DESCRIPCIÓN DE UN PAISAJE

Nos encontramos ante un típico paisaje de montaña. Hay cuatro o cinco casitas pintorescas y lo que parece una

iglesia, diseminadas a lo largo del prado de un color verde brillante que nos invita a descalzarnos y a sentir la frescura de la hierba en los pies.

Unas colinas frondosas, repletas de árboles de un verdor intenso, resguardan la pequeña aldea.

Al fondo se erigen, majestuosas, unas montañas rocosas que parecen de plata, desafiantes y expectantes de la belleza que ofrece el paisaje, con sus cimas puntiagudas mirando hacia el cielo azul, en el que apenas hay nubes.

El sol baña el valle y la luz se derrama generosa por casi todos los rincones.

Se respira una atmósfera que nos inunda de serenidad y calma.