía: "¡Ánimo,

por la conversión de los shuar no

basta la oración, hace falta el

sacrificio!".

Me sentía llamada a tener una

atención especial para los

huerfanitos y para

los niños no deseados, que en la

selva eran asesinados, echados al

río o dados como comida a las

fieras.

¡Nadie podrá decir nunca a

cuantos niños destinados a la

muerte salvó sor

María, convirtiéndolos, con mil

cuidados, con el valor de una

infinita paciencia, en hombres y

mujeres hijos de Dios y miembros

de la Iglesia!.

«Llegado el día de la partida, la separación

me ha costado mucho mucho; separación de mis padres,

de la patria, de la lengua, de todo absolutamente todo;

al entrar en el barco de vapor he dicho adiós para siempre:

¡nos encontraremos en el cielo! »

Extracto de la carta a su sobrina sor Cándida

Hija de la Caridad.

He tenido lo esencial en mi vida.

Me preocupa: no lo que haré, sino lo

que ofreceré

para hacer eficaz la misión que Dios

me ha encomendado; y mirando a la

cruz estoy segura que con El y con

su fuerza, todo lo entregaré.

¡Cuánto suspiro por

verlos, oírlos, por hablar con

cada uno! ¡Que ganas tengo de

abrazarte querida madre y

contarte montones de cosas!

.Pero están tan lejos y me

consuelo a los pies de Jesús.

Carta a la familia

Macas 4 de septiembre de 1931

A mis 47 años de misión en

la selva amazónica, he

llenado cada uno de mis

días con sabiduría y de esta

experiencia he aprendido

mucho para mi propia vida.

Los momentos más duros en mi vida:

• La separación de mi familia para

ingresar en el Instituto FMA

• La dificultad de adaptación al entrar

en la formación al postulantado de

Nizza Monferrato

• Varias enfermedades que pusieron

en duda la posibilidad de mi vida

religiosa

• La partida a la selva ecuatoriana

• El impacto con el pueblo shuar :

conocer su lengua y sus costumbres

• La pobreza extrema de los medios

materiales

• Los peligros de la selva a cada

instante

• Las desilusiones apostólicas

Los misterios de Cristo me ayudaron a vivir con sencillez; a convertir mis lamentos en

alegría, como los santos de la familia, Don Bosco y Madre

Mazzarello; porque ser misionera es la mayor felicidad

que se puede tener en esta vida.

Las palabras de mi buena

mamá me ayudaban ha

afrontar todo, todas las

dificultades de esta dura

misión y aun más, buscar la

paz entre los shuar y los

colonos .

«¡Señor, todo por Ti! Los sacrificios son

inmensos, dame la fuerza!»

«Sor María se distinguió por una exquisita maternidad.

Encontraba para cada problema una solución que resultaba,

a la luz de los hechos, siempre la mejor. Estaba siempre

dispuesta a descubrir el lado positivo de las personas.

La he visto tratar a la naturaleza humana bajo todos los

aspectos, incluso los más miserables: ahora bien, los ha tratado con

aquella superioridad y amabilidad que en ella era

algo espontáneo y natural.»

Extracto de P. Juan Vigna SDB,

quien entró con ella a Macas en 1922:

Inspectoría «Sagrado Corazón» – FMA-Ecuador

Texto: «Selva patria del corazón»- María Dominga Grassiano FMA

María Troncatti – Fichas de Reflexión

Diseño: Equipo de Espiritualidad Salesiana FMA – ECU

Y Elena Cristino